“Una pesadilla, un natural eterno e historias de hombres libres”. El toreo de siempre brilla en Moraleja.
LA PESADILLA
“Al día siguiente toreaba en Madrid. Me fui a acostar pero a media noche me levanté sudando, sobresaltado. Tenía una pesadilla en la que me vinieron a la mente el toro de Madrid, su plaza tan grande… No sabía lo que hacer pero tuve la necesidad de tocar la muleta. Bajé las escaleras y fui al garaje. Allí cogí la muleta y me puse a torear de salón. A esas horas necesitaba tocar la muleta y empecé a pegar un natural. Me autoconvencía de que el toro de Madrid, al día siguiente, me iba a embestir igual. En mitad de un natural, muy despacio, quise alargar el muletazo hasta hacerle casi de 360 grados. Me fui a acostar.
Otra vez había tenido la premonición de salir a hombros y me vi con mi vestido, rosa palo, saliendo a hombros de Madrid mirando en el arco a la gente que allí se acumula. Esta noche del 2 de octubre no, tuve la pesadilla.
La noche antes el vestido de torear no estaba preparado, me hacía algo de chepa. Se lo dije al sastre y me le terminó esa misma noche. Le recogí a las 13:30 y la corrida empezaba a las 17:30h. Todo iba muy deprisa, veía todo demasiado a la carrera.
Al llegar al patio de caballos me serené. Confié en mí, en mi preparación, en todo lo que había trabajado y durante el paseíllo pensaba que al día siguiente, pasara lo que pasara, me iba a levantar para hacer las mismas cosas.
Cuando salió el toro me acordé del toro del garaje, me dio tiempo a pensar en él, y redondee el natural que había hecho la noche antes”.
DIÁLOGOS CON LA LUNA
“Cuando tuve el parón tras la alternativa le preguntaba todas las noches a la luna si yo servía para esto, si tenía cualidades. Me daba coba a mí mismo esperando que me dijera que sí.
En esto es muy importante creer en uno mismo, tener paciencia. Soñar con parar al toro sin que el toro esté parado. Todo eso con naturalidad. En el toreo mandan tu mente y tus muñecas”.
EL TOREO DE VALORES, UN HOMBRE LIBRE.
“El toreo es sentimiento. Un chino se sienta en el tendido y puedes ver que lo llega a disfrutar, eso es porque lo siente. He sido siempre muy irregular pero siempre creyendo que todo se basaba en la perseverancia, la fidelidad y el trabajo”
“Mi padre, un taurino romántico de los que ya no quedan, me aleccionó siempre que lo primero de todo era ser buena persona”.
“El toreo, aunque no triunfes en él, te enseña cosas muy valiosas como los valores que tú vas a llevar contigo toda la vida”.
“Se echa de menos al taurino de siempre, al romántico, al banderillero retirado que cogía a un chaval. Ahora todo es monopolio en el que se ha eliminado a ese romántico. Las casas quieren apoderar hasta a los areneros”.
“Soy un torero que sueña, que no necesita torear continuamente para llenar el espíritu. Vivo la tauromaquia como una filosofía de vida, como un tránsito de emociones. Mi ambición es esperar a que fluyan los sentimientos”.
A estas alturas podríamos estar hablando de una obra de teatro sobre el toreo en tres actos. Va más allá, se trata de un maestro a corazón abierto dejando pinceladas de cómo siente un torero. Comprenderlos es algo imposible, innecesario, por eso son únicos y así deben serlo siempre. Simplemente toca disfrutar de esos momentos mágicos en los que te abren un pedazo de su alma.
Lo vivido hoy en Moraleja de Enmedio (Madrid) ha sido un canto al toreo de siempre en la voz del maestro Juan Mora. Todo ello engrandecido por las miradas y el respeto de tres grandes toreros, aunque dos de ellos estén en el segundo escalafón, que han disfrutado y aleccionado con su admiración y respeto, el toreo de siempre.
Tres toreros que son ejemplo de independencia y superación miraban al maestro con esa educación, principio y valores que atesoran.
Las historias de Fernando Cruz, Juan Carlos Carballo y Alejandro Mora han engrandecido lo vivido hoy allí, sin duda en un cartel tan único y especial que ha logrado transportarnos a la grandeza del toreo. Algo quizás inconcebible al tratarse de un coloquio.
El duro trato hacia Fernando tras casi perder la vida en Madrid, su emoción en Casarrubios tras cuatro años sin torear. Lo que le despertó Juan Carlos tras dos años casi parado por la cornada en Madrid con la importancia de la persona por encima de todo.
La superación de Alejandro con un cornadón toreando de salón con las sondas y el gotero puesto…
Pero el toreo, como bien dijo el maestro, fluye y hoy lo ha hecho con cuatro historias que nos hacen amar más al toro pero, sobre todo, con ese respeto mutuo y esos valores que han convertido la charla en Moraleja en una jornada inolvidable.
Volviendo a Talavera tuve claro que el toreo y su grandeza están en las manos, en las vivencias y en los ejemplos de los que lo componen (toreros, profesionales, aficionados, románticos…). Ojalá en la vida y en la tauromaquia se viviera todo como hoy, con los valores de siempre y con el respeto de quién ama el toreo, de quién ha pagado con su sangre ese amor y no con los mercaderes que se empeñan en pudrir algo con lo que nadie podrá. No sé el futuro de la tauromaquia pero sí sé que nadie, ni esos mercaderes ni esos monopolistas, podrá acabar con la magia de los toreros.
P.D. Hoy, más que nunca, he tenido claro que del toreo desaparece gente, otros torean menos de lo debido… Lo que me queda claro, más que nunca, es que la tauromaquia nunca podrá ser derrotada por ningún mercenario. Creo que hoy he comprendido algo más este maravilloso mundo y sé que, esté quién esté al mando de esto, el toreo reside y pervive en historias como las de los protagonistas de hoy. A ellos no les derrotará nadie jamás.
El toreo es algo tan grande que no se compra con dinero. Mercaderes podrán traficar con sueños pero jamás podrán quitar la grandeza a los toreros.