Sergio Flores “Al jugarme la vida encuentro más vida”.
Hoy, gracias a una gran amiga común, hablamos con el torero de la eterna sonrisa, Sergio Flores. Con él dialogamos de su madurez y de cómo encontrar el lado bueno a los sinsabores y durezas del toreo que le tuvieron cerca de la muerte.
Te veo sonriendo con tu perro en tu foto de Wahtsap. Una foto más de un chaval de 26 años, ¿cómo pensar que has mirado cara a cara a la muerte como en San Luis Potosí?
Es la verdad del mundo del toro, la vida de un torero es así de dura. En cualquier momento, ya seas joven o mayor, el torero sabe que es propenso por pasar por momentos así en los que puedes perder la vida.
¿Cómo te repones de un trance así?
Son muchas cosas a las que te agarras. En lo personal me baso en el amor a mi familia, es mi gran motor. Ellos me han enseñado a ser un gran amante de la vida. Ese amor que me dan en los momentos duros es lo que te permite afrontar los momentos más complicados.
¿Cómo compatibilizar ese amor con el jugarse la vida?
Es complicado. Sé que los toreros muchas veces perdemos el sentido del hecho de jugarnos cada tarde la vida. Es difícil explicar como se conjuga el querer vivir, estar con tu familia con el jugártela cada tarde. Es complicado de entender pero cada vez que me juego la vida encuentro más vida.
En ese encuentro de vida se sacrifican muchas cosas como la juventud. ¿Lo echas de menos?
No. Sí que la niñez y la juventud son diferentes a las del resto de personas pero yo la he vivido. De una manera especial, eso sí, pero me gusta.
Viene a España siendo casi un niño, ¿cómo se toma esa decisión?
De la mano del maestro Juan Cubero que estaba de maestro en la Escuela de Tauromagia. Hablando tomamos la decisión de ir sobre la base de querer cuajarme un futuro.
¿Cómo se toma tu familia este paso?
La familia bien pero la única que estuvo en contra fue mi mamá por el tema de dejar la escuela. Ella iba viendo que me interesaba más el toro que el colegio y eso no la gustaba.
Hablemos del primer día en España.
Fue un día que no voy a olvidar. Llegué solo conociendo al maestro Juan Cubero y al aeropuerto vino por mí Antonio Pedrosa, luego fue mi apoderado. Supuso un cambio drástico en un chaval que no había salido nunca. Fui a un país diferente con costumbres diferentes a las que me tenía que amoldar. Recuerdo que me sorprendió el cambio tan grande que suponía un país a otro en solo unas horas de mi vida. Fue raro pero una bonita experiencia.
Te instalas en Valdemorillo y años después te ven de matador.
Es un pueblo al que tengo gran aprecio. Hice bastantes amigos coincidiendo con gente buena que me dio su amistad y me ayudó en los peores momentos. Hace poco fui una semana solo a visitar a mis amigos, a recordar cosas. Cuando toreé me sentí como en casa.
¿Por qué en Francia la alternativa?
Llegué a España de novillero sin caballos y la primera sin caballos en Europa fue en Francia. De ahí se abrieron puertas y pude torear bastante con caballos y sin ellos. Fue curioso pero ahí se creó el vínculo.
Una alternativa de lujo.
Un día que jamás olvidaré. Recuerdo perfectamente todo, empezando por el viaje desde Valdemorillo. Llegué un día antes viendo una de Cebada con Saldívar. El día de la alternativa tuve nervios por la incertidumbre desde que bajé a desayunar. Sentía una presión muy grande, como nunca he vuelto a sentir. Al pasar mi primer toro me solté pudiendo ver el lado bonito de la fiesta. Siempre la tendré en mi recuerdo.
En su duro camino en el toro, ¿le marcó el poder solo matar un toro en la confirmación por cogida?
Sí, me quedó una sensación amarga mezclada con unas buenas fruto de lo que sentí en el primero. A pesar de la cornada tuve momentos buenos en el toro que pude matar y me sentí lleno.
En esos primeros años de alternativa no torea mucho en México, ¿se arrepiente de ello?
Lo que se hace en la vida no es un error, lo considero un aprendizaje. Quise apostar por España pero toreé poco aunque aprendí bastantes cosas.
¿Estas “cornadas” cómo se superan?
Con mucho amor propio, con ganas de superarte, con el apoyo de mi familia. Aunque no estaban físicamente sí las sentía conmigo. Lo principal fue el amor propio. Es más complicado de superar el ver que quieres torear y no puedes, es frustrante. Lo afrontas con cabeza fría y con la mentalidad fuerte de saber que, ganándote las cosas, todo cambiará.
El indulto de Gibraltar en La México fue el punto de partida del cambio.
Ese toro llegó a pegarme un empujón en la fiesta y para mí en lo personal. Supuso una inyección de animo, de saber y decir que “yo puedo”. Sí, tienes razón, fue el primer paso del camino que ha llevado hasta hoy.
¿No tuvo la tentación de meter la espada y cortar el rabo?
Sí lo pensé y cuando fui a la barrera pensé en que iba a meter la espada. En lo personal me entró la nostalgia de pensar fríamente en lo que el toro me ha dado en mi vida, en cómo me ha formado y en cómo me ha permitido crecer como persona. Pensé en que no matándole le devolvía algo a la fiesta, no sé si mucho o poco, dejando la vida de un toro tan noble. El devolver la vida al toro dejándolo ir al campo, el sentir esa felicidad me pudo más.
A pesar del indulto muchos pudimos ver un cambio el pasado noviembre en Insurgentes, se te vio más maduro.
Desde luego. Muchas cosas cambian teniendo las cosas un poco a favor y sin tantas cosas en contra. Cuando uno experimenta cosas en uno mismo, buenas y malas, saca experiencias. Eso fue el causante de ver más evolución, más madurez.
¿Se le presiona demasiado con tan pocos años de alternativa?
Quizás sí y quizás no. He sido muy consciente de lo que he pasado frente a los maestros que me llevan años de carrear. Esto es así de duro y directo, tienes que aprovechar las cosas en el momento y coger las oportunidades cada día sabiendo que esto es duro.
En el ruedo se refleja esas ganas de vivir que tienes.
El torero de la plaza es solo un reflejo de como te sientes en tu vida cotidiana. Soy una persona alegre a la que le encanta la vida, las cosas sencillas, su familia, el campo… Siempre estoy sonriendo, pocas veces me verán triste. Hasta en los momentos más malos busco el lado bueno de las cosas.
El día 12 estás anunciado en un evento histórico ya asentado como torero principal.
El cartel del día 12 es un impulso grandísimo para mí que me demuestra que el esfuerzo vale la pena, que todo lo que uno pasa, sus sacrificios, merecen la pena.
Para acabar, ¿y España?
Lo he tenido en mi mente presente, quiero volver. Quiero volver para ver a mi familia de allá, aunque no sean familia de sangre. Quisiera volver a torear y que me vieran como estoy ahora.