Rosana Toledo “Del toro saqué las fuerzas para luchar contra el cáncer”
Hoy hablamos con Rosana Toledo, torera. Una luchadora de alegría contagiosa que nos relata cómo el toro marca su vida y fue el asidero al que se agarró en el trance más complicado de su vida, su lucha contra el cáncer de mama. Ahora, feliz, afronta el ver a su niño de 3 años con el veneno del toro dentro. Rosana lo ve sin renunciar a su sueño, su alternativa.
¿Por qué decides ser torera?
De pequeña mi hermano empezó en el toro entrenando y un poco en los comienzos de Juli. Me animé y me puse delante de una vaca. En ese momento lo tuve claro y me decidí a echarme para adelante.
¿Fue un paso difícil?
Para mi familia. No sabían nada del toro e imagino que tener a una niña con 13 años queriendo ser torera no debe ser fácil, pensarían, ¿cómo me como esto? (risas).
Pero te apoyaron
Al final sí, al ver que me lo tomaba en serio. Vieron como día y noche me dedicaba al toro.
Empiezas en la Escuela de Toledo, ¿cómo era?
Tenía una disciplina que yo creo que no hay ya en ninguna escuela. Estabas admirando a los novilleros que funcionaban como Ricardo Triviño o Ricardo Bastanchury. No llegaron a matadores pero eran los que más toreaban y los admirabas viéndoles entrenar.
Pero al salir…
Fue más complicado. Tras la Escuela de Toledo fui a la de Madrid pero una vez que debutas con caballos te ves sola en el toro. Piensas en cómo coger lo que te viene delante. Debuté con la tele delante pero a la segunda novillada picada una cogida me tuvo un año en silla de ruedas.
Tras el éxito de la primera, con la tele delante, ¿esa cogida en Manzanares te partió la carrera?
Yo diría que sí, vivía un momento muy bueno. El toro no estaba como ahora, no estaba tan degradado. Ibas a torear y tenías tu dinero. El triunfo con RTVCM me había dado treinta novilladas en buenas condiciones e incluso se habló de ir a Madrid. Aquello paró todo.
¿Cómo afrontaste ese desierto?
Con desánimo. Es como si pasas de tener mucho trabajo a quedarte parado. Te llamaban y te decían que tranquila, que contaban contigo para la próxima temporada pero…
¿Hay mucha mentira en el toro?
No sé si la palabra es mentira pero sí que juegan con los sentimientos del torero. El empresario juega sus cartas e intenta ganar y muchas veces juegan con el torero. Te dicen que sí un día y si otro llama ofreciéndose por menos (sin los gastos) le cogen a él porque buscan ganar más.
¿Pensaste en dejarlo?
No, mi vida es el toro. Seguía con ganas de luchar.
Tu vida cambia cuando te detectan el cáncer de mama.
Sí, la última temporada había toreado doce festivales, volvía a remontar. En diciembre me lo detectaron y pensé que cada vez que cogía vida había algo que me paraba.
¿De dónde sacas las fuerzas?
Del toro saqué las fuerzas para luchar contra el cáncer. Sabía que tenía que luchar por él ya que me da la vida. Me daban el ciclo de quimio un martes y sabía que, aunque estaría malita y floja, el domingo me iba a levantar a entrenar. Mi meta siempre estuvo en volver a torear.
¿Tu familia fue consciente de cómo el toro te ayudó?
Sí, veían que mi única gana era dejar de estar malita y salir a correr. Ellos lo pasaron mal cuando me vieron calvita o llorando pero sabían que el toro era mi meta.
¿Cuándo te dicen que has ganado la batalla?
Terminé con la quimio y la radio y ahora estoy con un tratamiento básico para que no vuelva. Sé que ahora no lo tengo pero no estoy exenta de que vuelva.
Tienes una fuerza y alegría contagiosa.
Sí, cuando me dijeron que no tenía que tener familia por el tratamiento de Tamoxifeno para pararlo decidí que la iba a tener. Tengo un niño de 3 años con el toro en vena (risa tierna).
¿Qué sentiste al volver a verte en la cara del toro?
Me sentí viva. Me dije “sigo aquí” y fue la constatación de ver cómo lo que me da la vida es el toro. Cuando toreé en Malagón en el festival contra el cáncer que organizamos supe que era lo que mejor podía hacer, agarrarme al toro.
La llegada de ese torerito, ¿te ha hecho pensar en dejar el toro?
No, el toreo es mi esencia. Si a un pintor le quitas su pincel le quitas su motivo de vida. Estoy aquí para disfrutar del toro.
¿Está en tu mente la alternativa?
Está en mi cabeza, claro. De hecho en casa lo hablamos. Mi suegro es ganadero y mi marido me pincha para prepararlo. Necesitaría las novilladas necesarias pero por ganas no sería.
Nunca es tarde
No. A finales de la temporada con las nocturnas llegamos a pensar en tocar a Madrid. En la cabeza está todo. A raíz de la enfermedad toreo mejor por madurez y a lo mejor porque no tengo que demostrar nada. Eso hace que me vea más suelta toreando.
Entonces, el año que viene…
(Risas) No puedo decir nada. Toreé el tentadero y no tenía pensamiento de torear nada. La puerta la dejo abierta. No sabemos lo que puede pasar.
Me queda claro que tu vida es el toro.
Si, no lo pensaba antes pero ahora sí. Necesito entrenar para sentirme bien. En mi casa está el toro. Si no entreno yo está mi niño toreando siempre antes de ir al cole (risas).
¿Te gustaría que fuera torero?
Me veo apoyándole pero no me gustaría que fuera torero porque es muy sacrificado. Él lo tiene en casa. Yo no lo tenía en casa y me metí. Ojalá que le de por estudiar como queremos los padres. Eso sí, que estudie pero que sepa lo que es el toro.
¿Qué mensaje darías a hombres y mujeres que luchan contra esta enfermedad?
Sé que es duro pero con ánimo y fuerza se puede ir superando.
Eres una fuerza de vida con tanta alegría.
A raíz de la enfermedad he cambiado, antes no era así. Es algo que le tengo que agradecer al cáncer. No estoy exenta a que me pase como estoy viviendo con mi familia. Sé que hay otros más duros y es a las personas a las que más tenemos que apoyar en esa lucha. En mi caso me lo tome como una llamada de atención de la vida, te pasa para despertar.