El Payo “De vez en cuando perdemos el rumbo de lo que sentimos y de lo que nos hizo torero”.
Hoy hablamos con un torero de gran clase y que se labró un nombre acabando con el desierto de muchos años sin los mexicanos en nuestro país. Un gran torero que ha sabido superar una terrible cogida hasta ponerse de nuevo en un lugar preferente en el toreo. Hablamos con Octavio García “El Payo”.
El ser torero es algo que siempre sentí. Desde que era niño jugaba al toro, era lo que me hacía feliz. El toreo es lo que siempre me ha llenado.
¿Cómo fueron sus inicios en Tauromagia?
Fue un tanto extraño. De estar soñando mientras jugaba al toro en mi casa pasé a una escuela taurina como ésta, con tantas bases y con tanta experiencia para enseñar a vivir en torero. Fue un paso muy importante.
¿Cómo recuerda aquellos años?
Felices, fueron años donde todas las ilusiones y sueños los vives día a día. Años en los que no te das cuenta de lo que es este mundo y su responsabilidad. La ilusión te hacía ser muy feliz.
De ahí viajas a España.
Fue muy duro. Siempre había tenido la ilusión de conocer España y siempre soñaba que lo haría de torero. Con doce años me llevaron a matar un par de becerros al campo. Recuerdo ese día primero con muchos días ya que no conocía ni al toro español ni a su público. Eso sí, para mí corta edad -12 años- era todo un sueño.
Su paso por España, al margen del toreo, se recuerda por su enorme ambición.
Ahora se habla que otros paisanos míos fueron la punta de lanza, pero fui yo. Ahora han querido poner ese sello a otros toreros pero sé que de novillero pude conseguir el Ocho Naciones y pasar a torear cincuenta tardes en España. Ese primer año fue de crecimiento y aprendizaje. Me pegaron cuatro cornadas de mayo a agosto pero no pude parar, tenía que seguir colocándome arriba.
¿En qué se basa esa enorme ambición?
En la ilusión de querer ser. Es más vocación que hambre, diría yo. Hoy en día es difícil que los toreros salgan por el hambre por la mejora en la situación social de cada país. Es más bien un hambre por querer trascender como torero. Lo más grande es no ser olvidado.
¿Qué piensa al ver que solo la prensa habla de los Adame olvidando a toreros como usted, el pionero?
Es una situación diferente. Tuve la suerte de cortar una oreja en Madrid en 2007 y luego salir a hombros en Pamplona. En Madrid, ante el toro de La Quinta, recibí 19 premios. Para mí la situación es triste. No tuve la suerte de que me abrieran los carteles pero no me quejo. En mi época los carteles estaban más cerrados pero pude torear en Madrid, Barcelona… Aún así, tras eso, estuve años sin pisar España, ni un tentadero.
¿Por qué?
Muchas cosas. Creo que también el ser independiente. Estuve 11 años con Alberto Elvira y en ese momento quizás necesitaba el empujón de una casa grande.
¿Por qué hay tan poca memoria y dureza con los toreros mexicanos?
No creo que sea así. Al triunfar en Madrid se me abrieron las puertas y no se le daba tan importancia a los novilleros Estaba Pinar y dos o tres de proyección grandes y apostaron por lo suyo. Me vine a México a intentar hacerme figura y regresar ya como tal.
¿Tuvo sensación de fracaso al volver a su país?
Llegué a México tras mi temporada de confirmación en España. Llegué motivado al torear mucho y salí a hombros en Monterrey, Guadalajara, México (3 orejas), y me dio la oportunidad de torear 55 en México. Eso fue importante porque el objetivo planteado se había logrado, habíamos entrado y ya éramos imprescindible.
¿Le marca el percance de Querétaro?
Muchísimo. Fue un año en el que venía todo rodado y esa cogida me supuso un parón muy fuerte por las secuelas físicas. Verme en carteles después con figuras en Aguascalientes hizo que no parase. Desgraciadamente debí haber parado para reflexionar y recuperarme física y mentalmente. Las ganas de ser no me dejaron parar y salí perdiendo.
En La México debe parar.
La cornada me dejó secuelas físicas que sigo padeciendo. Me ha costado aprender a convivir con las secuelas. Tengo una sonda para el baño y las infecciones son constantes. Tras la cogida pesaba 56 kilos y no sabíamos qué pasaba. Decidí parar y tomarme unos meses para poder llegar a un patio de cuadrillas como era debido.
Tras esa recuperación vuelve y con una versión más reposada.
Todo suma. Tras la cornada mi nivel no era el mismo y tuve que parar para colocar todo en mi cabeza y en mi físico. Lo fundamental fue ver para dónde quería crecer como torero. En 2012 no estuve bien con la de Torrestrella en Madrid y todo esto me enseñó muchas cosas. De vez en cuando perdemos el rumbo de lo que sentimos y de lo que nos hizo torero. Todo esto me marcó la pauta hasta de cómo quería vivir.
Vuelves a España con los Lillo.
Ponerme delante de un toro en cualquier lado es algo bonito. Uno sueña con las grande ferias pero mi fecha de San Isidro se suspendió. Es normal. Cuando uno torea en los carteles buenos es porque interesa. Después de muchos años no me conocían en España. En las plazas, Castilla la Mancha Televisión me dio la oportunidad de que la gente volviera a hablar de mí.
¿Fue un paso atrás?
No les conocía. Me hablaron de un proyecto por medio de Alberto Elvira. No fue lo previsto y por eso ninguno siguen conmigo. Se juega con la ilusión de los toreros y así me sentí. De cierta manera no era lo que me habían dicho ni formas, ni los objetivos de la temporada. Aunque sí debo decir que los Lillo hicieron su mejor esfuerzo pero me sentí un poco engañado porque no era lo que me habían dicho. Al llegar allí me dijeron que por qué iba de esa manera, profesionales, ganaderos. Iba con la ilusión de hacerme un hueco allá.
Ahora, en otras manos.
Ahora tengo a mi hermano. Tengo la confianza que nadie me va a defender más que él. Es importante una persona de mi misma confianza. Ojalá pueda formar un equipo y volver a España. Sueño con torear en Sevilla, San Isidro…
¿Todo pasa por La México?
Evidentemente sí. Es el escaparate que tenemos los mexicanos de cara al mundo por la importancia de la plaza y de quiénes torean. Es importantísimo que la gente me vea y que tenga ganas de verme.
¿La inversión de los Adame perjudica a los demás?
Creo que al final no podemos estar todos. Es evidente, que no puede haber tantos mexicanos en las ferias y ojalá estemos por imposición del público y no de empresa. Dejo que ellos hagan lo suyo y yo lo mío sobre los valores de la tauromaquia.