Noches de purgatorio (Crónica Moraleja 12 Julio)
Las fiestas de San Buenaventura de Moraleja han tenido como acto principal una novillada nocturna goyesca que se ha convertido en un previsible purgatorio. Ahora, cada cual debe sacar sus conclusiones y salir más fortalecido para no acabar en tardes como ésta de nuevo.
Partiremos de un cartel confeccionado sobre la base de una novillada fea de San Martín grandona y desigual que cantaba por hechuras que no iba a embestir. Un hierro que anda mal no es precisamente un buen argumento para ilusionarse.
La pobre entrada en los tendidos (media) con la gente andando por la calle en dirección contraria tras el encierro de un toro nos demuestra que Moraleja está harta de vivir año tras año un purgatorio.
Cada año nos encontramos con novilleros que se repiten una y otra vez por la geografía y que en su tour no fallan en Moraleja. A muchos nos cuesta encontrar argumentos en ellos y la entrada en la taquilla demuestra que a los habitantes de Moraleja también.
El centro de la novillada era el diestro de Trujillo José Rojo, un novillero que no está en ese circuito, que ha acudido al coso acompañado de su fiel legión de seguidores que superó el centenar. Pues bien, todos han vivido su más duro purgatorio. José no ha estado en toda la tarde al nivel que acostumbra y se han vivido momentos francamente duros. El cacereño ha estado incómodo, enfadado y por momentos hasta desesperado por verse en un esperpento.
Su primero fue un toro serio que salía de cada pase mirando los adornos de la plaza. Un novillo tan gordo y desesperadamente malo, encima de tu apoderado, enfada pero no es para perderse como ha hecho Rojo. Una imagen de un novillero enfadado no es la más adecuada, dicho esto, no había para más.
En el sexto pudimos ver un espectáculo habitual en estos purgatorios como es el de unas cuadrillas desafortunadas. El animal cantó mansedumbre y la desastrosa lidia le aquerenció en una esquina del cuadrado coso. Rojo vio rápido que no tendría opciones, todos los vimos, y se encabronó sin miramientos. Sin ideas, ofuscado, se dedicó a probar que su mala suerte es demasiada y que merece mejores cuidados. No fue la forma de reivindicarse la adecuada poniendo claramente sobre la escena su enfado. Con la espada debió escuchar los tres avisos que debió dedicar a un apoderado que llevó esa novillada tan mala para su pupilo tras ponerle a torear en marzo a la luz de los móviles. Con la plaza vaciándose Rojo aguantó su quinario como lo hicieron sus espartanos seguidores que no tuvieron tiempo de consolarlo ante el enfado del novillero. Sin duda José quiere ser torero y hoy se ha encabronado en un claro grito de desesperación que debió realizar de otra manera. Conociendo su hambre seguro que hoy usará este enfado para avanzar pues condiciones tiene y más hambre aún.
El resto de la novillada dejó a un Javier Orozco al que no vimos nada. Se perdió con el mulo que salió en primer lugar con mucha inquietud de piernas y una desastrosa espada y también debió ver a su novillo en corrales tras un penoso uso del verduguillo tras tampoco dejar nada para el recuerdo. SILENCIO EN AMBOS.
Juan Carlos Benítez superó el purgatorio a base de oficio. Se le nota que está toreado, otra cosa es que guste la forma en la que realiza su toreo. A sus manos fue el novillo más destacado del encierro con el que dejó un derechazo elegante y poco más. Mató rápido y cortó DOS OREJAS la segunda poco pedida.
Al quinto lo masacró en varas y lo mató, poco más se puede decir. SILENCIO.
Más allá de las 11 de la noche salimos de este auténtico purgatorio del que solo se salvó el cariño que Moraleja otorgó a Emilio de Justo, presente en el coso. Estas noches uno se pregunta por qué no se pueden hacer mejor las cosas pero eso queda en manos de esas mentes privilegiadas que dirigen el toreo y de esos apoderados que “cuidan” así sus productos.
El año que viene con no venir uno se ahorraría un purgatorio más pero el problema es que esto es un veneno en el que siempre buscamos el lado bueno. La belleza del coso, la presencia de la tele extremeña hasta en festejos así, el cariño de la peña de Rojo a su torero o las ganas de ver al de Trujillo apretar los dientes son motivos más que suficientes para seguir de purgatorio. No tenemos solución…