Manuel Diosleguarde “Cortar un rabo en La Glorieta supuso cumplir un sueño”.
Sin duda, uno de los nombres más destacados del tercer escalafón es el del salmantino Manuel Diosleguarde. Con él, más nervioso que delante del toro, repasamos unos inicios llenos de ilusión.
Foto: Tribuna de Salamanca.
No tengo antecedentes taurinos pero los toros siempre me han gustado. Iba cuando podía y veía toros por televisión. Cuando llegó a Ciudad Rodrigo la Escuela de Salamanca me apunté tras acompañar a un amigo y me fui ilusionando. Mi sueño es ser torero.
¿Qué fue de aquel amigo que, indirectamente, te metió en el toreo?
Estuvo un año en la escuela. Conservamos la amistad y me sigue animando a ser torero.
¿En qué momento notas que sí, que vas a ser torero?
Los nervios y miedo que se pasan en los primeros tentaderos se van pasando. A medida que los superas y te encuentras bien con el animal esto te engancha, nunca tienes suficiente y quieres más esas sensaciones que vives.
Salamanca y Juan Ignacio Sánchez.
El maestro, como profesor y persona, es muy bueno. La Escuela es una de las mejores que hay por el número de alumnos como por la gran cantidad de festejos que da. Son muchas las oportunidades las que no dan, tanto en invierno como en verano, en tentaderos y novilladas. Admiro mucho a mis profesores.
Tu carrera cambia en Ledesma
Fue el primer Bolsín al que acudí, iba a probar y gané. Allí estaba Cascón y decidió apoderarme. Desde ese momento empieza a sonar mi nombre y aparezco en varios artículos. Todo gracias a ganar Ledesma.
¿Qué te aporta un apoderado tan joven como él?
Me aporta valores. Me enseña lo duro que es esto, la importancia del sufrimiento y de la entrega. Es un apoderado muy joven pero conocido y con muchos contactos.
Este año, entre otros sitios, pude verte en Candelario. Me llamó la atención la enorme conexión con los tendidos.
Es una facilidad que he tenido desde que empecé. Esa conexión con la gente la sientes, te motiva y hace que te rompas. Esa facilidad me viene muy bien.
Alejandro Marcos, David Salvador, ahora tú. ¿Pesa?
No, la verdad.
¿Pesa más la entrevista? Ahora no duda ni un ápice.
Sí (risas).
El enorme desparpajo en los ruedos cambia con una timidez propia de la edad.
Sé que la gente está conmigo en Salamanca. La Escuela confía mucho en mí y yo debo devolver esa confianza.
Ya te han visto cortar un rabo en La Glorieta.
Fui con toda la ilusión del mundo y llegar allí y cortar un rabo en La Glorieta supuso cumplir un sueño.
En esta trayectoria no falla tu peña.
La constituyen 180 socios y allá donde voy van al menos 40-50. Ese apoyo se nota y te ayuda mucho en el ruedo.
Francia te ha adoptado rápido
Es muy importante. Me presenté en un bolsín, gané, y la gente se puso de mi lado. He toreado nueve y la gente ha estado muy bien conmigo, la afición es de otra forma. Si te entregas se quedan contigo y tienen mucha memoria.
En tu año arrollador, ¿queda la espinita de la final de Sevilla?
Cuando me presenté fue bien y corté oreja. En la final no salieron las cosas como deberían. Espero volver allí y triunfar fuerte.
Incontables tus triunfos. ¿Tienes miedo a que las cosas no salgan?
Sí, la verdad. A veces pienso que las cosas pueden no salir y me da miedo no dar la cara.
¿Cómo superar ese miedo?
Gracias a la preparación que lleva uno, los entrenamientos, los consejos… Eso te da garantías.
Por delante, ¿el debut?
Sí, este año ha sido de preparación de cara al año que viene. La idea es debutar con caballo a comienzos de temporada.