Luis Miguel Encabo nos presenta a Leandro Gutiérrez (Final Alfarero de Plata)
Mi afición comenzó desde que tenía doce años y mi papá me llevaba a ver las novilladas a Cali. Además, dos amigos míos que quisieron ser toreros me fueron metiendo en este mundo. Me llamó la atención el toreo y a los trece le dije a mi padre que me metiera en la escuela taurina de Cali.
Hablemos de la escuela taurina de Cali.
Aprendí muchas cosas como la técnica, cómo ponerme delante de la cara de los animales… Mi maestro durante un año fue Vázquez II y otro con Marco Antonio Girón.
¿Cómo es la formación para los jóvenes en Colombia?
Es distinto. En España se torea con más competencia, hay más escuelas y más oportunidades. En Colombia hay menos pero son muy buenas, puedes torear en plazas de primera como Cali o Manizales. Debuté en 2014, antes de venir a España, en Cali. Es un poco difícil porque no toreas mucho pero entrenas demasiado y te pones fuerte.
¿En qué consistían esos entrenamientos?
Eran físicos, una hora o dos corriendo, estar sin parar haciendo cosas como el capote con las dos manos, todo con la muleta en la mano… Era entrenamiento, sobre todo físico, y mucho toreo de salón. Casi, como te comentaba, no toreábamos pero cuando lo hacíamos íbamos con muchas ganas de ponernos delante.
¿Cómo contrarrestar tanto esfuerzo sin el premio de torear?
Con ganas. Delante del animal no podíamos desarrollar mucho pero lo suplíamos con mucho entrenamiento y pensando siempre en qué íbamos a torear. Cuando toreábamos lo hacíamos a reventar, jugándonos la vida porque eran pocas las oportunidades. A punta de ilusión y de querer todo. Quiero ser torero, es mi ilusión.
¿Cuándo llegas a España?
Con 17 años mediante mi maestro, el banderillero Chiricuto. Él se comunicó con el CITAR y pude venir.
Foto: Carlos Pinto (Novilladassin.com)
¿Qué diferencias notaste al llegar a España?
Había mucha competencia, muchos chicos de mi edad y menores que toreaban muy bien. Eso lo notas y dices “guau”, la competencia es de otra manera y te hace apretarte muy bien los machos. Tenemos la ventaja de que podemos torear más, vamos más al campo, eso te ayuda a formarte.
¿Cómo es la disciplina en tu escuela, el CITAR?
Es bastante rígida, tenemos un plan físico en las mañanas. Un profesor nos le da y le hacemos toda la mañana. Luego descansamos. Estamos en Fuentelencina, un pueblo en el que pasamos los 365 días del año y está bien ya que te alejas de todo aquello que de verdad importa.
Por la tarde llega el maestro Encabo y damos las suertes del toreo y entrenamos de salón en Cantinuevo. Los sábados y los domingos las clases teóricas con Pedro Alonso sobre encastes, historias del toreo, suertes… Aquí he aprendido muchas cosas que antes ni imaginaba.
365 días, ¿no vas a Colombia?
El año pasado fui tras dos años sin estar. Hay compañeros en mi misma situación que no regresan para quedarse preparándose, es algo que tenemos que hacer. El sacrificio de no estar con tu familia te ayuda a tener claros tus objetivos y a madurar.
Duro. Cuando llega nochebuena, tu cumpleaños…
Lo pasas difícil pero, gracias a Dios, tenemos un director que nos acoge en su casa como si fuésemos un miembro más de su familia. El maestro Encabo también viene a entrenar en esas fechas, es un no parar en todo el año pero el que quiera irse a su país, puede, nadie se lo evita.
Deben ser unos gastos fuertes, ¿quién te apoya?
Mis padres se encargan económicamente de mí. Los que han velado siempre por mí son ellos aunque hay otras personas que también me ayudan.
Antes me decías que vives en un pueblo, apartado. Eres joven (20 años) y los viernes, las fiestas… ¿no se echan de menos?
No soy mucho de salir a fiestas, no tengo ese deseo de salir en la noche. Han llegado momentos en los cuales te aburres y quieres ver gente y quieres salir de aquí. Somos jóvenes, queremos relacionarnos, ir a tomar algo, ir al cine. Muchas veces nos apetece. En el invierno, con la temporada acabada, podemos salir más. Tenemos a Juan de Castilla, que tiene coche, y le pagamos la gasolina y nos lleva a Guadalajara. Vamos al cine, nos distraemos…
¿Cuántos sois?
Nueve, entre colombianos, mexicanos y un español.
Los roces serán inevitables viviendo tanto tiempo juntos.
En verdad la convivencia es fácil de llevar, en otros momentos es más difícil. Al estar nueve chavales conviviendo hay problemas, roces, pero la verdad es que últimamente nos llevamos muy bien. Cuando ha habido problemas y disgustos lo hemos arreglado. Pedro y el maestro están siempre pendientes de nosotros y nunca ha pasado nada de lo no deseado. La convivencia es muy buena, somos conscientes de nuestra situación y de lo que queremos, nos apoyamos como una familia. Aunque nuestras familias están lejos, cada compañero se convierte en nuestro hermano, nuestro padre… eso nos ayuda.
¿Es duro el maestro Encabo?
Es muy exigente. Siempre me exige y eso me gusta. Siempre me está diciendo “hay que salir a por todas”, me anima mucho. Me gusta ir a las plazas y que él este conmigo me anima mucho. Me desafía a salir a por todas desde el primer momento. Me cuesta salir caliente a las plazas pero el maestro lo logra y eso me gusta. Eso me sirve yle doy gracias por ello.
El año pasado te vi en el festival de Nava de la Asunción y no saliste precisamente frío. Portagayola, entrega total tras un festival con figuras e indulto de tu profesor.
Disfruté mucho desde el primer momento. Me hacía ilusión torear al lado de grandes maestros, fue mi tarde más disfrutada, la que más he sentido y la que ha marcado mi corta carrera. Tenía claro que al lado de esos maestros debía arrear. En ese día las palabras del maestro para salir caliente sobraron, lo tenía claro. El maestro había dado una gran cátedra con el indulto. Yo también tenía que salir a por todas y salir a cortar la pata del novillo.
En Villaseca, en la semifinal, tampoco saliste frío.
Es verdad. Es un certamen que me ha motivado mucho porque dos compañeros han participado otros años como son Ricardo de Santiago y Héctor Gutiérrez. He podido ver como llegaron a la final y casi ganan. Me hacía ilusión ir a un certamen tan importante. Torear la final era como un sueño y se ha cumplido. Me tocó una vaca buena y pude mostrar las ganas de torear allí.
El trapío es seña de identidad de La Sagra.
El año pasado veía la novillada que toreó mi compañero y me preguntaba lo mismo. Sacaba la conclusión de que voy a ser matador de toros y no becerros y para seguir creciendo es necesario pasar por el becerro, eral, utrero… aunque sé que va a estar fuerte me motiva para poder decir que voy a demostrar que sirvo para esto. Un bonito día para demostrarme a mí, a los maestros y a mis padres que de verdad valgo para esto. Un hombre dispuesto a jugarse la vida, sin importar nada. Voy a por todas.
Una buena oportunidad para que te vean tus padres y Colombia.
Ellos estarán pendientes de mí, la primera vez que me van a ver torear por la televisión. Tenía pensado aprovechar la oportunidad de brindarles el novillo.
¿Qué tienes por delante en la temporada?
Después de Villaseca, en agosto Málaga es lo único que me ha dicho el maestro y el 16 de agosto Guadalajara busca Torero. Las únicas que me han dicho son.
¿No vas a ir a Colombia?
A visitar a mis padres, a torear no sé si es conveniente. No quiero quemar ese cartucho y quiero volver maduro para que cuando me vean digan “guau, mira cómo se fue y qué torero ha venido”. No estoy preocupado ni afanado de ir allí, todo vendrá
¿Y el debut con picadores te le has planteado?
Depende de como ruede la temporada y si las cosas van bien, no quiero anticiparme a nada, pero me gustaría.