La mediocridad por bandera en un festejo que pedía caras más nuevas (Valdemorillo 9 Febrero)
El segundo festejo de la feria de Valdemorillo se convirtió en una desesperante oda a la mediocridad por parte de una terna que comienza a estar demasiado vista y una ganadería que, aunque no se cayó, no cumplió con lo que se podía esperar de ella.
Mientras el bar frente a la plaza estaba a reventar viendo el fútbol los aledaños del coso dejaban claro que hacer coincidir fútbol y toros era una equivocación. La media plaza en los tendidos a la hora de iniciar el festejo lo confirmó, una pena porque se podría haber rozado el lleno sin el dichoso fútbol.
Abrió la tarde Curro Díaz con el mejor toro del festejo. El de Linares sigue empeñado en dejar las cosas a medias y dejarnos solo gotas de una calidad que empieza a parecer imposible de ver redondear. El de La Palmosilla tuvo genio y los enganchones deslucieron el buen corte del coleta. Las apreturas fueron muy desiguales y solo la estocada levantó una petición tan pobre como indudablemente mayoritaria. OVACIÓN.
En el cuarto permitió un tercio de varas demasiado largo y malo dejando al animal, al que no le sobraba nada, con poco que hacer. Curro estuvo afanoso, aburrido en una faena vacía. La espada levantó una petición de más deseo que motivo. OVACIÓN.
Juan del Álamo lanceó con mucha desigualdad al segundo. El salmantino no se enteró de las distancias y las alturas del complicado animal y nos regaló una faena tan larga como insustancial. SILENCIO.
En el quinto arrancó una oreja tan pobre como populista. Su faena estuvo marcada por la mala colocación, las prisas y los guiños vacíos al tendido. Por momentos nos quedamos a punto de ver el salto de la rana. Una voltereta preludió el torbellino de trapazos que le puso en sus manos UNA OREJA.
Román dejó lo más destacado con el tercero. Si bien su faena de capote no entrará en la historia sí le pudimos ver firme y con ideas. Se inventó la faena con inteligencia colocándose donde el toro medio-embestía. Sacó pases que nadie pensaba ganándose al público con sitio y mando. Con la espada no estuvo acertado para después regalarnos un tormento con el verduguillo que casi le costó los tres avisos. LEVES PITOS.
Si bien había dejado buena imagen en su primero en el segundo ni vimos al valenciano. Al ensabanado que despertó a la gente del letargo, así de sustancial había sido la oreja de Del Álamo, le aplaudieron por guapo. Román lo abrasó en el caballo y lo remató en una faena de muleta en la que se contaron demasiados pases que no dijeron nada. Por lo menos la corrida fue corta. SILENCIO.
MEDIOCRIDAD POR BANDERA EN LA SEGUNDA DE VALDEMORILLO CON UN INSUSTANCIAL ENCIERRO DE LA PALMOSILLA Y UNA COLECCIÓN DE PASES INCONTABLES QUE ABURRIERON HASTA EL EXTREMO. HOY MIURA, ENORME EXPECTACIÓN, DEBE LEVANTAR UN CICLO QUE SOLO LLEVA EL NOMBRE DE LAS GANAS DE RAFAEL GONZÁLEZ.
Caras más nuevas hubieran sido un aliciente.