La cosa va de parejas (Crónica Olivenza 4 de Marzo)
Bien sabe Dios que en principio este año no volvería a Olivenza pero dentro de esta relación de amor – odio que me une a la tauromaquia me pudieron las ganas de rememorar la gran noche de toros (indulto aparte) que pasado mes de agosto nos dieron estos toreros en Herrera del Duque. Pudieron las ganas a las dudas surgidas por las inclemencias del tiempo y mi rechazo a algún que otro hierro de los anunciados para el mano a mano entre Antonio Ferrera y Ginés Marín. Para mí la sustitución fue el aliciente definitivo
Por Alfredo Sevillano (@Alfresevillano).
Festejo que cerraba la Feria del Toro de Olivenza 2018 y que ha estado marcada, de principio a fin, por las inclemencias climatológicas. Los toros no siempre son de “sol y moscas”.
Antonio Ferrera (verde mar y oro) entró por la vía de la sustitución para medirse con Ginés Marín en mano a mano lidiando toros de Zalduendo (1º y 6º), Garcigrande (2º y 5º) y Victorino Martín (3º y 4º).
En Olivenza hay parejas que ya son clásicas. Algunas entendibles, como pueden ser los propios festejos con la lluvia. Otras inexplicables, como los carteles con el hierro de Zalduendo y otras dignas de investigación, como son las que mantienen ciertos entes con el callejón del coso, y otras que comienzan a gustar, como la de Antonio Ferrera y Ginés Marín.
Con el hierro en cuestión estaban marcados los toros que se encargaron de abrir y cerrar la tarde. Vacíos de absolutamente todo. Serio el 1º de la tarde que ya en el capote de Antonio Ferrera perdió las manos antes incluso de tomar un puyacito. Faena sin apreturas todo a favor del toro, rematando los muletazos por alto para evitar los constantes viajes a tierra del negro zaíno marcado con el hierro de la “Z”. Pitos para el toro en el arrastre.
Copia y pega en el 6º, con el que Ginés Marín se despidió de su feria y que poco pudo hacer más que mantenerlo en pie. Abrevió ante el diluvio que comenzaba a caer y la poca conexión que el trasteo tenía en los tendidos. Así es muy difícil. Imposible diría yo.
2º y 5º lucían el hierro de Garcigrande y Domingo Hernández y adornaban sus morrillos con divisas negras en señal de duelo y respeto por el ganadero recientemente fallecido. Melocotón de capa el que hacía 2º de la tarde y 1º del lote de Marín. Terciado de trapío, justo de poder pero con unas cualidades típicas de la casa. Vimos buen toreo de capa al estirarse el matador a la verónica, cosa que es de agradecer. Faena a placer ante un toro que Marín entendió y con el que supo andar con el temple que estos toros necesitan. Cortó la única oreja de la tarde tras una faena que por momentos estuvo marcada por el aire.
Feo de hechuras el 5º. Cuesta arriba, corto y “regordío” y feo también por delante. Antonio Ferrera quizás sea el único lidiador que hay en el escalafón. Lidiar no es torear y lo demostró quitando al toro tras el puyazo. El origen del quite artístico como hoy lo entendemos. A mí, personalmente, me parece un acierto que decline poner banderillas. Brindó al hijo del difunto Justo Hernández antes de tropezar y caer de rodillas en la misma cara del toro mientras se lo sacaba a los medios. Sin enmendarse se puso a torear formando un auténtico alboroto. La faena acabó diluyéndose y la tarde con la espada mejor olvidarla.
El encierro lo completaron dos toros marcados con la A coronada. No hubo desmayos, ni ojos sangrando, ni nada parecido… se demostró que no pasa nada por lidiar otros encastes en este tipo de ferias. Ovación unánime de salida para el que hizo 3º. Clásica embestida de la casa en el capote. Revolviéndose sobre las manos y apretando. Humillaba arrastrando el hocico por el albero pero tras el puyazo que recibió se hizo más evidente la tendencia a tener una embestida reservona. Ferrera lo entendió y se lo sacó a los medios alargándole la embestida, sin brusquedad. Tirando hacia delante del toro. No era empresa fácil, el toro se tragaba en 1º y a continuación se frenaba, esa fue su condición durante toda la lidia. La faena fue un uy! constante puesto que el cárdeno se quedaba en la misma cadera. Todo el tendido estaba metido en lo que allí estaba pasando, nadie se aburrió. Emoción. De nuevo una vuelta a los orígenes con una lidia sobre las piernas y un trasteo tocando los costaos para terminar con la espada. Hoy no quiso entrar. Aplausos para toro y torero. “Mojarrillo” no dejó indiferente a nadie.
No me gustaría que la carrera de Ginés Marín con los Victorinos se resuma en un toro una tarde en Olivenza. Se le vio muy capaz, solvente y con la cabeza despejada con el que hizo 4º. De embestida más franca con el capote Marín se lo sacó a los medios primero alargando su embestida y luego estirándose con el lance fundamental y dejando una media de sabor muy añejo. Aplaudido fue el 2º puyazo de Guillermo Marín. El toro colocado en suerte, cita el picador, el toro se arranca y antes del encontronazo con el peto las cuerdas de la puya están dentro. La afición aplaudió. Queda demostrado que el tercio de varas gusta cuando la suerte se hace y el toro aguanta.
Faena inteligente de construcción y ejecución. Tras un inicio marcando los caminos de la embestida al de Victorino le recetó tandas de naturales de gran ejecución. Aguantó parones y miradas desafiantes justo antes de arrancarse al paño pero anduvo listo el matador para fijarlo en las telas. De nuevo el agua hizo acto de presencia y el público se preocupó más de no mojarse que de ver culminar la faena. Lo cazó con la espada pero esta hizo guardia y perdió una casi oreja casi segura. Lástima.