Javier Jiménez “Cuando me llamaron de Cenicientos ya sabía que ahora se podía ir allí”
El 15 de Agosto trenzará el paseíllo en Cenicientos un gran torero, Javier Jiménez. Tras tocar el cielo saliendo a hombros en Madrid ahora pelea por volver en las duras, todo desde la educación tan exquisita que siempre le ha acompañado y su amor al toro. Cenicientos ha creído en él, nosotros también creemos en sus condiciones, y la de Dolores espera para volver al lugar del que nunca debió de salir.
Uno nunca olvidará el poder entrevistarle el día después de salir a hombros en Madrid y recibir tan exquisito trato. Sin duda, un ejemplo a seguir.
Recién aterrizado de La Feria de la Virgen del Carmen de Bambamarca, ¿cómo estás?
Muy bien. He llegado hace dos horas de allí y vengo muy contento. Pasé de torear una que tenía contratada a repetir por las tres orejas que corté el primer día. En la segunda pude cortar otra.
Una feria muy original, con un speaker que no paró de hablar.
Es todo muy diferente a lo que vivimos en España. Tienen, por así decirlo, menos idea y les explican todo al acabar la faena. Es otra cultura y otra forma de entender la fiesta.
Pero la plaza hasta la bandera.
Increíble. Es un entradón con 8000 personas y encima te llevas una experiencia única.
Uno de los problemas es lo desigual del ganado en cuanto a juego y presencia.
Salen de diferente forma pero se dejaron estar todos menos el segundo del último día, ése fue muy malo.
Pero muy serio el toro de San Simón, sobre todo en comparación con los demás.
Era serio y era el que menos de los que echaron de este hierro. Se lidiaron toros de tres hierros cada día y los de San Simón fueron muy serios.
Entiendo que estáis acostumbrados a entrar por la vía de la sustitución pero, ¿cómo sienta el ser premiado con otra tarde sin estar anunciado por el tema del triunfo?
Encantado, limpio el traje y “palante”. Es un reconocimiento a como hace uno las cosas y eso sienta siempre bien.
¿Conocías Perú?
Conocía Acho, de novillero, la provincia es distinta y te sorprenden muchas cosas. Hay que ir con la mente en blanco deseando aprender de todo.
¿Con quién fuiste?
Con mi padre pero también había otros toreros a los que conocía como Del Álamo, Gerpe o Younes, eso te hace estar más arropado. También había tratado al empresario. Es, como te he dicho, otro mundo.
Pero con mucha pasión.
Desde luego. Mi padre me decía que así era la España de los 60. Una España más apasionada, más rural, más de gente de campo y que vibraba más con el toreo, la época del Cordobés viejo. Así es Bambamarca.
Ese cariño debe llenar.
Fue algo impresionante, una experiencia enriquecedora. Después de la corrida estuvimos una hora con la gente y nos tuvimos que ir porque aún seguían. Ven el toreo con mucha pasión, como un héroe y eso te llena.
Pero una época en la que coinciden Mont de Marsan, Pamplona… ¿sentiste nostalgia?
Sabía que no tenía nada en España y por eso he ido. Sé que España es más importante pero en Perú hay un mercado muy bueno. Hay plazas a las que no puedes ir pero otras como Chota, Cutervo, Cajamarca o Bambamarca son para ir. Son ferias consolidadas y con gran capacidad. A lo mejor en España se ve en segundo plano pero a mí me sirvió mucho y las condiciones son muy buenas.
Pero habiendo estado en las ferias…
Las cosas cambian, vienen como vienen y en Perú he podido torear. He matado cuatro toros, me he puesto el traje de luces, he estado delante del público. Afortunadamente hago campo todas las semanas pero no es igual, la presión es clave. Esto es mucho mejor que estar parado y te llena. Yo me tomo la vida como viene y esto lo he visto como una gran oportunidad y no como un fracaso en mi carrera.
De esta situación, ¿se sale por las duras?
Pienso que sí, no sería el primero. En el toreo hay muchos ejemplos. En vez de quejarse hay que sacar el máximo partido a lo que se toree. Lo que me toca es esto y sobre ello tengo que crecer.
Pero Vic y Cenicientos son dos tragos…
Duros (risas). A mí me han abierto las puertas de sus ferias y les estoy agradecido. Hay compañeros que están peor que tú y no van. Cenicientos es de tercera pero lo que pasa en ella tiene repercusión. No es igual que Madrid, obviamente, pero tu nombre suena y eso es lo que importa.
Tocaste el cielo con la puerta grande de Madrid, ¿qué pasó después?
No salieron las cosas al año siguiente y me quedé parado. Las razones las tengo, las sé, pero no me gusta más que pensar en qué falló para corregir lo que está en mi mano. Las cosas se deben tomar como vienen, como una enseñanza del camino. Tengo que sumar, crecer y disfrutar toreando lo que tengo por delante.
Me decías que se puede salir por las duras, ¿pensaste en ello o te agarraste a ellas?
No tuve suerte en Madrid y busqué una solución. Torear estas ganaderías es lo que creo que puede ser. Estoy agradecido por torear esto.
¿Cambia la preparación?
No, es lo mismo. El toro exige igual. Cada hierro tiene un comportamiento distinto según su encaste. Hay toros de Dolores que no se dejan en el capote y rompen en la muleta como pasa con otros como Santa Coloma. Debes conocer los comportamientos de cada ganadería. El enfrentarte a hierros diversos te hace crecer, un torero es mejor cuanto más ganaderías le caben en la cabeza.
Pero, ¿si se pueden se evitan?
Sí, claro. A todos nos gusta el caramelo más dulce. Dicho esto, las otras no son más fáciles. De esas te salen un ochenta por ciento para pegar veinte muletazos pero a estas que tengo no las hago asco. No voy pensando en quejarme, voy pensando en poder hacer lo que siento a un toro.
Te llaman de Cenicientos, una feria proscrita hace años, ¿no pensaste en la basura que allí se vio antes de la llegada de Natalia, la alcaldesa?
Sé que ahora se hacen las cosas muy bien. Llevo toda la vida en el toro y puedo decir que me conozco como se hacen las cosas en cada sitio. Sé que ahora lo monta el Ayuntamiento y buscan relanzar la feria dándole la categoría de siempre. Cuando me llamaron de allí sabía que podía ir. Estamos para torear siempre y cuando nos respeten como toreros y nuestros honorarios.
El 15 de Agosto te toca un trago complicado, Dolores.
Compleja, la verdad. Tiene su forma de ser, no es una ganadería al uso. Sinceramente he estado mucho en el campo y he pasado momentos muy buenos allí. El toro complicado de Dolores es muy difícil, hay que conocerle mucho para confiar en él. Es una ganadería conocida de la que esperemos que salte uno al que pueda pegar 20 pases a gusto y si no amoldarme a su embestida.
¿No te da miedo que el triunfo te encasille con ellas?
No piensas en eso. Lo que pienso es que tengo dos toros el 15 de agosto, lo que pasé después es algo que no sé. Si la gente supiera lo que pasa… De momento sé que mi nombre suena, no he pensado más allá.
Alberto Lamelas triunfó con Conde de la Maza y le han repetido en Dolores y no El Torero.
El camino de cada torero es distinto. Hay gente que ha triunfado con las duras que sigue en ellas y otros que cambian a las buenas. Pienso que encasillarte es una tontería. No sé el caso de Lamelas pero hay otros como El Cid o De Justo, cada uno es un mundo.
Voy terminando, ¿cómo se lleva el pasar de llamarte a todas horas por triunfar en Madrid a esta situación actual?
Es parte de la vida. Me siguen llamando pero no es lo mismo. Es como el que gana la Champions, sales en las portadas hasta que dejas de ganarla. La gente me sigue reconociendo y lo noto. Con los que hablo confían en mí y no he tenido palabras de desaliento. Esto es algo que pasa en cualquier oficio, cuando estás arriba te llaman más. No me lo tomo como algo personal.
Los que te vimos aquella tarde no dudamos de que lo puedes volver a hacer.
Estoy convencido, si no, no tragaría esto.
¿Todo pasa por Madrid para salir de la situación actual?
Sí, Madrid me cambió la vida y espero que lo vuelva a hacer. Hay plazas como Las Ventas, Sevilla o Pamplona que tienen la capacidad de cambiarte la vida.
También la tiene una casa grande.
También, bueno, no lo creo. Yo he estado en una casa grande y cuando no van bien las cosas no toreas. El apoderado juega un papel pero el torero es el que apodera con su espada y su muleta. Lo he vivido. Cuando he triunfado he toreado y cuando no, me he parado. Si te lleva alguien con fuerza es importante porque te abre puertas pero lo debo solucionar yo gracias a Dios con mi toreo.
Me queda claro, torero, que eres un “enfermo” del toreo y sin rencor.
Las he pasado pero comprendes que la vida es así. Mira, cualquier persona en su trabajo te cuenta igual que yo. Cuando estaba arriba estaba bien y las cosas son así. Uno debe mirarse en sí mismo y saber que puedes solucionar lo que te venga. Lo que puedo es torear lo de Cenicientos y de ahí en adelante se me escapan las cosas.