Hablamos con Raúl Aranda
Seguimos hablando con los toreros que hicieron historia en los ruedos. Hoy “viajamos” a Zaragoza de la mano de Raúl Aranda. Hablamos con un apasionado del toro que hizo historia en los complicadísimos años 7o a base de valor y toreo. Dueño de un capote privilegiado dejó episodios de mucho valor y torería siendo uno de los toreros más queridos en el norte.
¿Cómo lleva el confinamiento, maestro?
Tranquilito. Yo me levanto muy pronto y a las 6 de la mañana salgo, a esa hora no me molesta nadie. Vivo a 50 metros del parque grande de Zaragoza, me doy mi paseo y quietecito en casa.
¿De salud bien?
Todos bien, gracias a Dios.
¿Cómo cree que va a afectar esto al toro?
Muy complicado hasta que no haya vacuna. Salvo festejos menores, he leído que Martín Arranz tiene un proyecto muy bueno, y pequeñas cosas lo veo complicado. Veo muy precipitado dar toros y ferias porque la gente no va a estar concienciada para estar apelotonada. Esto va a ser un calvario.
¿Qué le parece la idea de dar toros a puerta cerrada con la televisión?
No me parece mal para guardar un poquito el espectáculo taurino. Yo me pongo en la piel del que se ponga delante del toro sin público y es un poquito frío. Para mí, no hay nada incomparable a una plaza de toros llena, con su gente. La idea no me disgusta.
¿Y la idea de reducir el número de integrantes de las cuadrillas para reducir costes?
No lo veo, yo veo a la cuadrilla completa. Yo difiero de esa idea. Si no se puede dar el espectáculo al completo, que no se de. Los subalternos me merecen un gran respeto, yo lo he vivido, no lo veo. Veo más oportuno reducir el sueldo de las figuras del toreo, que se pongan en situación. He llevado 4 subalternos y 3 picadores en ferias, creo que es mejor que las figuras se adapten.
¿Por qué antes se revisaban los honorarios según la gente?
He tenido la suerte de ir en carteles con gente, cuando tenía que rebajar mi caché no iba. En mi último año me ofrecieron 20 y fui a 7. Tenía mi caché, flojo al final, pero jamás hacía a mi gente a reducir costes.
Esto me lo dijeron los maestros Ojeda y Capea pero con la condición de recuperar luego cuando hubiera gente.
Esos han andado siempre con grandes empresarios y lo que te “quitaban” por un lado te lo justificaban por otro. Al acabar el año la cuenta le salía.
¿Por qué han salido últimamente tan pocos toreros aragoneses?
Es una tierra dura para el torero. A la gente le cuesta ir a los toros salvo excepciones como Huesca, Calatayud y Zaragoza. A las demás no va la gente y a un torero de Zaragoza, no salir de aquí es morir. O ibas a Madrid y dabas un golpe o nada. Es una región que no es propicia para que salgan toreros pero han salido como Millán, El Tato, Serranito.
¿Le costó más a usted al ser de allí?
No, yo tuve la suerte de ser apoderado por Recondo y Cisneros desde becerrista. Mi debut en Zaragoza fue espectacular y toree 48 novilladas picadas con Manzanares, Gallosos, Galán (qepd). Estuve muy bien arropado por ellos. Había que dar la cara y lo hice como mi puerta grande en la confirmación. Cuando el ritmo se pierde la cosa cuesta más.
¿Cómo se afronta esto?
Tuve la suerte de que las cosas me vinieron de cara porque la daba. Pude estar los 70 a muy nivel toreando mucho en el norte, en Madrid… Luego me dieron muchas cornadas, una muy fuerte con extrema unción en Bilbao, y todo se complicó. Dominguín, Andrés Vázquez, Bienvenida, el torear con ellos fue un lujo.
¿Cómo lograr no bajar de ahí, de los puestos altos?
Era muy fácil para mí, me gustaba mucho estar delante del toro. Entrenaba mucho, me preparaba muy fuerte y ver dos figuras del toreo me animaban mucho. Eso te hacía venirte para arriba. Hasta el año 85 me valía cualquier toro.
Usted fue un torero muy regular.
He sido un privilegiado, lo que hacía era muy intuitivo pero mi preparación física era primordial. Si no estaba preparado como quería lo sentía delante del toro. He vivido mucho del afecto, del cariño y comprensión de mis compañeros, eso me ha servido de acicate.
Torero del norte, ¿era tan duro como decían?
Era muy duro. En Bilbao y Pamplona te ponían un pedazo de toro que no te daba 3 embestidas seguidas. San Sebastián y Logroño eran otra cosa pero Bilbao y Pamplona echaban leones.
Y triunfó.
Estaba muy preparado y la gente era muy agradecida. Siempre en Pamplona me veían con el animo de dar todo y reconocían cuando ponías el alma y eso que me han dado ostias buenas. En Bilbao he tenido actuaciones que no olvidaré, en alguna he pasado hasta miedo.
Recuerdo un toro de Victorino que me hizo sentir miedo y si lo mato le corto las dos orejas.
¿Cómo era?
Muy mirón, cuando le hacías “Ja” respondía pero hasta ese momento pasabas un ratito… Te voy a contar que después de esa corrida me fui solo a Zaragoza y tuve que parar a vomitar a los 20 kilómetros porque sabía que había pasado miedo. Dicho esto, superarlo me hizo sentir orgulloso.
¿Lo sintió (el miedo) al volver a anunciarse con Victorino?
No, fue una tarde especial para mí porque hice un esfuerzo muy grande en una época en la que lo estaba pasando mal con mi apoderado.
Volvamos a su Zaragoza. ¿Cómo fue su relación con ella?
En Zaragoza he pasado grandes tardes pero también había veces que me silbaban mucho, también hay que decirlo, me decían de todo menos guapo. Luego lo arreglaba con 8-10 lances. Me he sentido muy arropado pero me han exigido mucho aunque se volcaban conmigo. No tengo más que agradecimientos a mi afición. Es normal que en toros complicados te exigieran más, lo tenía asumido aunque sufría cuando no me comprendían.
¿Un público mas torista que ahora?
Sí, ha cambiado en los últimos 10 años. Ahora es más permisible, el toro es más normalito siendo plaza de 1. Antes traían toros muy fuertes, muy grandes, era muy difícil que te embistiera un toro por sus condiciones. La morfología del toro de Buendía es la que es y si se lidiaba tan grande era lógico que no embistiera.
¿Qué le ha pasado a Zaragoza?
Para mí está mejor, me gusta ver al toro más normal (y salen grandes todavía) pero es más cariñosa con el torero. La calidad de los toreros, ver como se arriman, es abrumador. Me gusta ver a mis compañeros y admiro cómo se arriman.
Pero la emoción ha bajado.
La selección del toro es bestial. Antes hablabas de buena corrida cuando embestían 2, con 3 hablábamos de una super corrida y nos matábamos por ella. Los otros toros eran muy imprevisibles quitando 2-3 ganadeŕias que sabías que te iban a sacar animales embistiendo. La selección actual del toro le hace más previsible, aunque sean enormes y con grandes puntas, y desde que salen sabes que si les haces las cosas bien te lo van a agradecer. Antes tenías que hacer las cosas bien para que mejoraran un poquito y te llevabas un “leñazo” cuando menos te lo esperabas. Ésa era la emoción del toro de entonces.
Ahora la perfección ha perdido la emoción.
Estoy de acuerdo. Antes la corrida te tenía en vilo con un toro que te podía venir derecho, cruzado o de cualquier forma. La selección del toro ha cambiado aunque ahora siguen cogiendo y haciendo daño. Recuerdo un mes de agosto en el que fui al Montepío del toreros con un brazo roto y había un “no hay billetes” de toreros con cornadas. La selección actual es mejor, yo me alegro de eso, y ahora te permite el toro que te puedas relajar, antes no era así.
¿Por qué hemos bajado de 25-30 toreros de arriba en su época y ahora 4-5?
Fue una generación gloriosa. Yo me voy a ir a la tumba con la satisfacción de haber toreado con la generación de Luis Miguel Dominguín y Bienvenida, luego la generación de Dámaso, Fuentes, Curro Vázquez… luego mi generación con Manzanares, Galloso, Galán… después la de Ojeda, Capea… había un plantel de toreros que como te descuidaras un poco no entrabas en las ferias. Era impresionante la calidad de El Viti, Camino… Un plantel extraordinario.
Que se arrimaban como perros.
Y el que no se arrimaba así era porque no le hacía falta como a Camino era porque con 7-8 naturales te volvía loco. Con el medio toro se dejaba ir muchas veces pero como le diera por dar esos naturales… Si El Viti cuajaba un toro te mandaba para casa, Capea se inventaba un toro que nadie veía y cortaba un rabo. José Marí era capaz de mandarte a casa toreando un toro. Ahora no hay tanto pero hay buena calidad.
En esa competencia ustedes no podían relajarse.
Desde luego. Las dos rodillas en tierra, larga cambiada y para adelante, no había lugar para relajarse. Yo he sido consciente que no podía ser Camino, El Viti ni Ordóñez pero me arrimaba e intentaba justificar mi sitio a su lado, aunque no he llegado nunca a su altura.
Pero llegó a figura.
Yo tengo mis limitaciones, sé quién ha sido cada uno.
Hombre, su sitio tan arriba…
Eso sí. He podido torear mucho en Madrid y, sin tener éxitos fuertes salvo la confirmación, me he sentido muy comprendido y querido. Eso me lo llevo.
Su capote, de torero privilegiado.
Se me ha dado bien, gracias a Dios. Puedo decir que hubo pocos toros que se me escaparan con el capote aunque me vinieran al corbatín. Torear con el capote me ha gustado mucho, me he sentido muy realizado, me propiciaba sensaciones muy bonitas.
¿Una vida feliz en el toro?
Sí, me siento dichoso y orgulloso de lo que he sido en mi profesión. Me ha ayudado el cariño de mis compañeros como José Mari, Espartaco, siempre me he sentido arropado en la calle por mis compañeros figuras y los que no han sido.
Un torero muy respetado
Para mí el sentirme querido es lo más grande para mí. No tendré cosas buenas yo pero tener amigos como Capea, amigos que te lo demuestran, eso es increíble.
En su faceta de comentarista en Aragón Tv también fue muy querido y recordado.
Te lo agradezco mucho, me lo decían y me llenaba de orgullo. Fue una época que me gustó. Como me he puesto delante sé valorar lo que hace un torero y no me duelen prendas decir lo bueno. He ovacionado, vestido de torero, a mis compañeros. Al ver salir un toro sé lo que puede desarrollar el toro y cómo está el torero. Me gusta ver un toro embestir, en el caballo y torear. Soy muy aficionado.
Pero usted no era “pelota” comentando y enseñaba mucho al toro.
Me gusta mucho esta profesión y lo que iba diciendo se cumplía como por ejemplo aventurar que un toro se iba a echar. He admirado a toreros por su calidad y por sus “huevos”. He admirado a Dámaso González porque le veía colocarse, bajar la mano de una manera que yo no era capaz.
Competían pero se admiraban.
No he sido envidioso, ni prepotente. Veía a un compañero y les respetaba, a Capea le sigo respetando cuando nos vemos y los dos tenemos 68 años.