Hablamos con Isaías Vázquez “Si se quita el tercio de varas la lidia pierde mucha belleza”.
Hoy hablamos con un ganadero que cuida a un hierro mítico dónde los haya y que, todavía, sigue despertando recuerdos y temor por la fiereza de sus animales. Hablamos con Isaías Vázquez, propietario de Isaías y Tulio Vázquez, con el que repasamos el estado de esta joya genética que bordeó su desaparición por temas sanitarios pero que conserva un tesoro que él cuida con esmero.
¿Cómo está llevando lo que estamos pasando?
Con paciencia y calma, con sumisión, la parte de ganadería de lidia. Lo que es la parte de ganadería de carne se ha resentido algo pero no mucho, hemos seguido produciendo y funcionando casi de manera normal porque, por suerte, se ha acusado menos.
¿El desastre viene en la parte brava?
Sí, el mercado que tiene es de público y ahí pinchamos todos.
¿Reciben algún tipo de ayuda por parte de la Junta de Andalucía?
Nada, ni palmaditas en la espalda, ni de la Junta de nadie. Este Gobierno no tiene bien visto al mundo del toro, no hacen nada, y a nivel de Comunidad alguna hará algo pero de momento, nada.
¿Por qué siempre se les pide romanticismo?
Es el que perdura en el tiempo, el torero es el momento. El ganadero que lo vive y lo siente es para tiempo largo aunque haya ganaderos de momentos.
¿Se puede vivir del toro bravo?
No, exclusivamente, no. Siempre ha sido un complemento, con momentos en los que ha sido más rentables que otros. Para nosotros, por suerte, nos ha dado más que nos ha quitado. Cada uno maneja su explotación de una manera, nosotros siempre lo hemos tenido más cómo afición que nos ha complementado a otras explotaciones agrarias y ganaderas que tenemos.
Hay ciertas aficiones y oficios que tienen que tener un toque de romanticismo cómo la cetrería o la doma, hay que tener paciencia y afición. Dicho esto, luego intentas que no te cueste o ganar dinero incluso.
Todos están en la fiesta buscando ganar dinero, parece que el ganadero siempre debe tirar del romanticismo.
Los toreros quieren ganar dinero, es lógico, pero tienen que tener un gran componente de afición y romanticismo a la hora de hacer las cosas, de crear arte.
¿Su ganadería tuvo momentos de peligro para desaparecer?
No, mientras yo tenga vida y ganas, no. Siempre intentaré que esté ahí. Tuve momentos muy malos con la petición del vacío sanitario y tuve que apartarme de la Fiesta para volverla a sacar a flote. Cuando estoy con capacidad de que hablen, bien o mal, de mí pasa lo que tenemos ahora. Mientras pueda la mantendré porque es una ilusión, una afición, una tradición y un estilo de vida que nos ha traído dónde estamos y me debo al respeto a mi padre y mi abuelo.
Su hierro sigue infundiendo terror y viene a la boca a la hora de hablar de toros duros, ¿por qué?
Creo que muchas veces se dicen cosas que son bulos. Nuestra ganadería nunca ha sido fácil, exige, tiene cierta agresividad y tienes que tener un oficio importante para poder estar delante. Eso no lo digo yo, lo dicen los matadores. Ante otro tipo de ganaderías que son más sencillas, que te obliguen menos… ¿Qué prefieres la lección de parvulitos o la filosofía de Kahn?
La respuesta es clara. ¿Es más difícil mantener un hierro con la peculiaridad de un encaste casi desaparecido cómo el de Pedrajas?
Sí, es todo más difícil. En mi caso he tenido suerte porque pude refrescar con los Pedrajas de Yerbabuena y me está saliendo bien. Es complicado cuando hay poco dónde refrescar porque es un encaste poco extendido con dos o tres ganaderías que lo tienen.
¿Cuándo todo se lidia del mismo encaste no dan ganas de tirarse a lo fácil?
Eso sería lo fácil pero me debo al respeto a quiénes iniciaron esta aventura. Me siento identificado con ese toro que ellos pensaron, un animal que cuando sale bravo exige y el público le quiere. El público quiere ese toro porque quiere variedad en la faena, toreros, comportamientos y ganaderías. Si no conseguimos eso los que pertenecemos al mundo del toro, nosotros somos nuestro mayor enemigo aunque no nos demos cuenta.
Nos conformamos con lo sencillo, no buscamos la emoción y esto es un espectáculo de emociones fuertes. Se necesitan, para ello, muchos factores cómo un público que lo entienda, que dicho sea de paso, le echo de menos. Ha habido grandes faenas que no se han mirado y otras, no voy a decir que facilonas, que se han cantado. Hace falta toreros que sean capaces y variedad ganadera. La ganadería no va a la velocidad de los gustos y el trabajo, sordo, es duro.
¿Acusa su ganadería el que haya menos aficionados?
Sí, por desgracia. El otro día comentaba con uno de Castellón que hay más afición de Despeñaperros para arriba que de Despeñaperros para abajo pese a que la mayoría de las ganaderías están aquí. Viven la afición más en el norte teniendo en cuenta las peculiaridades de cada zona. Si mirásemos a Francia, lo he dicho hace tiempo, deberíamos aprender de su público de cómo respetan y cuidan los tres tercios. En Francia aprecian todo, la lidia también y deberíamos aplicarnos; no hay Reglamento y sí sólo gente que quiere las cosas de una manera que exige y son más serios que un Reglamento. Dan importancia a la lidia, la que empieza desde que sale de toriles el toro hasta que se le arrastra.
¿La solución para su ganadería y de ese tipo es Francia?
La solución es que seamos capaces de enseñar el toro en el campo, atraer al público y enseñar a la gente todo lo que hay detrás de la cría de un toro. Antes el público era más rural, ahora es más urbanita, no tiene la facilidad que tenía antes para vivir el campo. Hay muchos que no han visto un toro salvo en la plaza. Hay otros deportes que te enseñan la preparación física, el montaje del estadio… debemos hacer que el público sienta y haga suyo todo.
Me refería a hierros tan históricos cómo el suyo que parecen tener sólo cabida, por desgracia, en la sensibilidad gala para no perder historia.
Nosotros siempre hemos tenido más sintonía en el norte de España y Francia que en nuestra zona, nos hemos complementado muy bien con Francia.
Hablemos del tercio de varas.
Para mí tiene la misma importancia que el tercio de muleta, un tercio de varas bien hecho favorece a que haya un tercio de muleta que pueda ser bien ejecutado. El tercio de varas no sirve sólo para castigar, sirve para ver cómo el toro se crece ante un castigo, le ahorma para prepararlo hacia la muerte y hacia la labor del matador. Para mí si se quita el tercio de varas se quita mucha belleza a lo que es la lidia.
Esto no es sólo que sangre y quitarle fuerza, es fijarlo, saberlo parar e ir fraguando la lidia que prepara el acto final de esto que es la muerte o el perdón.
Me deja botando mi siguiente pregunta, ¿qué le parece la corriente que hay ahora de tanto indulto?
No me parece mal. No estoy de acuerdo en que se diga que si se ha lidiado un toro muy bueno o indultado es porque el ganadero es mal ganadero. El ganadero no puede probar todos los toros aunque sean de buena familia. El indulto es fundamental para crear ambiente, dar belleza y dar un premio.
¿No cree que deberían tener más mano a la hora de decidir frente a la corriente imparable que levanta el público?
Si el público lo pide, que es el que nos mantiene aquí, hay que entenderlo. El ganadero luego decidirá si le vale o no pero hay que tener la sensibilidad de probar al toro, no vale sólo con indultarle o aprobarle en el campo, hay que ver si liga que esa es la verdadera prueba. Hay toros que han sido maravillosos que luego no transmiten nada o poco y toros mediocres que transmiten mucho, aquí lo que manda es la genética.
Una verdad cómo un templo, la genética manda y la privacidad del ganadero es inviolable; eso nos cuesta a veces entenderlo. Giramos hacia ese tesoro genético que mantiene.
Es un toro que exige mucho, que se mueve rápido, que no te permite equivocarte. Te exige una lidia medida, emocionante en el tercio de varas porque se presta y esfuerza mucho allí. Si llega al tercio de muleta con las cosas bien hechas da sensación de seriedad. Se crece mucho, no es grande pero al aparecer en el ruedo crece dos cuartas. Da emoción por su rapidez de movimientos, te diría que, sobre todo, es un toro que te exige.
Acabo, ¿cómo intuye que será el año que viene?
Puff, qué más quisiera yo saberlo. Por el bien de todos, no sólo por el mundo del toro, espero verlo menos nublado de cómo lo estoy viendo. El toro de lidia es una parte de la cultura de nuestro país y la cultura es algo que se puede prescindir ahora. La cultura nos hace entendernos, la cultura del toro nos hace saber cómo somos y de dónde venimos, esto no toda la gente lo entiende.
Mucha gente del toro no conoce el origen de la tauromaquia, la lucha del hombre con el toro para valorar su virilidad… todos debemos saber de dónde venimos. Hay que explicar el origen de las plazas y su virtud social…
Espero que, por el bien de todos, se consiga una vacuna, que podamos controlar esto y que el país tire para adelante, si tira, todos tiraremos.
¿Le ha tocado mucho mandar al matadero?
De momento, no. Lo que tenía era novillos y al ver lo que pasaba, en vez de rematarlos, he ido al tran-trán y los he dejado para toros.
Ojalá todos seamos capaces de cuidar este tesoro.
En la variedad está el gusto y ahí es dónde se mide uno. Si juego al fútbol y sólo tiro penaltis estamos encorsetados. Hay que buscar al jugador completo y al torero, al que tenga variedad, al que pueda con todo pero siempre sobre la base de la emoción.