Hablamos con Emilio de Justo
Hoy hablamos con el torero que está llamado a ocupar el cetro del toreo simplemente cuando las cosas vuelvan a la normalidad. Emilio de Justo, a base de golpes y de hablar en el ruedo, se ha ganado un lugar en el corazón de todos los aficionados. Hablamos con un ejemplo de esfuerzo, sacrificio y amor al toro que ya nos ha dejado tardes, sencillamente, MEMORABLES. Sin duda, cuando el virus sea apuntillado, llegará dónde se merece y lo hará con su verdad.
¿Cómo te encuentras?
Me encuentro muy bien, en un momento muy bonito de mi carrera y de mi vida. Con mucha ilusión a pesar de la situación tan dura que estamos viviendo. No paro de entrenar, de torear en el campo y sólo tengo las miras puestas en conseguir mis objetivos.
Al campo vas casi a diario.
Estoy yendo al campo más que nunca, estamos en un momento en el que los ganaderos están tentando mucho y los toreros estamos yendo bastante, otra cosa, de momento, no podemos hacer. El campo me está sirviendo mucho para prepararme, para asimilar, para corregir y para tratar cada día de crecer y ser mejor. Me grabo bastantes vídeos para analizar mis defectos y cambiar las cosas que no me gustan. Me considero que soy un enfermo del toreo y de mejorar, eso es lo que me ha ayudado a crecer.
¿Cómo te motivas viendo lo complicada que está la temporada?
Me motiva torear Jaime. Tengo la mente muy ocupada en entrenar y en torear en el campo. Tengo la mente tan ocupada en eso que no pienso en más allá, pienso en dar la mejor versión de mí cuando vuelva y seguir ilusionando al aficionado, eso es lo que me llena.
¿Cómo crees que debe reaccionar el mundo del toro ante lo que estamos viviendo?
Con mucha unión pero siempre ha sido muy difícil que eso exista en el mundo del toro porque es una profesión en la que existen muchos intereses individuales. Los intereses de cada torero son distintos, los de los toreros no son los intereses del empresario, los del empresario no son los del ganadero… Con esas diferencias es muy difícil que todos naveguemos juntos pero hay que buscar la unión para intentar reactivar todo lo que mueve el mundo del toro.
Me decías antes que eres un enfermo del toreo, ¿de dónde te nace esa pasión?
Desde niño he tenido siempre mucha afición y siempre ha sido el toreo mi prioridad hasta el punto que muchas veces he antepuesto el toreo a todo, a mi vida personal y a mi familia. Para estar tan metido debes tener una afición y vocación muy grande que considero que tengo. Eso me ha llevado a tener una disciplina muy férrea en los entrenamientos y en mi preparación, ésa es la única forma de crecer cómo torero.
De ti me han dicho que hasta en días tan señalados como Nochebuena o Navidad te ibas a entrenar.
Tampoco es tanto, alguna vez lo habré hecho (risas). Si pasan dos días que no entreno y me preparo estoy con la cosa… lo necesito, la verdad, lo necesito. También se necesita descansar cuando llevas muchos días seguidos entrenando y toreando en el campo. Llega un punto en el que hay que despejar la mente. Puedes estar en el campo y no salirte las cosas, eso te raya mentalmente y llega un momento en el que hay que despejarse porque es muy importante en el torero tener frescura.
A mí me está sirviendo mucho torear en el campo y de salón para crecer, es muy importante para mí.
Tu vida ha cambiado en los últimos 4 años.
Mi vida a nivel profesional ha dado un giro muy grande. Estaba en una situación muy difícil en la que estaba condenado a torear en pueblos, alguna corrida y festivales en la provincia de Cáceres, de ahí no salía. Revertir la moneda era muy complicado pero a base de afición, ilusión, de creer mucho en mí cuando poca gente lo hacía lo he ido logrando. También tuve ese punto de suerte que hay que tener para que las cosas salgan bien y, gracias a Dios, he superado la situación tan difícil que tenía. La he superado pero aquí no hay que dormirse porque para conseguir la meta tan bonita que uno tiene, ser figura del toreo, hay que hacer muchísimos más méritos todavía.
¿Cómo lograr seguir confiando en uno mismo en esos momentos?
Eso es algo que tiene que estar en uno, tener mucho amor propio, mucha vocación, no desfallecer… Cuando las cosas te salen mal lo más fácil es desfallecer y tirar la toalla porque se ve todo muy negro pero yo creo que el secreto ha sido la afición y no aburrirme nunca. Es clave tener mucha humildad para reconocer tus errores y tus fallos porque muchas veces los toreros pensamos que estamos en una situación difícil porque hay muchas injusticias pero muchas veces hay que darse cuenta que se está en esa situación porque ha cometido muchos errores y porque no ha estado a la altura en ciertos momentos.
He sabido reconocer los momentos en los que no he estado a la altura, me he encerrado en mi mundo a seguir entrenando, preparándome y seguir avanzando. Ese punto de trabajo y humildad es clave para remontar.
Cuando tú irrumpes en el escalafón, tanto de novillero cómo de matador, vemos a un torero de elegantes maneras pero que además de eso ha roto en un poder muy grande delante del toro.
El ir madurando te lo da el paso del tiempo, torear y asimilar. Tan importante es torear cómo asimilar lo bueno y lo malo que haces. Por eso te digo que me grabo mucho en vídeo, para intentar tratar de mejorar. El afrontar la realidad de tus fallos es lo que te aporta, el querer mejorar y limar defectos es clave y eso me ha ido dado el punto cómo torero de crecimiento. Todavía me queda mucho, puedo estar en el 70% y ya es mucho, de lo que quiero dar que es el 100%.
Yo no era tan profundo, era un torero más frágil con un concepto bueno del toreo. He ido adquiriendo capacidad y madurez en mi toreo y se lo he unido a un concepto que no quiero perder y no he perdido, basado en el toreo bueno, artista. El unir la capacidad a esa idea de toreo me permite afrontar las tardes de gran responsabilidad dónde sale un toro que exige, un público que aprieta y he matado unas corridas que con torear bonito no vale. Creo que hay que tener una capacidad y una seguridad muy grande delante del toro para afrontar esos retos y que marquen la diferencia para poder ocupar los sitios más importantes en el toreo.
Muchos no adivinaban que aquel torero de tan bellas maneras pudiera convertirse en un torero de tanto poder.
Es lo que te digo, el paso del tiempo me ha ido convenciendo de que soy capaz. El tiempo me ha hecho crecer cómo torero, me ha hecho que gane en seguridad, en profundidad, y que me convenza mucho más. Veo que los triunfos tienen recompensa y eso me hace que me entregue cada día más.
En ese proceso de “Resurrección” que te disfrutamos por Cáceres hay varias tardes que destacaría. Una de ellas el toreo al ralentí a los Galache.
Aquella tarde fue muy especial, muy bonita. Ese toro de Galache fue muy bueno y me permitió expresar el toreo que yo llevo dentro. Fue Navalmoral, que es un pueblo, pero toda la gente que había allí supo reconocer la faena, supo sentirla. Las sensaciones mías con el toro fueron tan bonitas y tan buenas que me hizo crecer cómo torero y me alimentó mucho para seguir luchand0. No corté orejas al fallar con el descabello pero fue una faena que dio que hablar a la gente que lo vio y es muy bonito ver que hay mucha gente que me lo recuerda.
En ese momento pasaba una posición difícil profesionalmente y sentí cosas muy bonitas y, sobre todo, el reconocimiento de los aficionados.
Otra tarde que tengo grabada, en otra línea, fue la corrida de Ángel Teruel en Malpartida. Ahí vimos tu versión de torero capaz, ya estabas enseñando lo que eres ahora.
Esa tarde fue muy importante para mí porque pude torear cómo siento pero también pude demostrar capacidad para imponerme a las complicaciones de los toros. Creo que fue una tarde que marcó mucho en esa época y no tenía la repercusión profesional deseada porque era un pueblo pero a nivel personal me repercutió mucho porque me ayudó a seguir creyendo en mí, a luchar y me doy cuenta que todo eso me valió mucho. Todos esos días son la base de mi Resurrección cómo torero.
Podríamos destacar otras cómo los Urcolas de Hervás o La Cumbre, días de felicidad para los que descubrimos a un gran torero que nos dio tardes de grandes alegrías. Hay una tarde clave, la encerrona de Hervás.
¿Crees que Hervás fue un antes y un después con la repercusión de lo que hiciste y con el altavoz de la tele?
Marcó, fue una tarde importantísima. Un torero que apenas toreaba se encerraba con un encierro con toros con trapío, en muchos casos, de plaza de primera. Creo que para lo poco rodado que estaba estuve a un nivel muy bueno con la corrida y dejé momentos muy buenos. Veo las imágenes de aquella tarde y hay muchos errores y defectos pero no es fácil que un torero en el dique seco se preparara mentalmente para un reto tan importante, con la televisión delante, fue un triunfo muy importante para mí personalmente y a la larga, profesionalmente también.
Gracias a eso y a la ayuda de Luisito en Francia me abrieron las puertas y esa tarde perdura en el tiempo, mucha gente me lo recuerda y es muy bonito. Fue una tarde tan especial en un momento en el que no había dado el salto a las grandes ferias.
El maestro nos cuenta sus inicios en el país galo.
Empiezo a meter la cabeza en Francia cortando dos orejas en Orthez 2016 a una corrida de Hoyo de la gitana muy difícil y muy dura. Luego toreo en Mont de Marsan la última corrida de la temporada el 1 de octubre y le corté dos orejas a un toro de Victorino. Esa faena impactó mucho en Francia y me abrieron en 2017 las puertas de Dax, Mont de Marsan, Villeneuve de Marsan, Vic, Aignan… fui a muchas placitas del sudoeste en las que tuve triunfos muy importantes.
Fue una época preciosa para mí porque se me empezaron a abrir las puertas, poco a poco, de plazas en España. Empezó ahí la remontada.
¿Cómo se logra el que a tu lado sigan las mismas personas de siempre cuando tu vida cambia? Vas a las plazas, a Cáceres y te rodea la misma gente de siempre.
No sé lo que opinará la gente pero a nivel personal no he cambiado nada. Las cosas profesionalmente me han mejorado pero mis amigos, la gente que quiero, los que siempre han estado ahí están cómo han estado y seguirán. Me hace falta rodearme de las personas que siempre me han apoyado y siempre me han querido. A nivel personal me gusta estar rodeado de la misma gente y soy una persona que me considero agradecido en el sentido de que cuando alguien se ha portado bien conmigo y me ha abierto las puertas de su amistad y de su corazón creo que actúo yo igual.
Lógicamente no tengo el tiempo de antes para pasar más tiempo con mis amigos y mi gente o el tiempo para hablar con ellos porque estoy muy concentrado, muy metido en mi profesión pero ellos saben que estoy aquí y ellos alli. En ese aspecto estoy tranquilo y contento.
Me gusta hablar de 2019. Tengo tardes claves. Voy a empezar por la “mala” la decepción por la corrida de Jandilla en Madrid el año pasado. Era el caramelito de tu reto, ¿cómo se supera?
El toreo es así, sabía que podía pasar y lo asumía. Tenía mucha ilusión en la corrida y en poder torear un toro cómo yo siento en Madrid. No me preocupó mucho Jaime, no me vine abajo. No pude triunfar, la corrida no sirvió para ello, di la cara con profesionalidad y eso pasa mucho en el toreo. Eso pasará muchas veces, por mucha ilusión que tenga la gente y tenga yo: la corrida no me embestirá, otros días no la entenderé, va a pasar. Te decepcionas, sales disgustado pero no te puedes venir abajo.
Me quedaban los cartuchos de Ibán y Victorino y lo arreglé cortando una oreja a la de Victorino.
Ésa era mi siguiente tarde, ¿ibas más presionado esa tarde después de lo que pasó con la de Jandilla? Supuestamente era el caramelo de tu trío de corridas y había salido imposible.
Claro que iba presionado, era un San Isidro muy importante para mí. Después de haber abierto la puerta grande en otoño se me esperaba con ganas y con exigencia. Estaba obligado a dar la cara y a poder triunfar en Madrid y así fue. Fue una faena muy importante a un toro que exigió muchísimo y que si la espada no cae baja me hubieran pedido la segunda oreja. Ahí quedó la faena y una oreja de peso en Madrid siempre es importante.
¿Te ha sido difícil, en la exigencia del aficionado, el pasar a matar otras corridas?
Ha habido corridas duras que he matado porque no he tenido otro remedio. Ha habido otras corridas toristas con las que he triunfado cómo con la ganadería de Victorino que ha sido clave en mi resurgir como torero. Es un hierro que entiendo bien, que me gusta, es un encaste al que no voy a rehuir cómo torero y por qué no las voy a seguir matando en ferias importantes, voy a seguir dando la cara.
También he demostrado que he triunfado y he dado la cara con ganaderías comerciales, no me cierro a ninguna. No me cierro a matar sólo corridas difíciles ni a matar sólo corridas “con más opciones”. Mi carrera ha tenido las dos variantes y voy a seguir por esa línea.
Me refería a que el aficionado quiere ver a los toreros con las duras, más a los que triunfan. Cuando pasan a las “comerciales” eso genera que el apoyo en las duras se convierta en odio.
No me he ido de eso, Jaime. Iba a matar Victorino en Sevilla, en Madrid, seguramente la iba a volver a matar en Bilbao. No había rehuído, al revés. En Sevilla me ofrecieron una ganadería más comercial y elegí Victorino porque allí tiene mucha categoría, triunfar con ella me puede dar mucha repercusión y aposté por matar la de Victorino en Sevilla, en Madrid… Eso el aficionado me lo está reconociendo.
A lo mejor es más fácil tirar por una vía más cómoda, de menos miedo, de menos responsabilidad pero quiero asumir retos difíciles y estoy orgulloso de no haber dado un paso atrás.
Ahora me voy a la segunda parte. Pudiendo elegir, hasta dentro de las duras, das el paso de matar Baltasar Ibán en San Isidro (no la pudo matar por cogida). ¿Qué te empuja a hacer eso?
Es una ganadería que me gustaba para Madrid porque es brava, porque tiene movilidad. Había matado una corrida el año anterior en Arles que me había gustado mucho y pensé que esa corrida en Madrid iba a ser con una ganadería que hiciera que me valorasen con ella y que iba a triunfar. No sé si hubiera triunfado, si me hubiera equivocado o acertado porque no pude torearla. La corrida no fue fácil, la vi por televisión, y le pegó una cornada muy fuerte a Román que me sustituyó. no sé qué hubiera pasado. Lo que sí sé es que uno no acierta o se equivoca hasta que pasa.
A priori hacer valoraciones es difícil, lo que está claro es que estoy orgulloso de lo que quise hacer aunque no se pudo realizar por el percance que tuve en Cáceres. Afronté un San Isidro de mucha responsabilidad y orgulloso de ello. No sé qué pasará en los próximos años, no sé si el planteamiento será igual, parecido o no.
Otra tarde, vamos para atrás, es tu entrada en Sevilla con los Victorinos.
Fue una tarde muy importante, pese a la espada, y Sevilla lo supo valorar, lo sintió mucho y se quedaron con ganas de volver a verme. Por ello mataba este año otra vez la de Victorino, había quedado un gran sabor de boca y quería rematar este año lo que el año pasado no rematé. Lo que viví allí fue muy bonito, esos olés tan profundos y tan sentidos de Sevilla me llegaron al corazón, creo que dejé sensaciones muy buenas en La Maestranza.
En los tendidos pude vivir el respeto y el silencio con el que te recibieron y cómo recuperaste el amor por esa Sevilla más allá del toro de siempre.
Sevilla es una plaza muy especial que sabe valorar cuando un torero está entregado de verdad y quiere hacer las cosas bien. Es una plaza que sabe reconocer las cosas. No era fácil la tarde pero, aunque no corté orejas, el público de Sevilla me trató con mucho cariño, con mucho respeto, me sentí muy identificado y Sevilla conmigo. Me hacía mucha ilusión volver pero no ha podido ser, La Maestranza está ahí y ojalá pueda volver el año que viene.
Hay una tarde el año pasado para mí de consagración, Bilbao y esa oreja al Victorino tan complicado. Pudo matar sólo un toro por cogida pero la sensación que quedó fue la de figura indiscutible, figura de verdad.
Esa tarde es una tarde, para mí, de las más importantes del año pasado. Bilbao es una plaza de mucha categoría, exigencia e importancia. Fue una faena en la que no pude estar todo lo lucido y relajado que yo hubiera querido pero creo que a nivel de capacidad, de firmeza, de entrega, de querer hacer siempre las cosas al toro con mucha verdad creo que fue una faena muy maciza. Para mí marcó mucho, muchos aficionados la valoran cómo la más importante de mi temporada. Gracias a ella pude coger sustituciones muy importantes cómo la de Albacete o la de Pozoblanco. Creo que me dio el paso más que necesitaba en Agosto.
La he vuelto a ver y creo que fue una tarde de mucho mérito. Pienso que el toreo también es eso, ser capaz de imponerte a las dificultades y esa tarde fui capaz de hacerlo.
Luego Dax y la encerrona.
Fue una tarde en la que pasaron cosas muy bonitas. Desgraciadamente no rematé con la espada cómo yo quería para redondear pero las sensaciones fueron extraordinarias, pude triunfar y dejar momentos de lo que quiero hacer cómo torero y de lo que he venido haciendo años atrás.
Albacete, otro golpe enorme. El entrar en carteles de figuras, con lo que eso cuesta, y poner la plaza boca abajo…
Fue una de las faenas más artísticas que pude hacer el año pasado al toro de Juan Pedro. Te diría esa y la de Cuvillo en Jaén con la de Vistalegre al de Parladé. El toro de Albacete tuvo clase y bravura y le pude torear con expresión, fue una faena muy bonita. La gente vibró y cortar dos orejas a un toro en Albacete tiene mucho peso.
Jaime, es muy duro matar seis toros de Victorino en Dax pero también lo es estar a la altura de un toro de Juan Pedro Domecq y poder triunfar con él expresando el toreo. Por eso te digo que estoy orgulloso de tocar las dos vertientes, ser capaz de no estar anclado en un concepto. Al aficionado se lo estoy demostrando.
En cuatro años, vuelvo al comienzo, podemos comparar la tarde de Hervás y la de Dax. Has pegado un cambio tremendo hasta a nivel físico.
También acabé asfixiado en Dax (risas). Matar 6 Victorino es una prueba de fuego y acabas derrotado, estuve dos días que me notaba mucho el bajón físico. Lo importante es que fui capaz de superar una prueba tan dura.
Pasamos a 2020. La deseada Olivenza llegó con un triunfo muy gordo.
Fue una mañana muy bonita con un torero que tiene condiciones tremendas y al que admiro cómo Ginés. Medirme a él en Olivenza y poder marcar un nivel alto con un lote que no fue fácil fue muy importante. Le corté una oreja al primero que si no es por la espada podían haber sido dos, el segundo se paró y el tercero de mi lote fue un toro bravísimo de Victoriano del Río. Un toro de triunfo pero que no te regalaba ninguna embestida y creo que estuve entregado, toreando muy por abajo, con mucha profundidad, largura y emoción. Me tiré a matarlo a vida o muerte, lo maté por arriba de una gran estocada y la gente lo supo ver. Cuando un torero se entrega y lo da todo, Jaime, la gente lo ve y se entrega contigo.
El Martes Mayor estás anunciado en Plasencia mano a mano con Enrique Ponce, ¿ilusionado?
Mucho porque, desgraciadamente en Olivenza se paró todo por el COVID. Estar anunciado en Plasencia al lado de una figura histórica, una figura de época cómo es Enrique Ponce, creo que hay pocos toreros en la historia que tengan la estadística y los logros del maestro. Estar anunciado en Plasencia con él para mí es un orgullo grandísimo pero una tremenda responsabilidad. A mí me gusta esa responsabilidad porque si uno quiere ser figura debe afrontar retos así.
Para ser un torero importante debes aguantar responsabilidad y si no, apaga y vámonos. Medirme a una figura del toreo como es Enrique Ponce siempre es algo grande, algo que motiva. Por supuesto que voy a querer estar a su altura, voy a intentar ganarle la pelea siempre con todo el respeto y la admiración que le tengo. Es uno de los toreros a los que más admiro pero quiero demostrar que puedo lograr cosas importantes en el toreo y para ello hay que afrontar estos retos.
Esa ambición para mí tiene varios episodios el año pasado como Vistalegre en la que Madrid se te entrega y en Cáceres. Sale de ti el mano a mano con Juan Mora sabiendo el bonito riesgo que es competir con el maestro en vez de con dos toreros más cómodos para tí.
Yo soy una persona a la que le gustan los riesgos y que se mueve mucho por motivación. Compartir mano a mano con Juan Mora, muy querido por el aficionado y al que admiro es algo que me apetecía mucho. Quería acartelarme con él, disfrutar de su toreo, quería triunfar, no quedarme atrás y demostrar que es ahora mi momento y que tengo que llevar yo el peso. Es igual que el mano a mano con Enrique Ponce en Plasencia que me motiva mucho estar a la altura de un figurón cómo es él.
Creo que un torero consigue cosas cuando las demuestra, si no la demuestra, Jaime, te quedas en segundo plano. Hay que hacer cosas así, tener el impulso de hacer cosas cómo ésta. Hay que dar pasos firmes cómo los he dado hasta ahora y me siento orgulloso.
El maestro dijo en la rueda de prensa que había salido el festejo de tí.
Sí, se me ocurrió y se lo plantee a Alberto García que era la empresa y mi apoderado. Cáceres pasaba por una situación muy difícil para poder dar toros, el año pasado se quedaba sin toros por falta de apoyo a nivel institucional. Cáceres no es una plaza fácil, tiramos todos para adelante, agradezco la involucración del maestro Juan Mora.
Nació de mí porque no podía permitir que Cáceres se quedara sin toros. Una plaza con tanta historia, en la que he debutado de luces, con caballos, en la que he tomado la alternativa… Cómo torero de Cáceres que lleva su bandera por todos sitios no puedo permitir que se muera mi plaza.
El Ayuntamiento está siendo muy injusto y muy cruel con los toros pero lo que esté en mi mano lo haré por Cáceres.
Anunciarte con un torero de ese nivel recupera la competencia porque sois dos toreros capaces de meteros mano. Eso, que es lo bonito, no es lo habitual ahora.
Lo bonito es que uno vaya a la plaza con la ilusión de no dejarse ganar la pelea por muy grande que sea la figura del toreo que tengas delante. Uno quiere ser importante en esto y hay un momento en el que la admiración eterna y enorme que tengo al maestro Juan Mora y al maestro Ponce la tienes que dejar al lado y competir toreando en un arte cómo es el toreo. Siempre quieres estar mejor que el otro, es lo bonito del toreo, lo de siempre, lo que hace que la gente acuda con ilusión a emocionarse a la plaza.
Acabamos la entrevista teniendo claro que es de otra especie, de la especie que nos mantiene la ilusión de ir a la plaza y a través de cosas otrora tan lógicas cómo ahora extrañas: competencia, hablar en la plaza, variedad de encastes, gestos, gestas, respeto y ambición. Así, con estos valores y su toreo, esto no estaría tan mal cómo está.