Hablamos con El Regio
Palencia es una tierra taurina que ha sido poco prolífica en el nacimiento de toreros. Hoy hablamos con Félix López “El Regio”, el gran torero de esta tierra castellano leonesa junto a Marcos de Celis. Un torero sobrio, valiente y que pechó con lo más duro de nuestro campo bravo haciéndose un gran cartel en Barcelona. Sobre él se cimentaron las ferias en Palencia, los días en los que el torero podía saborear los carteles más dulces de su temporada. Él clausuró el antiguo coso palentino en dos jornadas, la cerró dos veces, en la que le quedó el mal sabor de boca de una decisión errónea.
¿Cómo lleva el confinamiento?
Bien, cómo todos, acostumbrándonos a lo que nos han mandado y esperando que se arregle que parece que las cosas empiezan a ir a favor.
¿Cómo cree que va a afectar el virus al mundo del toro?
Le está afectando ya empezando por la suspensión de las grandes ferias, éstas son las que marcan el devenir de la temporada. Estamos a la espera de las decisiones del gobierno, de las normas a marcar porque las que hay son insuficientes para el toreo… Pienso que tendrá que haber contactos para que estos límites sean más positivos.
¿Qué piensa que debe hacer el mundo del toro para hacer frente a lo que tenemos encima?
El mundo del toro se está moviendo, no mucho, para hacer frente a esto. Se han hecho paseos, que creo que han venido muy bien, contestando a Pablo Iglesias diciendo que el mundo del toro está aquí porque tiene sus derechos para estar, que tiene que ser respetado.
¿No cree que hemos hecho cosas mal para estar tan débiles? Por ejemplo la desaparición de los empresarios de pueblo.
Esos han desaparecido hace mucho tiempo porque los gastos son muy grandes, son festejos que no están amparados ni por el propio toreo. Sólo se busca que las figuras toreen pero los pueblos y los pequeños festejos, sin contar con los populares que son otra historia, han desaparecido.
¿De quién es esto culpa?
No es rentable y al no serlo… Conozco a varios empresarios que sólo organizan festejos populares y cuando hay que meter novilladas no quieren.
¿No debimos pelearlo antes?
Sí, es un problema de atrás. Esto lo decimos todos pero nadie hace nada para solucionarlo. Sé que algunos han hablado para disminuir el gasto de los festejos menores disminuyendo banderilleros, sueldos, tratando de rebajar gastos. Creo que eso no es la solución, hay que ir más arriba y los de arriba deben ayudar más a los de abajo.
Las figuras del toreo lo son por algo, igual pasa con los empresarios, pero deben moverse para ayudar a los menores. El que está arriba no quiere saber nada del que está abajo.
¿Ese egoísmo ha existido siempre?
Sí pero se ha acrecentado porque cada vez hay menos y los que están arriba no miran abajo. Si los nuevos no torean los apoderados no gastan para ayudar a los chavales porque saben, además, que si funcionan se van con los poderosos.
Hablando con el nieto de Felicísimo Tejedor, que llevó Palencia, me decía que esto era básico.
El primer novillo que yo maté fue en Zamora. La primera escuela que apareció la creó Martínez Molinero que era abogado, no estaba dentro del toro. Nos apuntamos muchísimos y salió de allí también Pascual Mezquita. Felicísimo llegó allí y le pareció precioso ver a la plaza llena de chavales toreando. Dios dos novilladas para nosotros y yo toree una, ahí empecé a tener un nombre.
Si eso se logró, que fue una cosa buena, no sé porque nadie ha hecho esto más.
Las palabras del maestro dejan claro que Felicísimo tenía afición y ganas de mirar al futuro.
Él era el empresario de la plaza pero no tenía nada que ver con Martínez Molinero. Molinero pidió permiso a los propietarios para entrenar allí y, cómo te decía, Felicísimo apostó por darnos la novillada. Eso se ha perdido.
Maestro, ¿cómo era la antigua plaza de Palencia?
Era una joya, hexagonal, de sillería y estaba en el centro de Palencia. Los dueños eran una familia particular a la que le hicieron una oferta y el coso desapareció. Creo que los políticos no anduvieron muy listos porque eso sería un gran monumento para la ciudad. Llegó una empresa particular y la compró.
La despedí dos veces porque maté la última corrida con Paquirri y El Capea. Luego hubo otro festejo más que hizo la empresa constructora para despedir la plaza dando el enfoque comercial porque iban a hacer pisos allí. De ahí salió una sociedad que hicieron la plaza nueva pero en principio se quedaba Palencia sin plaza de toros.
La empresa que lo vendió ofrecía crédito a bajo interés para hacer la plaza de toros y eso hicieron. Pienso que si los organismos oficiales hubieran apostado, tendríamos una joya.
Volvamos hacia atrás, a sus inicios, ¿cómo recuerda sus inicios?
Fue una época dura, complicada. Los problemas del toro siempre han existido. Yo había toreado mucho por los pueblos, sin caballos, y estaba muy toreado. Mi alternativa me la dio Arsenio Álvarez sin torear casi novilladas con caballos, unas 15 en total. Estaba puesto de matar corridas gordas, duras, mataba lo que me echaban. Ahí nació mi oficio.
Esos festejos me vinieron bien porque pude adquirir la base para tener ilusión y seguir luchando para ver si tenía suerte.
Le voy a hacer la misma pregunta que a José Luis Palomar. ¿Fue más complicado ser torero en una tierra con pocos toreros, en su caso sólo De Celis?
Nuestras carreras son similares. Recuerdo haber toreado mucho en la zona de Madrid dónde las novilladas eran muy gordas, ahí tenías que adquirir el oficio cómo pudieses. Tras Marcos de Celís llegué yo en una época en la que la afición estaba desangelada, luego quisieron más.
¿Cree que si llega a salir antes, con la fuerza que tuvo después, se hubiera salvado la plaza?
No me atrevo a decir que sí porque si hay intereses económicos es complicado salvo que saliera un político valiente. La plaza actual la compró la Diputación y creo que se darían cuenta del error de venderla.
¿No se han arraigado los aficionados con Campos Góticos?
No tienen nada que ver una plaza y otra. En la vieja había muchos espectáculos de todo tipo cómo el baile. Esta plaza nueva está fuera y te tienes que desplazar pero nadie se ha preocupado de hacer cosas.
Se habló de hacer la plaza cómo pabellón para el equipo de baloncesto pero el Ayuntamiento apostó por agrandar el pabellón viejo para que se pudieran dar esos espectáculo que no se dan ya en la plaza.
En sus comienzos hay varios carteles junto a Paco Bautista.
Sí, él estaba en Salamanca pero se vino aquí porque le apoderó un empresario que creó el espectáculo cómico de El Platanito, Manolo Quintanilla. Ese empresario le dio la alternativa a Paco en Zaragoza. Vino aquí, vivía hasta que se marchó, y encontró una chica con la que se casó. Ahí nació nuestro vínculo y toreamos mucho juntos.
Maestro, ¿el haberse hecho en novilladas tan duras hizo que usted fuera llevado por esa línea?
No lo sé, las cosas dependen muchas veces de la suerte. Rompí en Barcelona tras tomar la alternativa aburrido de las novilladas sin caballos. Arsenio Álvarez, que llevaba las cosas de Jumillano, me dijo que si me daba la alternativa y ahí salió con Manolo Cortés y Dámaso Gónzalez.
Pensé que de novillero había luchado y ahora iba a luchar de matador. Tenía que ir buscando las corridas con amigos y poco a poco me fui haciendo un nombre. Un año toreaba cinco, otro siete y me confirmaron en Madrid con pocas corridas toreadas. Confirmé en una corrida de esas domingueras, una corrida de García Romero Hermanos, un ganadero que llevaba todos los años encierros a Madrid por su presencia. Me la ofrecieron y fui.
Para aguantar eso había que tener mucho amor al toro.
Estaba acostumbrado pero pasabas de un novillo grande, casi un toro, a un torazo que no se veía en las ferias pero sí en las domingueras. Ese toro tan grande hacía que la gente fuera a esas corridas domingueras.
¿No cree que, aún siendo difícil, ese camino es más complicado?
El público de Madrid sabía dónde iba y tenía asimilado lo que iba a ver. Maté la corrida, salimos todos bien y ya me volverían a llamar.
¿El ganarse el respeto en esas corridas, muchas veces no hay para más, compensa?
Sí, muchas veces moralmente, sí. Lo pienso y me llena de orgullo el haberlas matado. Las corridas duras así no existen, no están ya Pablo Romero, Isaías… Entré en esa línea y me manejaba cómo podía.
En Barcelona le acogieron con categoría.
No tenía apoderado y fui varias veces a Barcelona para ver a Don Pedro Balañá que llevaba, por aquel entonces, la plaza de Palencia. Me ponía aquí pero al llegar la fecha de Barcelona, nada.
Un día toreaba Paco Bautista en Barcelona y me fui con él para ver a Balañá. Don Pedro tenía la costumbre de manejar las cuerdas de las puertas tras el sorteo, no dejaba que nadie lo hiciera, y me quedé esperándole cerca de los corrales. Llegamos a la plaza y me dijo que cómo había ido hasta allí con lo que cuesta todo. Me dijo “si tú hubieras cogido el teléfono y me hubieras llamado te hubiera dicho lo mismo, nada”. Me dio coraje.
Montó Palencia y yo estaba enrabietado. El cartel, se dio mucho, Paquirri, Capea y yo, la gente iba mucho a vernos. Estuve muy bien y la gente le llamó. Teodoro Matilla le llamó diciendo que había estado muy bien. Me llamó al hotel, el Jorge Manrique, y el camarero me dijo que me iba a llamar. Efectivamente, llamó, me dio la enhorabuena. Habíamos puesto el “no hay billetes”, el conserje de la plaza me había dicho que era el primero que lo había logrado. Le di la enhorabuena a Don Pedro por ello y me dijo que el día 14 me presentaba en Barcelona.
Nace un idilio con un comienzo accidentado.
La primera corrida que toree se suspendió por agua, sólo pude matar un toro al que le corté la oreja. Me cabreé por no matar al segundo. Don Pedro, en la puerta, me dijo que volvía el domingo y así entré allí. Ese año me dieron cómo triunfador de la temporada y empecé a entrar en carteles más cómodos. En Barcelona no echaban las corridas que yo te decía de Madrid, echaban otras con más opciones de embestir. Fui poco a poco caminando.
Hasta convertirse en uno de los toreros más queridos.
Sí, hasta el punto que me daba ya las fechas por adelantado. Me daba 5-6 corridas por temporada y en Mallorca también toree mucho.
En Madrid no le dieron esa opción.
No, en ese momento San Isidro era una feria corta (10-12) y yo entré en las que te decía.
¿El triunfo en una plaza tan importante cómo Barcelona no le valió para que la empresa de Madrid le mirara mejor?
No. No sé si no acerté con los apoderados o qué pasó aunque en algunas ferias me colocaron bien. Recuerdo que otra no pude torear por lo que cayó, no pude ni matar a mi primero.
Francia también le acogió muy bien.
Sí pese a que antes se iba menos allí. La empresa de Arles me dio sitio tras verme en Barcelona. Tras torear en La Monumental me pusieron un Lunes de Pascua y corté una oreja a un encierro duro que allí gustaba mucho. Esa corrida me dio 12 por allí.
En su época era más difícil ir allí.
Sí, yo entré de la mano de mi cartel en Barcelona. Pude cuajar en toda Francia, toree en todas las plazas.
¿Era una Francia torista?
Sí, pero pagaban muy bien, en Francia se ganaba más dinero que aquí. Esa temporada en Francia me ayudó mucho y luego iba y venía. Ahora salen duras en el país pero son, cómo hablábamos, las duras de ahora. Siempre estaba en la lucha, queriendo más.
En Palencia le trataron mejor. ¿Era su día agradable?
Sí, a mí me encantaba torear en Palencia. Normalmente me ponían dos tarde en corridas muy diferentes a los corridones que mataba por ahí. Dicho esto no sabes cuándo te va a venir la desgracia cómo ha pasado años atrás.
¿Por qué esas toristas de antes le parecen distintas a las de ahora?
Es otro toreo. Nosotros teníamos el concepto de poder al toro antes de poderle torear. Tenías que tener el oficio aprendido de poder al toro antes de centrarte con él. Ahora es al revés, de golpe y porrazo se ponen de rodillas. Muchas veces sé que ponerse de rodillas no vale para nada porque sin poderle les iban a desbordar.
Antes se toreaba mucho sobre las piernas, algo que, quizás, no tolerarían ahora. Nosotros hacíamos un toreo en el que primero se podía y luego se toreaba. Ahora, de golpe y porrazo, se ponen la muleta en la mano, pegan un cambiado, y muchas veces les arrollan los toros. Lo paso mal cuando les veo.
El toro de antes te obligaba a que primero le dijeses que mandabas tú, se toreaba de otra forma.
¿Era más bravo o más complicado el toro de antes?
Más complicado, la bravura con complicaciones. La bravura con complicaciones provoca que tengas que andar listo y poderle. Veo que cuando salen toros así lo pasan mal.
He visto a un chaval, que es matador de toros, Juan Leal y se pone delante, se queda ahí, y yo veo que se lo va a llevar por delante. Creo que esos toros irían mejor de otra manera pero él debe ver que la emoción que genera hace que la gente se enganche. Son diferentes épocas, conceptos variados.
Maestro, ¿cree que se ha hecho justicia en el toreo con maestros cómo usted que pechaban con encierros tan duros pero que también arrasaban en taquilla en su tierra? ¿Cree que los de ahora les escuchan y les ven?
Creo que no pero el toreo es así. He escuchado mucho sobre las figuras de antes, aprendías de ellos. Antes se iban a las fincas y pasaban el invierno toreando, centrados en lo que tienen que estar. Ahora es distinto, se preparan para torear, dan muchas series, torean bien y el toro lo permite, pero la convivencia es distinta. La vida ha cambiado y el toreo también.
Vuelvo al nieto de Felicísimo. El toreo se ha creado más allá de las figuras.
Claro, hay muchos matices. ¿Crees que las figuras pueden torear tanto? Es porque tienen un toro que te lo permite. El toreo requiere un gran esfuerzo pero si tiene delante un toro que te permite bajar ese esfuerzo, pues mejor. Un toro al que han cogido el tranquillo y que, cuando se quieren dar cuenta, llevan 8 series y le tienen a punto de caramelo para cortarles las orejas. Veo que el toreo es diferente a las figuras de antes.
Creo que un torero de ahora, si le habla de su época, se acordará de Paquirri pero poco más. Creo que no indagan, no ven lo que toreros cómo usted han hecho.
Claro pero no es cosa nuestra.
Pero nuestra, cómo aficionados, sí. Usted es un torero que tiene un gran historial y ahora se tachan de figuras a diestros que no han llegado a eso.
Las cosas han cambiado mucho. Seguro que antes del virus las ferias estaban hechas.
Me gusta ser espectador en la plaza, estudiar al público. Cuando voy a los toros siempre voy con mi familia, grandes aficionados, y comentamos cosas. Me convierto en espectador y con mis conocimientos ya me imagino lo que va a pasar cuando sale el toro. Cuando sale el toro que no es para cortarle las orejas ves a la gente comiendo pipas.
Se ha perdido emoción.
Mucha. Nosotros buscábamos otro tipo de faenas con la idea de cada uno.
¿Qué toro no olvida?
De novillero en un festejo picado, era un toro grande, astifino, de la familia de los Guardiola. La novillada estaba mezclada, no sé. Salió y un banderillero me dijo que si le paraba, le dejé. Joder, le dio una voltereta tremenda. Me pongo yo, no llegó a cogerme por lo que te he dicho de mi oficio. Cuando lo dejé en manos del banderillero para llevarle al picador, me había asfixiado a mí, no hubo manera, le dio una voltereta. No le pudimos picar. Le llevé a la puerta de chiqueros para ver si le metíamos las cuerdas de refilón, nada. Me puse con la muleta y cuando se quiso dar cuenta tenía la espada dentro.
Otro es de una corrida en Madrid de Juan Cobaleda, malísima. A los dos toros míos les pusieron banderillas negras, a los dos no les pudo banderillear la cuadrilla. De estos dos toros no tengo buenos recuerdos.
¿Y de buenos recuerdos?
Recuerdo un toro que toree en Astorga, un toro extraordinario. Ese toro no paró de embestir, fue muy bueno de verdad. Algunos más pero estos tres no les olvido.
¿Una carrera feliz en el toro?
Sí, he sido feliz dentro de que tenía mis cabreos cuando no me ponían. Dentro de lo que cabe feliz. Tengo una familia de la que me siento orgulloso, fenomenal.
Muchas gracias, maestro.