Hablamos con El Puri
Hoy nos marchamos hasta Córdoba para hablar con un torero cordobés que logró triunfar en el toreo de la mano de su capacidad ante los encierros más duros del campo bravo y en el rudo verano madrileño. Niño torero, Agustín “El Puri”, tiene en sus historial tres puertas grandes en la primera plaza del mundo y una enorme afición por la tauromaquia. Un hombre hecho a sí mismo que nos relata su carrera y sus aventuras en una apasionante vida.
¿Cómo lleva el confinamiento maestro?
Soy un privilegiado. Tengo una casa en el campo, me gustan mucho mi huerto y mis árboles y me puedo distraer en la piscina o en la pista de tenis. Mis hijos vienen a verme, se me pasan los días cortos. El microbio vuela por todos lados, nadie está libre de recibir una cornada, pero aquí el aire es puro.
El maestro tiene un negocio de repuestos “El Puri”. ¿Ha acusado mucho el negocio la pandemia?
No del todo porque somos un servicio público. Siempre cuentas con que una ambulancia, un bus o un taxi se pueden averiar y hemos estado abiertos y trabajando. Al público en general no hemos podido vender pero sí por teléfono porque el arreglo de los vehículos sí era urgencia.
¿Cómo va a afectar esto al mundo del toro?
Cómo una cornada atravesada en los hijares. Esto es tremendo y el Presidente, cuando le han preguntado por la fiesta taurina, ni ha contestado. Está claro que esto va a afectar a todos los espectáculos públicos pero es necesario recibir el mismo trato que los demás, cosa que no está pasando.
¿Qué cree que debe hacer el mundo del toro para hacer frente a lo que tenemos encima?
Es muy complicado porque las grandes figuras deben juntarse, pensar y buscar ayudar al aficionado para que pueda ir a la plaza y se note que están en la cabeza de las figuras. No podemos esperar que arranque todo cómo si nada, hay que hacer algo para que los aficionados se sientan queridos y se note el duelo por los que no están. No sé si un festejo benéfico, precios más bajos, algo que demuestre que las figuras tienen en cuenta el sufrimiento de los aficionados.
¿Cree que el mundo del toro es capaz de unirse?
Es difícil pero ha habido momentos que las figuras se han unido para ayudar a tal o cual motivo. El que no se una debe ser conocido por todos y la gente debe saber quién les tiene en cuenta y quién no.
En las medidas que se han planteado estaba el reducir el número de cuadrillas para bajar el coste.
Eso lo ha dicho alguien de Podemos o algún antiaurino, ¿no?
No, la Junta de Andalucía.
Ya, pues es ridículo. En este espectáculo siempre se ha ganado o se ha perdido, muchas veces se ha repartido lo que había y el que ha querido ha ido y el que no, se ha quedado en casa. Lo que no puedes pretender es dejar más gente en su casa.
Maestro, con los logros que usted ha tenido, ¿cree que el torero tiene memoria?
No sé si la tienen pero yo hago por qué se acuerden. Cada año hago un almanaque rescatando mi historia y cuando alguien me llama cuenta conmigo para hablar de la profesión más honrada del mundo. En las motos uno puede decir al otro que afloje o en el boxeo puedes acordar cuando caer. En el toro no puedes apañar nada porque el toro no bebe, no fuma, no es sobornable, el público es soberano. Tú puedes tener todo el dinero del mundo pero si no tienes valor no llegas a nada. Tú puedes sobornar a quién sea para ser juez o médico, todos somos humanos, pero al toro no le soborna nadie.
Tres puertas grandes de matador y uno de novillero en Madrid, casi nada.
Eso lo reflejo en mi almanaque. Mi carrera arrancó en Vistalegre en 1962 cuando toree 6 tardes. Allí te contrataban cinco tardes y si estabas bien las toreabas y si no, a tu casa. Estuve bien y me anunciaron las seis. En la cuarta tarde me pegaron una cornada que me entró entre el ano y los testículos, me dieron la extrema unción y estuve cuarenta días en el sanatorio. El empresario fue a verme y me dijo que si no quería, aunque la tuviera firmada, no fuera. Le dije que iba a reaparecer en el mismo sitio y lo hice.
En el primero estuve fatal, le veía cómo al de la cornada, y me querían mandar a mi pueblo a sembrar patatas. A los que me decían eso les decía que tranquilos, que quedaba otro toro y a ése le iba a cortar las orejas. Eso hice y me repitieron.
¿Qué piensa cuándo ve que tiene 4 puertas grandes más que muchas figuras?
Pienso que el toreo es así, nada más. Puedes tener las mejores condiciones del mundo, triunfar cómo yo hice, que si a tu lado tienes sólo chorizos cómo tuve yo, no vas a ningún sitio. A mi lado tuve chorizos como Diego Martínez y El Sevillano.
Toree un mano a mano con Luguillano en Madrid ganando 280000 pesetas, estuve en Bilbao, toree 28 corridas de toros y me quedaron 60000 pesetas, tuve chorizos a mi lado. Otra cosa es lo que tuvo Ruiz Miguel cuyo apoderado le dio categoría y dinero cuando triunfaba habitualmente pero no ganaba lo que merecía. Ese apoderado le daba el dinero encima de la cama al acabar. Joder, eso era categoría.
Yo toree en Bilbao y El Cordobés ganaba un kilo y yo 150 gramos, ¿sabes lo que es?
Sí, 150000 pesetas (risas).
Yo fui a cobrar porque Diego Martínez estaba en Almagro con Manolo Cano haciendo conciertos, fueron de los pioneros en llevar artistas a las plazas de toros. Fui a cobrar y me preguntaron por Don Diego, le dije que estaba con Los Brincos y Karina en Almagro. Menos mal que mandé al mozo de espadas y pude trincar algo, si no, no veo un duro en toda la temporada.
¿Qué excusa le pusieron?
Me dijeron que habían apostado mucho por mí, que habían hecho una campaña publicitaria en América muy grande, pero sus muertos, ni fui a América ni vi un puto duro. Éste (Diego Martínez) se compró un chalé, se arregló su casa y se quedó con mi dinero.
¿Era libre?
Sí, era como Rayito o Díaz Flores, eran libres que cogían toreros.
Me pasó una cosa curiosa. Luguillano me llamó un día, tras nuestro éxito en Madrid, y quedamos para comer al día siguiente para una cosa importante. Me comentó que me iba a apoderar Juanito Martínez de la empresa de Madrid y a él Balañá en una pareja que íbamos a ir en mano a mano. Le dije que había firmado con Diego Martínez y alucinó.
Fuimos a ver a Livinio Stuyck y me felicitó por el éxito de Madrid, Le comenté que había sido un éxito que me había traído un apoderado como Diego Martínez. Livinio me dijo que qué había hecho, que si tenía pisos o propiedades que tuviera cuidado porque Diego Martínez se iba a quedar con todo. El cabrón no se equivocó, Diego me engañó y se quedó con mi dinero. Ya estará en el infierno porque por media España que rezara por su alma, del infierno nadie le iba a librar.
¿Aquello le marcó?
Sí, no me quitó la ilusión porque hice cosas como una película “El Paseíllo” pero date cuenta que tuve un piso con tres escrituras. Tuve negocios y me arruiné pero ahora tengo la satisfacción de tener una empresa (Repuestos El Puri) con 72 tíos en nómina.
Pero conseguir en una época dorada del toreo, en el duro verano, estos éxitos… Algo bueno había.
Claro, tuve tres y rocé diez que perdí con la espada. Lo más parecido al toreo es el fútbol porque por muy mal que juegues, si has metido goles, está todo bien. Tú podrás haber toreado de lujo que si pinchas, te olvidan. Lo que importan son los goles.
Pero maestro, usted metió los goles.
Sí, pero los goles son los goles y pude meter más. Tengo rabia porque toree uno de Alonso Moreno, colorado, que toree de ensueño. Un animal que sale en la película que hice con Ana Mariscal y Montilla, “El Paseíllo”.
¿Cómo nació esa película?
Ana Mariscal llevaba dos años buscando a quién me interpretara. Me llamaron diciéndome que podría ser yo y pasé las pruebas. Una de las escenas más bonitas fue la cornada que me dieron que hizo que me casara en artículo mortis con mi esposa porque estaba en estado. Fuimos a recrear la cornada y le dije que la sentía, que la soñaba mucho.
Don Álvaro Domecq, cuando estrenamos la película, me dijo que la cornada grabada era real por lo que le hice sentir al interpretarla. Fíjate que la cornada fue en 1962 y la sigo sintiendo cada día. Años más tarde no me podía poner ni un bañador de nailon por lo que me escocía pero da igual, es la profesión más bonita del mundo, tan bonita que hace bellas hasta a las cornadas.
Su cornada fue igual que la de Manolete.
Sí, la misma, entrando a matar. Me partió la femoral, me caí al lado, me cogió la cuadrilla, me curó el mismo médico que fue a Linares a intentar salvar a Manolete (Guinea) y ahí están los partes. A él le cogió en el 47, yo estaba más en forma que él y tuve la suerte de que fuera en Madrid. Si a mí me pega la cornada fuera de Madrid, tú y yo hoy no estamos hablando.
¿Cómo decidió dejar los toros?
Me arruiné en varios negocios y en los toros no me quedaba dinero, no sé por qué cojones. Me metí en una granja y me arruinaron los que tenía allí trabajando. Me marché de luna de miel y al volver ya me habían dejado arruinado, habían vendido los becerros, las gallinas, todo. Me quedé entrapado hasta los ojos.
En ese momento cambia el oro por la plata.
Claro, tenía que pagar mis deudas. Galán me llamó y me dio la opción, yo vi que podía ganar dinero y me fui con él. Cuando pagué todo decidí que no toreaba más y lo dejé. Me retiré y me dediqué a los repuestos.
Pero no se quedó a gusto.
No, después de tantas tardes en Madrid no estaba a gusto con qué me recordaran cómo banderillero y no cómo matador de toros. Ser banderillero es tan honrado como picador o mozo de espadas pero yo quería que me recordaran como Puri, matador y no banderillero.
Fui a ver si me daban una corrida en Córdoba y me dijeron que querían hacer una de cordobeses con El Hencho y Tortosa. Me dieron la opción y de ésa me salieron otras en Bélmez o Montoro pero dije que no, que me retiraba como matador en ese momento y me fui.
Se retiró, vuelvo a insistir, con una hoja de servicios…
Cuando voy a Madrid y veo el azulejo me da mucho orgullo ver mis tres puertas grandes por delante de muchas figuras. Aguilera dice que salí tres veces pero me da rabia, siempre le digo que 3 más IVA porque la de novillero no me la regalaron en la feria. Yo tengo mi foto de novillero, con mis dos orejas en la mano más chulo que un ocho, nadie me lo regaló.
A la cabeza me viene Juli con una puerta grande, Ponce con sus tres, Morante con ninguna.
Risa divertida. Sí, sí, pero están ricos podridos (risas).
(Risas)
Eso sí, nadie me quita mis cuatro puertas grandes en Madrid y el haber sido torero. Fíjate que, habiendo pasado lo que me ha pasado, si volviera a nacer, sería torero otra vez. Es la profesión más bonita del mundo.
Genio y figura, El Puri.