Hablamos con Andrés Vázquez “Nunca perdonaré al presidente que no me dejara llevarme vivo a Baratero de Victorino”.
De camino a Salamanca hablamos con un mito de la tauromaquia, Andrés Vázquez. El gran genio de Villalpando nos atiende con su buen humor habitual para abrirnos un pedazo de su alma. Su sentir delante del toro que pueden ver en profundidad en “Sobrenatural” un film de Juan Figueroa sobre la vida de un matador que ya es parte de la historia.
Gracias a Jaime y a Ana Pedrero.
Maestro, hace años le vi en Talavera cantar flamenco y se definió como gran aficionado. ¿De dónde le viene la afición al flamenco?
El flamenco ha estado toda la vida unida al toro. Puedes unirlo en muchos casos con el toro y de ahí no se ha movido nunca. (El maestro canta “El toro enamorado de la luna”) ¿ves? Es lo primero que se me ha venido a la mente y une toro y flamenco.
¿Sigue cantando?
Sí, en Talavera y dónde me sale o me lo piden, es algo que me gusta. Ambas cosas salen de la fiesta, de España, y donde lo hagas quedas bien. Yo soy de campo y mi padre me decía “siempre estás cantando” y yo le decía que le daba envidia porque no sabía. Mi madre me decía “muy bien hijo, muy bien”, pues ya está (risas).
¿Quién ha sido su cantaor preferido?
No te puedo decir uno, los ha habido realmente buenos. Me han gustado todos los que cantaban flamenco en mi época. Me encantaban Marchena, Manolo Caracol… muchos. Te he dicho esos pero los ha habido muy buenos.
Un privilegio conocerlos.
Claro, yo he cantado con Caracol y con Marchena, imagínate. La Niña de los Peines era una cantaora extraordinaria y recuerdo estar con ellos con mucho cariño.
En su época estaban muy de la mano, sin complejos.
El toreo y el flamenco se unían perfectamente porque les veías en los toros. También los cineastas y era una maravilla.
Usted mataba las duras y allí estaban, iban más allá de las corridas de “figuras”.
Claro, les gustaban las corridas de Pablo Romero, del Marqués de Domecq, Miura… He matado muchas de esas y estaban en el tendido. Si van solo a las de figuras no serán tan buenos artistas porque los de antes iban a todas, eran aficionados de verdad.
Han cambiado
Ha cambiado todo. A mí, empiezo por ahí, no me molestan pero no entiendo esos cantes acompañados de bailes tan difíciles o los que cantan en inglés, francés, alemán… Hágalo pero no cuente conmigo porque no le entiendo. A mí esos bailes tan estrepitosos y esos cantes… a mí no me gustan.
Hace cuatro años pude entrevistarle y me habló de su amor por el toro, de la necesidad de dejarle que él también se cobrara su vida.
Hay un toro que mato en Talavera al que le meto un estoconazo. Con la espada arriba se fue hacia el burladero y yo hablé con él sentado en la tronera.
– “¿Por qué me ha matado si me dijo que no lo haría?”.
– Aquí estoy, con un pitonazo tuyo en el pecho y otro en el muslo, sentado a su lado y dispuesto a que me mate porque usted tiene sus derechos. Puedes matarme, me has hecho feliz.
Muy duro lo que dice.
Yo le dije que también tenía derecho a matarme, que lo deseaba. Los dos estábamos agotados y yo tenía claro que ellos tienen derecho a matar. También te digo que no me quiero ver en una residencia, con una pierna para cada sitio y sin poder moverme, prefiero ponerme delante de un toro y que se tome sus derechos conmigo.
En su larga trayectoria, ¿hay toros que no se olvidan?
Cuando estás en activo te acuerdas menos porque lo vas haciendo cada día. Ahora me acuerdo de varios y te hablaría de Baratero.
Hablemos
Nunca perdonaré al presidente que no me dejase llevarme a casa a Baratero de Victorino Martín. Si llego a tener un rifle… ! (risas) No tiene usted derecho a matar un toro sin pedirme permiso a mí !
¿Le hubiera indultado?
Sí, se lo dije varias veces al presidente. Le pedí que no le mataran porque yo tampoco tenía derecho a hacerlo. El toro cumplió su obligación.
En la película (Sobrenatural) hablamos de ese toro y cómo el piensa (el toro) en que de pedirle que no le mate acabo haciéndolo. Yo debo decir que no fui yo, fue el presidente el que tomó esa decisión.
¿Baratero es el único toro al que hubiera perdonado la vida?
No, a muchos más, a casi todos. Sé que el toro te puede matar, tiene su derecho, pero a mí me gusta mucho el toro. Baratero tomó ocho puyazos, despacio además, y ese toro mereció su vida.
Pero usted era un gran estoqueador.
Sí. Yo podía pensar que un toro que me había hecho un favor merecía la vida pero mi deber era torearle y matarle. En mi mente estaba el que no merecía morir pero allí decidían unos señores (la presidencia) y yo cumplía con mi deber.
¿Qué tenía que tener un toro para usted?
Que fueran buenos, que cumplieran con lo que yo les mandara. Quería que él me diera a mí obediencia.
En su carrera tuvo mucho animal complicado, poco obediente.
Sí porque decían de mí que tenía mucho poder y me ponían en esas. Lo mismo pasó con mis maestros Domingo Ortega y Saleri II. En mi época los que mandaban ponían a los toros más complicados en manos de los toreros más capaces para lidiarlos.
¿El buen torero es el que puede con todos los toros?
No, hay toros que pueden más que los toreros. Hay animales a los que ha que dejar, solo lidiarles y matarles como se pueda. Hay animales que saben hacer cosas con las que los toreros no podemos.
¿Se ha sentido podido?
Sí, por muchos.
¿A esos ya no pensó en indultarlos imagino?
Sí, también. Esos toros también habían hecho su cometido aunque hubieran podido conmigo.
No le cuesta decirlo.
No, aunque yo tenía mucha facilidad. Los toros te quieren matar, son animales muy duros.
Para ir terminando voy a viajar al comienzo. ¿Cómo recuerda las capeas?
No las olvido ni ellas a mí. Ha habido toros que me han tirado encima de hombres y mujeres por encima y debajo de los carros. Estar ahí tirado, con el animal encima bramando…
La penúltima queda para la película, ¿cómo surge?
Jaime, que es mi mozo de espadas y muy inteligente, me dijo que me lo habían ofrecido. Él, que sabe andar muy bien por la fiesta, me orientó y entre todos lo echamos adelante.
Gracias maestro, ¿el entrenamiento no se deja?
Nunca, sigo entrenando y seguiré siempre.