Gran obra de Antonio Ferrera, el genio barroco (Olivenza 10 Marzo)
La faena de Antonio Ferrera al cuarto de la tarde en Olivenza ha sido una auténtica cátedra de su concepto genial y barroco. Una labor en la que pudimos pasar de un molinete a dos manos o ¿chicuelina? con la muleta a derechazos eternos de mano baja concluyendo con una lección de respeto a su puntillero. Lo dicho, una obra de arte barroca.
Cuando caminábamos hacia la plaza de toros de Olivenza pensaba en todas las críticas que hemos vertido acerca de esta feria pacense. Al llegar al coso tuve claro que estamos ante un milagro al que, quizás, estamos exigiendo demasiado. Una feria de este calibre es algo difícil de comprender para los que nos “pudrimos” en localidades siete veces mayores y con nada de toreo. Al pisar la plaza pude ver un coso bello, incómodo en sus gradas, pero con sabor. Un público respetuoso, con silencios torerísimos, y cariñoso con los coletas. El “demonio” no es tan mala como la pintamos.
A las doce en punto se rompía el paseíllo con un sol abrasador y media plaza en los tendidos.
Abrió la tarde Antonio Ferrera con un guapo Zalduendo que resultó complicado en su falta de ganas de embestir. El coleta estuvo pausado, torero y muy firme para hilvanar una faena en la que tragó con técnica dejando la sensación que en sus manos había una obra grande…
Y llegó en el cuarto. El Zalduendo embistió y fue el necesario colaborador a la obra barroca del pacense. En el recibo de capote pudimos ver que el animal servía y que el torero quería. Sacó del caballo al animal de forma inspirada ante el rugido de un público que le adora. Sus andares fueron toreros, no había prisa, y llegó la locura. Un trasteo en el que se dedicó a crear pleno de torería. Los derechazos fueron eternos, los naturales rebosaron inspiración y fueron acompañados con muletazos que solo estaban en su cabeza como el molinete a dos manos. A medida que el toro se rajó parecieron esfumarse las ilusiones pero no fue así. Pidió calma y se marchó a por el toro a tablas. Clavó en la arena la ayuda y sus naturales con la mano derecha fueron primorosos. Olivenza rugió ante una bella historia que fue coronada de un espadazo. El infalible Fernando Sánchez falló con la puntilla pero el torero, en su afán de dictar magisterio, le calmó y dio cariño con el respeto que un subalterno merece. El toro pareció agradecer el gesto y ayudó, con su espectacular caída, a que rugieran los tendidos. Un clamor con DOS OREJAS en la mano fue su vuelta al ruedo. Sin duda vive en un mundo aparte, ya solo torea para él.
El resto de la tarde tuvo mucho interés con una destacadísima actuación de las cuadrillas como la lidia al sexto o la pugna por brillar de los de plata con los palos.
Sebastián Castella no anda bien. A su primero le dio muchos pases que fueron un embrollo en el que solo algún retazo estuvo al nivel de las opciones del animal. OREJA.
En el quinto, bueno aunque duró poco, volvió a aburrir con un trasteo extensísimo en el que el toro medio-bajo dejó al animal como claro triunfador. OREJA.
Miguel Ángel Perera arrastró el título de “el sustituto” y salió demasiado presionado. Esto hizo que el comienzo a su primero, rodilla en tierra, fuera emocionante con el diestro entregado y muy a merced del animal con dos resbalones inoportunos. Ya de pie tiró de su tauromaquia girando sobre sí mismo con enorme exigencia para el animal. La pena es que el Zalduendo no pudo más y se retiró a tablas. OREJA.
En el último de la tarde pesaba la hora, cerca de las 3, y la faena de Ferrera. El de La Puebla salió firme y con mando para imponerse al tono mansito de un animal que, cuando no se iba, embestía con emotividad. La exigencia del torero reventó al animal que marchó a tablas. Por la zurda no vimos al coleta acoplado y solo el devenir positivo de la tarde le valió el trofeo para la salida a hombros. OREJA. Ni un pero a la entrega del pacense.
MAGISTERIO BARROCO DE ANTONIO FERRERA EN UNA INTERESANTE MAÑANA EN OLIVENZA. NOTAS MUY POSITIVAS DE ZALDUENDO A LA QUE SOLO ESTROPEÓ DEMASIADOS FINALES MANSOS PERO TRAS FAENAS LARGAS. PERERA EMOCIONA CON SUS CONMOVEDORAS GANAS. CASTELLA SE ENTREGA PERO SIGUE SIN VERLO.
Felices tras haber presenciado una obra única nos volvimos hacia Talavera. El respeto del público oliventino es algo que el de Illescas, por ejemplo, debería copiar.