Emilio de Justo salvó el homenaje a “Los Ángeles del toreo”. (Crónica Aranda 29 Febrero)
Emilio de Justo fue el salvador del homenaje que lideró Tauroemoción a los Ángeles del Toreo. Su faena al cuarto de la tarde subió el nivel de un festejo que vino muy condicionado por la pobre presencia de los utreros de Matilla acompañada por su más que pobre juego en cuanto a fuerzas. Un día como el de ayer merecía un encierro con el que no hubiera habido que sufrir por ver si aguantaban de pie o se echaban.
La entrada en Aranda fue sorprendente, para mal. Debemos preocuparnos cuando un cartel tan redondo concita en un coso de 5500 personas a poco más de una hora de Madrid a más de 3/4 de plaza en apariencia. Sorprendente, o quizás no tanto, que no se agotara el papel. La sombra del cambio de Vistalegre, el merecimiento de Las Ventas y la ausencia de toreros muy ligados a estos ángeles, restó y mucho. Aún así este cartel era para llenazo. Es hora de darse cuenta que los festivales necesitan a gente que no se ve en la temporada, toreros retirados por ejemplo. Se echó en falta al torero de la tierra en su 15 aniversario.
Abrió la tarde Morante de la Puebla con la cadencia de privilegiado que tiene a la verónica. Se vio al andaluz con ganas, inspirado. Esto, con perdón, jodió y mucho pues delante no tuvo nada. Trató de mimar con gusto, con su pellizo, pero los milagros son complicados. Cuando el de Matilla respiró se vieron detalles de gusto. Al final de faena trató de animar la decepción con una versión más trabajadora que, para él, le queda hasta bonita. OREJA.
José María Manzanares estuvo bien, muy bien. No es la zurda su fuerte pero en la derecha logra cosas para elegidos. Sostuvo a un animal mortecino con mando, temple y distancias. Logró levantar el trasteo acompañando y haciendo creer que el utrero tenía algo de vida. Con la faena levantada el novillo empezó a encogerse hasta el punto de protagonizar una inmensa agonía en el tercio final con el alicantino tratando de meter la espada mientras la plaza ni respiraba para que se sostuviera de pie un muerto viviente. OVACIÓN CON SALUDOS.
Cayetano dio un ejemplo de profesionalidad. Ante un novillo noble y con más vida, sin excesos, salió a levantar la tarde y lo hizo. No se dejó nada en el esportón con un toreo al que le faltó más poso pero que encantó al respetable. Solo el descabello le privó del doble trofeo. OREJA.
Emilio de Justo salió a por el cuarto con la tarea, cada vez más habitual, de remontar un festejo del que se esperaba más. Si él no hace lo que hizo, estando sus compañeros muy profesionales como estuvieron, estaríamos hablando de los novillos y no de él. El animal de García Jiménez salió con las mismas penas que sus hermanos pero con un fondo de inmensa calidad, en esa casa hay mucho bueno. Emilio dejó una verónica inmensa pero apostó por su cabeza. Con tranquilidad ordenó todo para hacer una de las suyas. La plaza seguía de merienda sin mirar mucho a lo que pasaba en la arena. El de Torrejoncillo fue sobando al animal hasta lograr afianzarlo ante la sorpresa general. Las tandas cortas del inicio fueron perfectas en cuanto a temple y enseñanzas. Una vez que el utrero vivía, le toreó. Lo hizo con gusto, con estética, con inteligencia. El utrero sacó su gran clase en naturales acompasados, redondos, larguísimos. La plaza empezaba a despertar.
Listo, conocedor del escenario, dejó una tanda de rodillas que dejó los bocatas al lado y, con el público ya pendiente de verdad, le cuajó con gran estética y gusto. No falló con la espada cortando DOS OREJAS dando una clamorosa vuelta al ruedo. Sin duda, había marcado diferencias.
Pablo Aguado salió a la arena ante un novillo que no pecó de excesivas carencias de fuerzas pero con el que poco vimos. Echó el capote con suavidad pero sin redondear. En la muleta le vimos un trasteo en el que las ideas de su toreo no cristalizaron quedando un conjunto poco brillante. No cambió de registro y la espada no terminó de subir el nivel. OVACIÓN CON SALUDOS.
El Rafi fue muy listo viendo el devenir de la tarde y salió a por todas. Con el capote hizo rugir a la plaza por chicuelinas y zapopinas. El novillo prometía buenas cosas pero se rajó. El francés lo intentó de todas las formas posibles sin rematar y el festival acabó con mala espada. OVACIÓN
LOS ÁNGELES DEL TOREO FUERON HOMENAJEADOS CON LA SENSACIÓN DE QUE MERECÍAN ALGO MÁS. PREOCUPANTE QUE NO REVENTARA LA TAQUILLA CON LO REMATADO DEL CARTEL Y MAL ENCIERRO DE LA CASA MATILLA. PROFESIONALES LOS COLETAS SOBRESALIENDO UN GRAN EMILIO DE JUSTO.