Eloy Cavazos “Cojo la muleta en mi confinamiento y me imagino debajo del 7 armando un escándalo con el toro”.
En su casa de Guadalupe, el pueblo que le vio nacer y en cuya plaza de toros se crió, pasa el confinamiento “El pequeño Gigante”. Eloy Cavazos ya es leyenda de la tauromaquia y el testimonio vivo de la época dorada del toreo mexicano. Con él pasamos un rato de mucho buen humor gracias al positivismo que transmite este figurón del toreo.
Maestro, buenas noches, ¿qué tal está?
De salud, gracias a Dios, estoy bien. De ánimo no te digo que bien porque ya me cansé de pelearme con mi vieja porque nuca le gano (risas).
¿Cómo lleva el encierro?
Bien. Yo no sabía ni guisarme un huevo pero ahora ya me lo sé hacer con papas y hasta un guisadito. Sé lavar pero planchar no, ya habré quemado tres camisas (risas).
Una sensación nueva ante un duro enemigo.
Es algo que no conocíamos. He estado encerrado por culpa de las fracturas pero me llevaban de acá para allá en mi sillita. Esto ni te lo podías imaginar.
¿Cómo vivieron el comienzo allí?
Muy nerviosos. Teníamos un toro de Miura en los medios y no le estábamos dando importancia. Esa falta de preocupación ante el Miura fue dura. Cuando vinieron las broncas grandes desde Italia, España y China ya se preocuparon de verdad.
El entorilamiento es más duro cuando se viaja tanto como usted.
En la vida viajar a España, Italia, por el país… es lo que más gusta con el campo. En el campo poder ver al toro, torear una becerra, disfrutar del silencio… Echo mucho de menos quedarme quince días en ranchos de mis amigos. Esto que estamos pasando no le gusta a nadie.
¿No puede disfrutar del campo en su casa, verdad?
Vivo a cinco minutos de Monterrey, en Guadalupe, en mi casita con mi mujer. Estamos a gusto unos días y otros días nos peleamos. Nos reímos, nos peleamos… pero ya no sé ni de que platicar con ella (risas). Y aquí no tengo campo. Tengo un pedacito de terreno del portón de la calle a la casa, serán unos 40 metros, y ahí ando de vuelta en vuelta como caballo de molienda.
¿Con el capote en la mano?
Por supuesto. Cojo mi capote y mi muleta y hago puertas grandes en Madrid y Sevilla. Me imagino cada día que ando toreando y triunfando por allá.
Una de las alternativas que se están poniendo sobre la mesa es dar toros a puerta cerrada.
Siempre que yo toreaba y veía la plaza llena me daba gusto porque sabía que me iban a pagar. Cuando partía plaza y, por una excusa o por otra, no estaba llena me daba tristeza al saber que el empresario me iba a pedir que bajara mi caché. Es un mal síntoma que la plaza esté vacía, así no vas a cobrar.
¿Ve una solución emitir toros a puerta cerrada en el campo o tentaderos como el de Arturo Macías?
Hay que cooperar y entretener a la gente. Es bueno que puedan ver fútbol, boxeo, una tientita, un novillito… Eso te hace ilusión y te da un consuelo, eso lo veo bien. He visto a varios artistas que cantan y lo hacen para alegrarte. El entretenernos es algo necesario.
Volvamos a su Guadalupe natal.
Aquí tengo un terrenito, aquí nací, me compré un panteón y vivieron mis suegros y mis padres. Estoy en mi casa que es Guadalupe.
Maestro, ¿se valora ahora, con el tiempo, lo vivido y sus orígenes?
Valoras todo. Dormía en la plaza, en la parte de arriba, porque los zancudos te picaban, te banderilleaban.. Nos acostábamos en las gradas de arriba, allí corría un aire riquísimo. Eso sí, si te dabas la vuelta podías acabar en la barrera (risas).
¿Se acuerda uno de los que ya no están?
Sí, sin duda. Al estar tranquilo en casa, sin tener actividad, hace que recuerde a mis padres, a mis abuelos, mis inicios toreros… Te sobra tiempo, hermano. Fíjate, en la mañana me pego un levantón porque clarea y me dice mi vieja que dónde voy sin nada que hacer. Lo pienso, tiene razón, me doy la vuelta y me echo una pestañita.
No queda más que tirar de paciencia.
Sí, da miedo contagiar y ser contagiado. Cuando empezó todo dimos vuelta a los que nos ayudaban pagándoles todo. Ahora lo hacemos todo nosotros, hago de todo.
El maestro nos confiesa que la cocina, más que desconocida, la tenía olvidada.
El primer día se me quemó hasta el agua (risas). Cuando nos fuimos a España en 1971 aprendí una lección de vida importante. Rentamos un apartamento, comprábamos en el mercado, guisábamos, aprendíamos. Cada quién nos lavábamos la ropa. Había que economizar porque no se ganaba dinero y se toreaba poco. Fuimos aprendiendo, te lo confieso, y lo de ahora no me sorprendió lo que tenía que hacer en casa.
Esta crisis te hace pisar el suelo de nuevo.
Desde luego mi Jaime. He vivido experiencias muy bonitas y esto te hace aterrizar. Pisas el suelo y vives esto igual que el que tiene muchos millones como el que está a media tabla.
El pequeño gigante nos relata su anterior encierro en Guadalupe diferenciando con el de ahora.
Fíjate mi hermano. En mi infancia vivía ya encerrado porque no teníamos carro para viajar y no teníamos ni para comer porque no traíamos dinero. Ahora nos vemos con la pancita llena, vemos la tele y cuando menos nos damos cuenta estamos roncando mi vieja y yo. El encierro duro fue el de antes, ahora tengo hasta mi abaniquito, estamos mejor.
El haber pasado hambre ayuda a hacer sacrificios en estos tiempos.
Sí, desde luego. Siempre se dice que de zapato a descalzo es más difícil que de descalzo a zapato. Comprendemos muchas cosas y le damos valor a la vida. Ahorita mi mujer me dice de rezar y lo hacemos juntos. Cuando te das cuenta vas matando otro día.
¿Qué perspectivas de futuro hay en México de cara a salir?
Tenemos que alargarnos cerrados otro ratito, por lo menos hasta finales de mayo. Esperemos dar la puntilla a esto, tenemos esperanza, pero ya nos hablan de hasta el 30 de Mayo.
El maestro nos pregunta por España y al enterarse de la salida de los niños…
Eso me da mucha alegría. Quiero mucho a España, tengo muchos doctores amigos allá y esto que me dices me da libertad.
Usted es muy querido aquí.
Y yo a España también la quiero mucho.
Por algo será.
A España le tengo que agradecer el título de figura del toreo. En nuestro México querido y en los demás países que dan toros se nos admira tras triunfar en Madrid. Yo le do las gracias a Dios de que me diera la suerte de abrir la puerta grande en 1971 y 1972. Esas seis orejas me dieron un títul, mi rancho y el poder vivir a gusto.
Adoro a España, teníamos ya los boletos de avión para ir a San Isidro, nuestro hotel frente a Las Ventas. Desde mi ventana veo como va la entrada, como amanece el día, el viento… Tenía todo preparado para festejar mis 49 años de puerta grande pero el año que viene celebraré los 50 si Dios me da la dicha de poder celebrarlo.
Maestro, de las grandes figuras mexicanas (Manolo Martínez, Curro Rivera, Silveti, Jorge Gutiérrez…) en España es usted el más conocido.
Gracias por tus palabra mi Jaime, ojalá te oyera mi mujer (risas).
La puerta grande marca todo.
Como te decía la categoría a un torero se la da la puerta grande de Madrid sin menospreciar a grandes plazas como Sevilla o Valencia. Abrir la puerta grande de Madrid te hace morirte a gusto, es algo que nadie te va a quitar. Es una felicidad que han sentido Armillita padre, Arruza, Garza, Juan Silveti… Son toreros que se fueron de este mundo felices por cumplir en su profesión el sueño de abrir la puerta grande de Madrid.
Te deja satisfecho profesionalmente y te cambia la vida.
Te cambia todo. De un pesito que te dan empiezas a ver el doble y ya eres citado como figura del toreo. Eso te lo da Madrid. Tuve la suerte de torear allí, en Barcelona y otras grandes plazas alternando con grandes figuras como Dominguín, Ordóñez, Curro, Palomo, Capea, Emilio Muñoz, Benítez… Con todas esas grandes figuras tuve la dicha de alternar con ellos.
Me presenté en 1971 en Madrid y me retiré de allí un 30 de mayo de 2002. Torear en un intervalo de 31 años, no todos, es algo difícil. De eso estoy muy agradecido a Dios.
En su época México llenaba con los cuatro grandes (Curro, Mariano, Manolo y usted).
Hubo temporadas que nosotros cuatro y los Arruza hijo, Jorge, Miguel Espinosa, David (Silveti)… llenábamos solos. Venían toreros españoles que completaban carteles muy padres pero con los de acá se llenaba y toreábamos mucho. A medida que fueron escaseando los de acá tocó apoyarse en los españoles.
¿Para usted fue la época dorada del toreo mexicano?
Para mí, sí. Tengo 70 años y 8 meses y platicas con la gente mayor que yo y piensan lo mismo. Los 70 fueron importantes para México por las 8 figuras del toreo que había. Había dos toreros de puerta grande como Curro y yo además de Lomelín. Otros pudieron triunfar en Sevilla o cortar en oreja como mi amigo Jorge en Madrid o Zotoluco. Por cierto, el otro día hablé con Jorge y me platicó que anda muy bien, me alegró mucho.
Esos años gloriosos se marcharon con usted.
No es lo mismo llegar que sostenerse y como figura es muy difícil. Le doy gracias a Dios por los 42 años que me dejó estar toreando.
Me hablaba antes que usted sigue “toreando en Madrid y Sevilla”, ¿le gustaría volver a torear aunque fuera en el campo?
Sí, eso me hace mucha ilusión. Soñar no cuesta nada y en estos días de encierro cojo mi muleta y me imagino que toreo cerca del 7 y armo un escándalo. Eso no se nos acaba nunca salvo cuando te vas al otro barrio. Mientras esté uno vivo sueña, es una motivación. Siempre me dio que toreo el domingo y eso me hace ser disciplinado. El domingo no llega pero me llena de disciplina.
Maestro, de la época dorada del toreo mexicano me llama la atención lo temprano que partieron todos.
Se fueron muy jóvenes. Se te enchina el pellejo ver que se fueron así, se te pone el cuero de gallina no más de pensar. Sólo queda Jorge del que, como te decía, me alegra mucho saber como ha luchado. Es una pena lo jóvenes que se fueron muchos como Manolo con menos de 50 o sobre esa edad como Mariano, Antonio y Curro.
¿Se produce un sentimiento de “orfandad” al haber vivido tanto con ellos?
Sí. Partí plaza con figurones como Dámaso, Palomo, Paquirril, Luis Miguel, Antonio… Duele no tenerles, que se te adelanten en el camino, pero es ley de vida.
¿Cómo era competir con ellos?
Fueron toreros muy celosos de su sitio, de la forma en la que estaban colocados en el escalafón. Decían que eran el número 1 y eso se lo oías a Camino, Benítez, Palomo… Eran los número 1 y lo defendían con todo, nadie les quitaba. La competencia era pasión pura, precioso.
Maestro, una vida de muchos grandes recuerdos.
Bastantes, estoy agradecido con la vida. Hubo toreros españoles que me tendieron la mano como Dominguín, Palomo, El Cordobés, Camino… A cuántos les pedía torear con ellos lo hacían. Me dio prestigio torear con ellos y se lo agradeceré por siempre.
Usted también “mordía” si se le presentaba un joven delante.
Le tenía que costar quitarme, debía pegarme repasos para quitarme. Sin duda, tenían que batallar. El mantenerse como figuras del toreo es duro. Voy a cumplir 54 años de matador y en todo ese tiempo oías que tal o cual te iban a quitar. Luego veías que se apagaba su llama y sólo quedaban los viejos. Ese Viti, Curro, Bienvenida, Luis Miguel, Palomo, Camino… A esos no les tumbaba ni un huracán.
Mantiene relación con los maestros Curro, Viti, Camino…
Al ir a España me da alegría poder saludarle o hacernos una foto juntos porque les admiro. Al maestro Viti le veo poco pero sí a Rincón, Capea, Muñoz… Tengo un chorro de amigos a los que sí veo. Comíamos una paella con Palomo en El Palomar antes y recordábamos andanzas de América, Perú… Si me encuentro a alguien de ellos me les cuelgo del pescuezo porque me encanta saludarles y convivir con los grandes de mi época.
Maestro, es una inyección de positivismo su sentido del humor.
La vida me ha dado muchas alegrías.
¿Ahora puede disfrutar más a la familia, en este caso a su esposa?
A la familia la disfruté siempre. Viajábamos tanto que cuando veías a tu mujer y tus hijos te los comías porque les echabas mucho de menos. Siempre vivíamos con el miedo de no tener un colchoncito para darles si un toro nos quitaba del medio.
¿Y a los nietos se les disfruta más cuando llegan?
Hay alguna vez que me subo a mi carro y les tocamos el claxon para verles. No les podemos ni ver casi porque les tapa la cara el cubrebocas. Antes de esto he convivido con mis hijos, con mis nietos, con mis nueras, hermanos… Asamos carne y les digo que es de traje. Ellos me dicen que si corbata y les digo que es de traje: de tú trae la carne, tú trae la bebida… Platicamos, convivimos cantamos… Lo he pasado muy padre desde que me fui de los toros.
Muchas gracias maestro.
Gracias a tí hermano. Saluda a España. Allá tienen un par y vamos a sacar esto para adelante.
Gracias por su tiempo y, sobre todo, su buen humor.
El humor te lo acepto mi Jaime pero el tiempo no te le cobro porque tengo todo el del mundo (risas).