Crece la preocupación con Victorino bajo los gritos más casposos del mundo (Crónica Las Ventas 10 Junio)
La última corrida del serial de mayo estaba reservada para la Corrida de la Prensa. Un lleno aparente (había huecos en algunas andanadas) se convirtió en no hay billetes, alguno no acudiría teniendo la entrada… Ambientazo fuera de abono a la sombra de Victorino Martín.
Abrió la tarde Manuel Escribano ante un toro que le ignoró en su porta gayola y que cantó de salida que no valía nada. El sevillano estuvo mal con los palos y se puso al tono de un animal de poco o nulo juego. Aburrido episodio. SILENCIO.
El torero más esperado de la tarde era Paco Ureña. Al lorquino le esperan y le aplauden todo, algo que jamás debe ser un demérito para quién logra ese cariño. Desde el paseíllo la plaza le esperó con más ilusión que realidad y exageró lo hecho en el ruedo, lo que no quiere decir que no hubiera mucho bueno. Indudable el esfuerzo de un torero al que se le vio muy mermado para no decepcionar a su plaza y para enfrentar a un Victorino noble. Se fue, con inteligencia a buscar a su 7, y dejó muletazos de mucha verdad que fueron decayendo de la mano del fin del astado. Al final de faena se aceleró con una serie innecesaria que afeó un trasteo de premio. Su verdad, indudable. OVACIÓN.
Emilio de Justo volvió a Madrid y lo hizo descubriendo que su nueva faceta no era la esperada por esta plaza y sí el recuerdo de aquel toro de los tres avisos. Había ganas de medir al cacereño tras sus triunfos cantados y se le midió en exceso. El toro de Victorino fue pegajoso aunque tuvo interés y Emilio puso su verdad tratando de enfrentarse a las complicaciones del animal. Una serie de mano baja fue muy buena mientras en el resto predominaron enganchones que fueron impacientando al coso que vio a un toro más deseado que realmente bueno. El esfuerzo no fue compensado y el fallo con el verduguillo significó Leves pitos y sorprendentes palmas al toro. Aprendizaje de más dureza.
Escribano tragó a portagayola y dejó un recibo de buena nota a su segundo. A partir de ahí hizo todo a la contra del animal, muy despegado y sin mandar. El cárdeno se fue apagando entre su falta de casta y mansedumbre y el mal trato. Leves pitos.
En el quinto Ureña sembró dudas sobre su estado con un limpio salto al callejón. Este salto, soltando el capote, hizo que se cambiara el diapasón del coso hacia él midiéndole más (aunque su merma era evide). La cuadrilla, muy mal, impacientó y la poca condición del toro tampoco ayudó. Ureña sacó una tanda muy buena, con firmeza, que gustó pero sin el eco debido en los tendidos. A partir de aquí el astado se vino abajo y la faena se quedó en las ganas de la gente por una puerta grande que caerá. SILENCIO.
El sexto fue otro manso aburrido con el que De Justo se la jugó sin cuento con él. El Victorino se apagó frente a un torero muy firme que se la jugó sin cuentos entre el despelote de un público vergonzoso. Gritos de Vivas España, Viva El Rey, Viva los curas, Arriba España y demás casposidades sonrojaron en un desfile de borrachos y trastornados. Poco a poco el cacereño se fue haciendo con la gente hasta recibir una gran ovación que vale por un “te esperaré” de la primera plaza del mundo. OVACIÓN.
Mala corrida de Victorino, muy aburrida y con mansedumbre en varios de sus toros, con un Escribano desdibujado. Ureña deja pasajes muy buenos que saben a poco por lo que se le esperaba y De Justo es muy medido pero sobreponiéndose en el sexto con mucha firmeza.