Brilla el hambre de Garrido y la torera ilusión de David de Miranda (Valdemorillo 8 Febrero)
El festejo que ha abierto la Feria de San Blas de Valdemorillo reunía un cartel que podría, perfectamente, haberse vivido en los primeros festejos del año en Las Ventas. 2/3 de entrada no parecieron mejorar las entradas de años anteriores en una sorpresiva entrada teniendo en cuenta que, cualitativamente, la feria había mejorado bastante.
Eso sí, hoy los tendidos sonaron más a Madrid que a la tradicional bondad del pueblo serrano.
Abrió la tarde Juan Ortega con un recibo de capote en el que se dudó si pitar al toro por falta de fuerzas o romperse con los esbozos del coleta. La faena de muleta tuvo pellizquitos de lo que el público buscó con una lentitud en los muletazos llenos del gusto del andaluz. No hubo para mucho más pues el toro no permitió romperle por abajo ni apretarle. OVACIÓN.
En el cuarto se volvió a cantar la idea de capa de Juan más que lo que realmente logró reunirse. Como en su primero brilló en el inicio por abajo en una faena en la que no se acopló a la embestida pegajosa del Núñez. La plaza se fue desinflando con el más esperado del cartel mientras él, acertadamente o no, siguió defendiendo su idea. Mal con la espada. SILENCIO.
José Garrido salió a morder dando todo con el buen primero de Alcurrucén. Apostó por la ligazón en una faena en la que brilló más cuando logró estar más reposado en unas ganas que no siempre logró frenar. Su hambre perdona las carencias para mí pero no para los que le midieron como en una tarde de San Isidro. OVACIÓN.
En el quinto arrancó una oreja a un toro muy pobre de cara y mansito con el que se puso el mundo por montera. El extremeño se aisló de los pitos, de los que le medían, de todo. Tiró de hambre, entrega y toreo para arrancar muletazos que el astado no quería regalar. Acabó por ceñidas manoletinas de rodillas para cortar UNA OREJA merecida.
David de Miranda ha brillado en La Candelaria. Si bien no destacó a la verónica remontó su labor con la capa con ceñidas saltilleras. En la muleta trató de mantener en pie al flojo Alcurrucén mientras alguna voz a destiempo le pedía que le tirara, bajar la mano era lo que iba a lograr si lo hacía. Sus naturales tuvieron mano baja y un desmayo elegante al que faltó rival. PALMAS.
En el sexto realizó una faena maciza atornillando las zapatillas a la arena y tirando de una idea de toreo de valor y mucha clase. Poco a poco fue arrancando bellos naturales a los que le faltó toro porque salía frenado. La plaza rugió con el desmayo de sus naturales y su valor que se fue sin premio por la espada. OVACIÓN.
Buena imagen de Garrido y David de Miranda con un Juan Ortega que tampoco se salió de su idea. Dureza en los tendidos ante una noble, sin más, corrida de Alcurrucén. Toreros que merecen contratos y tiempo, su personalidad lo demanda.