Anabel Moreno, presidenta de La Maestranza, “La gente joven que llega al toreo debe saber que no todo es aplaudible”.
Anabel Moreno es una de las mujeres que rompió el tabú de la presencia femenina en el palco llegando al de la Real Maestranza de Sevilla. Tras la apariencia seria que se ve en el palco se encierra una gran aficionada de conversación exquisita y conocedora del mundo del toro. En épocas de triunfalismo y el debate sobre él, nos ofrece un interesante análisis desde su posición. Gracias a Ignacio Sánchez Mejías por facilitar esta entrevista.
Fotos: Sevilla Taurina.
Una aficionada nace en Las Palmas.
Mi padre era militar y me tocó nacer allí. Mis hermanos nacieron en Sevilla y mi hermana mayor en Valdepeñas, el recorrido normal de un militar. En Las Palmas no tenemos familia ni mis padres eran de allí.
¿Cómo llega al palco de Sevilla?
Cuando se aprueba el Reglamento Taurino andaluz en 2006. Se decide modernizar, avanzar sobre el Reglamento nacional apostando porque la presidencia de plazas de primera y segunda fueran ocupadas por aficionados de reconocido prestigio sin ser policías de profesión.
Cuando llegué al palco de Sevilla había tres policías y siguieron hasta que fueron cesados o dimitieron. No se echó a los policías, se abrió hueco a la renovación dejando entrar a aficionados. La Consejera Evangelina Naranjo intentó que entraran mujeres al palco. Había en el Cuerpo Nacional de Policía mujeres pero, sorprendentemente, ninguno llegó al palco. Entramos varias mujeres como Romero en Málaga, Alonso en El Puerto o Ana Belén en Granada. Aquí estamos aunque cuesta trabajo que entremos en los palcos.
¿Notaron presiones y/o rechazo?
Presiones no. Sorpresa, desconfianza y vamos a dejarlo ahí. Al cabo de los años la gente se acostumbra. no se ha hundido el mundo y da igual que sea hombre o mujer la persona que esté en el palco.
Una de sus primeras actuaciones la provocó una bronca por negar la oreja a Curro Chicuelo.
La primera vez todos estuvieron pendientes de mí. Estaba nerviosa sabedora de mi responsabilidad. Broncas he tenido muchas.
Aguantó la bronca, ¿marcó su línea?
Llevaba 25 años de abonada, tenía opinión y criterio. Te tienes que adaptar. Pasar de aficionado a presidente requiere un paso que hay que dar, aprender a darlo. No basta solo tu criterio, debes interpretar la opinión del público , defender el Reglamento y a los espectadores.
¿Cómo definiría al toro de Sevilla?
No sé si existe. Hay tantas opiniones como aficionados. En Sevilla suele gustar, no se protesta, un toro armónico, un toro acorde con el encaste de la ganadería. Se dice que es más pequeño, el famoso toro bonito que decía Juan Pedro. No obstante cada vez se ha ido matizando más. Cada vez es más homogéneo con el toro en la presencia en otras plazas de primera. Hay plazas que gusta un toro de más volumen y más armado, lo que le gusta a la plaza. Y el empresario atiende a su público. Cada vez hay menos diferencia viendo la televisión. El toro de Madrid, Pamplona, Valencia y Sevilla han evolucionado. Cada vez son más parecidos salvando algo las distancias.
Este año generó polémica la negativa a la oreja de Fandi, ¿se esperaba a los mediáticos tras las sorprendente Puerta del Príncipe de Juan Posé Padilla de 2016?
No creo que ningún presidente en su sano juicio vaya con esas pretensiones en ese sentido y si lo hace se equivoca. No fui con idea preconcebida. En las peticiones de oreja la mayoría es una medición peculiar de los toros. La mitad más uno de los pañuelos. Uno se guía por el pañuelo pero si hay más gritos, hay más gritos. Consideré que no era suficiente la petición de Padilla.
La de Fandi fue diferente, la estocada cayó caída y es plaza de 1. Hay una cierta función educativa, aunque suena pretencioso. Muchas veces se habla de la categoría y se critica el nivel. ¿Quién pone el nivel? Lo pone el público. Hay veces que la categoría de la plaza te obliga a no conceder una oreja con estocada muy caída. Esa es la discusión. Son consustanciales con los toros, opiniones para todos los gustos igual que peticiones hay.
Antes habló de la función de preservar el Reglamento, ¿cómo compaginar eso con la idea de no dar la oreja bajo esa función educativa?
El Reglamento dice una cosa pero admiten las peculiaridades. El Reglamento andaluz dice que con dos orejas sales a hombros excepto peculiaridades como Sevilla que se necesitan tres.
Hay una cosa fundamental, hay que mantener el nivel. Ahora hay un relajo con las exigencias en la presencia del toro incluso con los toreros. Echo en falta que la prensa analice la actuación del toro. No se suele ir más allá, parece que queda feo meterse con el torero. A veces no se cruza, no ha dado salida. Eso es una pedagogía que necesita el público para saber que ve. No solo la emoción. Cuando uno lo hace bien, emociona. Ves que ha cargado la suerte, dominando sobre el toro en vez de acompañar. Todas esas circunstancias que se pierden y es difícil encontrar un análisis en prensa de lo que hace el torero. Es complicado, es delicado. El torero se juega la vida, hay una especie de acuerdo generalizado de vamos a analizar el toro más que al torero.
Eso me lo han dicho ganaderos
Es bueno y pedagógico que analicen el comportamiento del toro pero también decir si el trato del torero es el merecido. Perdemos valor si se desconocen esas cuestiones porque el público llega a la plaza y todo parece bien y todo no está bien.
¿Cree que falta unidad de criterio en los palcos, no solo en el de Sevilla?
Lo de la unidad es una utopía. Ni la plaza es igual un día que otro, ni las ganaderías, ni los toreros ni presidentes. Matías no tiene unidad de criterio consigo mismo y es el único presidente de Bilbao. La situación de cada día es diferente, es difícil. En plazas de presión y con figuras… Hay 4 presidentes en Sevilla y 5 Madrid, ¿qué unidad de criterio? Intentar ser honesto con lo que ves e interpretar, esa es la unidad que se puede lograr.
¿Qué opina cuando desde los medios de comunicación se habla de robar?
No soy policía y no estoy de acuerdo con esa afirmación. No hay unidad de criterio en la prensa analizando una corrida u otra. La utópica unidad de criterio no se da en ningún sector. Es lógico que intentemos que con la coherencia que se actúe sea similar. El día que considere que mi actuación no ha estado en el tono que debe estar o que no soy capaz de soportar la presión, ese día decidiré irme y volver a mi asiento. Sin problema.
¿Cree que habría que sancionar más duramente a toreros como Morante y las gafas, Juli y Toledo por desprecios al palco?
No. Yo creo que a eso no hay que llegar en ningun caso. Lo más complicado del mundo para mí es que un hombre se ponga delante de un animal y se juegue la vida, ahí está la prueba de Fandiño. En ese estrés, tensión, que digan esas cosas es comprensible. En unos sale educados y en otros menos, no hay que dramatizar.
Un municipal de la Junta dijo Morante, es absurdo pero ofensivo. No hay que dar más importancia que la que tiene con ese calentón y se cree injustamente tratado.
¿Ha derivado Sevilla hacia el triunfalismo?
Es la eterna discusión. Voy a muchos sitios a ver toros. Últimamente me deprime ir a ver toros a plazas con nula exigencia. No se exige presencia del toro y cualquier faena normal se considera el no va más. Ese puntito triunfalista es común al público nuevo que llega, eso hace daño. Por eso es necesario la pedagogía de explicar al público lo que está bien diciendo lo bueno o lo malo. Si no, no aprenderíamos. La gente joven que llega debe aprender que no todo es aplaudible. No digo que sea recriminable pero no aplaudible.
¿Hubiera usted indultado a Arrojado?
Afortunadamente no me tocó estar en el palco (risas), no lo sé. Cada vez que miraba Manzanares hacia el palco yo hacia el gesto que matara. La plaza estaba loca.
Con frialdad, hay reuniones de aficionados en las que se considera que fue maravilloso y en otras que mal esa ruptura de barrera del indulto en plaza de primera. La plaza entera pedía el indulto. Después del festejo quedé con amigos y nos tiramos horas discutiendo si era de indulto o no. Había opiniones de todo tipo. Esto es parte de lo atractivo de este espectáculo que te permite ver y opinar de toros. Lo que intentas es transmitir tu sensación.
Esas decisiones tomadas en segundos son muy complicadas. a mi me ha pasado. La petición de oreja incuestionable, darla y luego decirte que vaya mierda, !si la has pedido!. Cada uno tiene una impresión que cambia con el tiempo y meditas y llegas a diferentes conclusiones. No pasa nada. Lo dramático es la muerte, la discusión nos hace vivos en defender el toreo. Gente dispuesta a dar la vida por un arte tan especial es algo muy grande.