A solas con Manolo Vanegas “No tengo miedo a la vida”.
Son las cinco de la tarde de un miércoles con cielo plomizo en Toledo. El hospital de parapléjicos, referente nacional, nos recibe con un ajetreo de familiares y pacientes entre idas y venidas de profesionales. En la recepción Óscar y yo preguntamos por el lugar, la cafetería, elegido por Manolo Vanegas para esta charla.
A las cinco y cuarto, por un largo pasillo que procede de una gran sala que se asemeja a un hangar, aparece Manolo el torero venezolano. Lo hace tranquilo, mirándonos a los ojos y con una sonrisa amable, para después invitarnos a tomar asiento…
Entrevista realizada junto a Óscar GM, autor de las fotografías.
El ser torero fue algo que yo no elegí, fue algo que nació conmigo. Vengo de una dinastía de toreros venezolanos, los Vanegas, y desde niño crecí viendo torear. En mi casa se vivía y se respiraba el toro, el ser torero fue algo que me venía dentro.
De la mano de tu padre, torero cómico.
Mi padre ha sido el motor para que yo me dedicara a la tauromaquia. Él tiene un espectáculo cómico, lo que aquí era El Bombero Torero, y en la parte seria del espectáculo empezamos mi hermano, César Vanegas que ya es matador, y yo.
Empiezas siendo un niño en el mundo del toro.
Sí, empecé a los nueve año como un juego. Solía acudir a los tentaderos con mi hermano, mayor que yo, y salía en alguna becerra. En una tienta estuve bien y dio la casualidad que a la semana siguiente era la feria de mi pueblo. Mi papá me colocó el traje de corto de mi hermano, de cuando era niño, y me quedaba bien. Me echaron una becerrita y recuerdo con mucho cariño todo aunque me dieron una gran cantidad de volteretas. A la semana siguiente me volvieron a repetir.
Morenito de Maracay me hablaba de sus comienzos con toros criollos, algo que a ti no te tocó.
No, el animal ya está más depurado en Venezuela con animales de sangre española. Esos toros del maestro eran más rabiosos que bravos, similares a la vaca de la Camarga.
¿En qué momento das el paso al profesionalismo?
Desde el primer día que me coloqué el traje me lo tomé muy en serio. No era el típico niño que solo jugaba ya que, ante todo, me sentía torero. Nunca jugaba a la play y siempre estaba jugando al toro como pasaba en España antes.
¿Se ha perdido el jugar a los toros?
En los países de América la admiración del público impacta, como dijo el otro día Álvaro Lorenzo, antes de debutar en Lima. Esa admiración por los toreros no se ha perdido.
¿Se sigue jugando al toro en tu país?
Sí, mis sobrinos siguen jugando en el colegio. De la mano del espectáculo cómico muchos chavales se han enganchado a la tauromaquia.
Antes de seguir, vamos a hablar de la polémica de los enanitos toreros.
Para quitarlos aquí se han basado en opiniones sin sentido. Ellos también tienen derechos y yo puedo decir que les apasiona torear. Mi madre me dejaba con un pequeño, era él quién me cuidaba, era mi nana. Los que prohíben usan la excusa de querer protegerlos pero en realidad lo que hacen es dañarlos por quitarles su lado artístico. Son personas que buscan trabajo en otras cosas y que no lo encuentran por motivo de su tamaño y en el toreo tienen su opción de desarrollarse profesionalmente.
¿Cómo recuerdas el toreo con ellos?
Con ellos se vive un ambiente muy divertido. Son personas que arrastran el problema de la estatura pero han tenido el valor de salir adelante echando a un lado la burla. Era bonito porque eran enanos toreros, se sentían artistas admirados a los que les pedían fotos. Mi niñez a su lado fue maravillosa.
Diversiones en el ruedo en Villaseca.
¿Los sigues tratando?
Sí, son mi familia. Una de las cosas más importantes para que yo esté aquí son ellos porque han luchado para que yo pueda torear. En mis inicios me ayudaron mucho y gracias a ellos comencé en esto.
La cara del torero es puro cariño, su expresión es la mejor muestra de lo que siente por estos artistas. ¿Ha afectado la situación en Venezuela a este tipo de festejos?
Sí, se han reducido los eventos. Mi padre en las temporadas buenas toreaba más de cuarenta y ahora hay años con cinco como pasa aquí en España. Hay amigos pequeños que venían a España y toreaban setenta, ahora torean algún festejo suelto o hacen despedidas de soltero.
Tu siguiente paso es llegar a España.
La ilusión de los americanos es venir a España, la cuna del toreo. Tuve la oportunidad de conocer a Domingo López Chaves que me invitó a su casa y pude venir a Europa dándome a conocer. Tenía 16 años.
¿Cómo os conocisteis?
Todo fue una casualidad. Toreaba en el espectáculo de mi padre un novillo y el maestro toreaba una corrida al día siguiente con mi hermano, le dio por ir a verme. Ese novillo me pegó muchas volteretas pero al maestro le impactaron las ganas. Al día siguiente me preguntó si toreaba mucho y le dije que llevaba 8 meses sin torear. A él le sorprendió el cómo me había dedicado a pelear con el animal y me invitó.
¿Cómo sufraga una familia modesta un dispendio así?
Yo había hecho cinco novilladas aparte del espectáculo. Al año siguiente los hijos de gente con dinero me quitaron el sitio y me fui del toreo. Me puse a arreglar motos y me compré una. Es en ese momento cuando mi padre me dice de volver para torear el festival en el que me ve Domingo. No quería ni torear por mi decepción. Me volvieron las ganas y vendí la moto para comprarme el pasaje.
Joder, que un chaval sacrifique algo tan importante socialmente como la moto para jugársela, es muy duro.
Me vine con 70 euros en el bolsillo. Me vine confiando en la palabra del maestro pero no sabía si al llegar a Madrid iba a estar esperándome. En la vida hay que apostar porque si no lo hacemos no ganamos. Me la jugué fuerte y para mí ha valido la pena.
Con 70 euros no tienes ni para comer, menos aún para vivir.
Me pararon en aduanas para preguntarme dónde iba. “Me están esperando” les dije, pero me decían que 2 meses con 70 euros en el bolsillo no entraba en su cabeza. Me iban a devolver pero siempre hay una estrellita en el cielo, y me dejaron pasar.
Pensaron, obviamente, en que venías por tema de drogas.
Claro (risas).
Llegas a España, a Barajas, ¿quién te recoge?
Nadie. Llamé al maestro y me explicó como llegar a Salamanca. Al llegar allí me dio un abrazo como si me conociera de toda la vida. Ahí dije, sí, me siento en casa.
No es tan fácil llegar hasta Salamanca desde Madrid sin conocer nada de aquí.
No lo es pero hay que espabilarse. Esperé tres horas hasta que cogí el bus a Salamanca, hay que sobrevivir.
¿Qué se te pasa por la cabeza mientras esperas?
Te puede la ilusión pero estaba nervioso con lo que pasó en aduanas. Esperé el autobús y estaba loco por llegar a Salamanca.
¿Te llevó a su casa el maestro directamente?
Sí, estuve con ellos en su casa siendo uno más de la familia. Iba con él y entrenaba cada día durante tres temporadas. Por mi visado lo iba renovando cada 6 meses.
Tu formación nace de la mano de tu padre pero aquí no la complementas con escuela, algo raro en la actualidad.
Sí, mi carrera es como la de los antiguos toreros. Los de antes sufrían mucho y así aprendían que esto era muy serio. Antes te querías hacer torero para comprar una casa a tu madre y ahora debes venderla para poder torear. Nunca he estado en escuelas y mi oportunidad era ir a la sierra, donde echaban los toros que no querían las escuelas. Ahí había dinero. Yo quería ganar dinero y torear, no era como el que va y le toca poner.
16-17-18 años, ¿de qué vives?
Al ser tan sencillo y humilde, solo con que el maestro y su familia me dieran donde dormir y comer me conformaba. Cuando salía con ellos no me hacía falta pagar. Con el tiempo me fui independizando y lo que ganaba lo ahorraba.
¿Nunca te paraste a pensar en qué ganaba Domingo con todo esto? El hacer las cosas por cariño es algo extraordinario, por desgracia, en esta vida.
Nada, todo fue por amistad. Nunca tuvo un interés, eso es raro en esta vida. En mi vida he pasado cosas duras como renunciar a una beca de la Escuela Taurina de Madrid. Esa beca suponía que mi padre se gastase mil euros al mes, ¿qué beca es ésa? ¿Cómo podría gastarme mil euros al mes si a veces no teníamos ni para comer? No sé qué pasó y a qué vinieron esas condiciones, quizás fue una excusa de la Escuela de San Cristóbal para traer a otro.
¿Habéis llegado a pasar penalidades en casa?
Sí, no me da vergüenza decirlo porque mi familiar era humilde. Gracias al toro hemos salido adelante y mi madre, que vivía alquilada, ya tiene su casa. Le estoy agradecido al toro.
Me hablaste de tu trabajo con las motos a una edad que aquí no está permitido trabajar.
Sí, empecé a trabajar a los 13 años pero desde los 9, cuando debuté, yo ya sabía por mí mismo lo que era comprarme un par de zapatos. Cada vez que toreaba con el espectáculo, mi padre nos daba algo, pero siempre nos animaba a comprarnos lo que nos hiciera falta. En Venezuela no hay solo pobres, que conste.
Tu primer dinero aquí, para tu madre.
Sí, lo necesitaban más que yo. Tenía comida y cama aquí y le mandaba el dinero.
Llegas a pagar una casa con novilladas me dices.
Sí. Desde niño veía la película de Palomo Linares y aquello me marcó para echar hacia adelante. Siempre debo apostar y si no hubiera venido me hubiera quedado con la duda. La película de Palomo me marcó mucho.
¿Cuánto tardaste en volver a Venezuela?
Tres años.
Tres años en los que se suceden fechas duras y familiares como la Navidad, cumpleaños…
Se te pasan por la cabeza muchas cosas, hay muchas lágrimas. El torero para jugarse la vida debe tener una motivación y en mi caso fue mi familia. Se pasan muchas penas pero aquí tenía mi familia, la de Domingo, y así lo pude ir llevando.
Se llora siendo torero. Todo esto te forja.
Claro, no me avergüenza decirlo.
Te curtes en las corridas de toros, ¿para qué decir novilladas?, de la sierra. Un cambio brutal frente al toro americano, ¿qué es lo que más notas al cambiar?
Lo que más impacta es el volumen pero todo está en la mentalidad del torero. El toro americano es más pastueño y el europeo tiene más potencia. No es que esté sobrado de valor pero mi padre me inculcaba que cuanto más grande mejor. Cuando más cara más se abre y cuanto más grande antes se gira. Él me decía que no me preocupara porque no le iba a tener que cargar a cuestas.
Joselito Adame me decía que sus primeras lágrimas fueron cuando se vio solo en un quirófano, si mal no recuerdo, en Nimes.
Sí, ahí uno necesita más el calor humano, el calor de tu familia. Es duro pero en la vida debes afrontar esto sabiendo que lo duro que nos pasa hoy es la felicidad del mañana.
¿Eres creyente?
Sí, soy una persona muy creyente.
Se vive el día a día.
Sí pero pensando que el futuro va a ir a mejor.
En tu carrera matas, desde el principio, las duras.
Lo tuve claro, sabía que era mi camino. En la tauromaquia hay dos níveles: estar bien apoderado o ser un torero que quiere en las duras. Nunca me ha apoderado una casa importante pero me ha servido ya que sé que lo que he toreado, incluso el lograr ser el primero del escalafón en 2016, ha sido porque me lo he ganado. A mí me llena de orgullo. No sé si volveré a torear pero sé que me llevo a la tumba el saber que todos los contratos me los he ganado, que nunca tuve veinte novilladas ganadas antes de comenzar el año.
Nunca entraste por el aro.
En mi caso siempre he tenido la mentalidad de que si me juego la vida es para una recompensa que los míos necesitan. Siempre se ha sabido que en las duras hay dinero. Era mi único camino, no me dieron opción de torear lo bueno porque había que poner dinero. Pude haber sido el primero toreando 45 en vez de 29. Esas no las toree por el dinero. Eso me curtió para torear de matador.
Ahí aparece Francia.
La vida nos marca desde un principio. Mi debut fue sin caballos cortando dos orejas en Alés a uno del Cura de Valverde. En ese lugar que me despedí de novillero con una encerrona. En la encerrona de despedida metí un novillo de Escolar, uno de Cura de Valverde, Yonnet, uno de Puerto de San Lorenzo. Siempre he sido fiel a lo duro y no puedo fallar a quién creyó en mí. Aquí se ha perdido el hecho de que quién triunfe en Toledo toree en Albacete pero en Francia si pasa como se ve en los casos de Chacón, Cortés o De Justo.
Yonnet, Escolar, Cura… ! Joder !
Esas son mi casa en Francia. Me quieren en esas casas como suyo porque apuesto por ellos. Mi primera corrida tras la alternativa fue una del Cura. El ganadero estaba emocionado porque llevaban 30 años sin el triunfo que yo sí pude lograr.
¿No echa uno de menos el poder tener un Cuvillo o un Juan Pedro?
El Cuvillo no lo puedo añorar porque no lo he probado. Lo dulce no lo he probado pero tampoco te puedo decir que no lo quiera probar.
Torero, hace un momento me hablabas que no sabías sí ibas a volver a torear pero ahora ya me hablas en presente y futuro.
Las ganas están (RISAS).
En las corridas que tú matabas, tan duras, al final acabas defendiéndote por una cuestión de supervivencia aunque algunos sí embiste, por supuesto.
Esa tauromaquia te enseña a defenderte más que a torear. En mi caso soy un torero que siempre he dicho que no sé torear, lo que sé es transmitir mis sentimientos. Eso me ha hecho ser valorado en Madrid y Francia. No puedo decir que daré una tanda de naturales para la historia pero sé que pegar un muletazo bueno al duro es más difícil que a los otros porque necesitas el triple de confianza para decir “ahora le voy a pegar uno bueno”. Apostar por ver si se lo traga es duro.
A veces te acostumbras a defenderte por tema de supervivencia. ¿Te daría miedo que te saliera el toro de hocico humillado, bizcochón, que te pida torear bonito?
Miedo no, todos los toros te dan respeto pero las figuras son figuras porque hay que ser capaz de torear bien a esos. Muchos se equivocan y creen que El Juli no es capaz de matar una dura y lo pueden hacer hasta mejor que nosotros. Torear uno tan bueno es complicado.
El maestro Padilla, gladiador al que admiro por lo que ha pasado en su vida, ha dicho que ha pasado más miedo con estas corridas que antes porque la responsabilidad aumenta.
En las novilladas que tú has toreado, sobre todo en Francia, se pide el caballo como fundamental. ¿No te molesta lucir todo al toro y que no te llegue nada?
Por un lado sí porque te puedes cargar un toro que tenga opciones pero el toreo es una obra de arte en la que no solo el torero debe ser el protagonista. Los banderilleros, los picadores… también se juegan la vida y merecen ser protagonistas. Francia valora todo el espectáculo y a la tauromaquia hay que defenderla a través de la emoción del toro. En estas corridas que hablamos no todo es tan monótono y tan fácil y por eso les gusta.
Francia apuesta por los jóvenes porque ve que en nosotros hay menos técnica y más verdad porque tenemos menos capacidad para que aquello se apoye en la técnica.
¿No te da rabia que no te llegue nada al último tercio?
Sí porque el objetivo de los toreros es puntuar cada tarde. En Francia he salido tardes sin orejas y son más recordadas que otras en las que he cortado el doble trofeo. Allí valoran el capote, como estuvo la cuadrilla… Así se van más contentos, emocionados, y con ganas de volver.
Me queda claro que entiendes perfectamente Francia. Hablamos del caso de Emilio de Justo.
Francia te invita a hacer el esfuerzo porque sabes que tendrás tu recompensa. Aquí puede ver cómo hay orejas en Madrid que no cambian nada.
Hablemos de tu encerrona en Alés para despedirte de novillero.
Fue el día que más he sudado en mi vida. Hizo un calor espantoso en festejo matinal y el de Escolar, que fue el tercero, me desfondó aunque le corté una oreja. Terminé reventado. Gracias a Dios que era la mitad del festejo y pude tomar bebidas isotónicas. Fue bonito y duro porque hubo variedad, emoción, toreo del bueno con el toro de El Puerto al que corté las dos orejas.
Tomas la alternativa en una plaza “cómoda”, Vic.
(Risas). Fue televisada, la de Alcurrucén, sí.
Logras algo complicado allí, triunfar.
Mi decisión de tomar la alternativa en Vic vino porque había triunfado en otros lugares de Francia y me salieron dos, y con una novillada de Dolores en Vic me salieron 16. Tuve propuestas de Nimes y de Arles pero soy fiel a lo que los franceses quieren ver y me quise salir de lo típico de Nimes con una ganadería de más garantías. Eso aburre al público y había que pensar más allá de la alternativa, que sirviera para algo.
¿No te molesta que te llamen para Nimes para la alternativa “cómoda” nada más?
Sí, por eso no fui. Ese hueco te lo abren para un día. El día de la alternativa es como la boda y los protagonistas deben ser los novios. Aunque los compañeros eran buenos (Curro Díaz y Juan Bautista), busqué que me quisieran ver y se llenó la plaza un lunes. Si toreo en Nimes la foto es preciosa con la alternativa de la mano de dos figuras, ¿para qué quiero ver en mi salón esa foto sin torear?
Es un todo o nada en un lugar más duro y con más dificultad.
Sí pero desde mis inicios he tirado la moneda y salió bien. Quizás el triunfo en Nimes no me hubiera podido servir tampoco.
El premio a eso es Orthez, ¿es un premio?
En el pueblo de los ciegos cualquier tuerto es un rey. Para mí, no tenía nada, era mucho porque me había ganado esa corrida en la alternativa. Orthez con la del Cura de Valverde es dura pero debemos empaparnos de todo. El maestro Dámaso decía “si queremos ser algo en esta profesión debemos empezar por donde otros terminan”.
Mis inicios en la sierra me enseñaron a valorar lo duro. Hay muchos toreros que no saben lo que hay detrás de lo bonito. Hay novilleros con temporadas hechas por su apoderado que no valoran esto porque no conocen el lado duro.
¿Y si pudieras elegir?
Hay que ser siempre fiel porque las cosas hay que sabérselas ganar día a día. He tenido a gente con fuerza que me ha querido llevar desde sin caballos pero el maestro Domingo me decía “esa gente mientras todo vaya bien estarán contigo. Lo mismo te hacen 40 pero al año siguiente no tienes nada y si tú te has ganado 8 al año siguiente puedes tener 12”.
Insisto, ¿y ahora?
Me gustaría ser fiel pero no sé si vuelvo si estaría para matar una corrida de Miura o un Victorino. Cualquier toro te pide una gran condición física pero las duras más porque reponen aún más que las otras. No quisiera ser infiel a unos hierros que me han dado lo poco que tengo.
Tras la alternativa, cinco corridas de toros en Francia. Aquí, en España, no te llaman.
Sí llaman pero en las condiciones que te puedes imaginar. Madrid sí me llamó para confirmar pero yo tampoco soy torpe, no me veía para ello. Quiero rodarme para que ese día tenga más cartas para triunfar. El mercado en España no se mueve, ya sabemos el motivo, es duro.
¿Cómo vivía tu casa el verte de matador?
Contentos. Ellos han vivido todo como una bendición. El ver a una persona irse al mundo con una mano delante y otra atrás y que ahora les puede ayudar, todo eso lo viven con mucho orgullo. Mi padre taurinamente porque siempre le decían “¿dónde va el payaso a hacer toreros?”. Uno de los que mejor torea es César y otro que lleva el nombre de mi país, yo, también hemos sido entrenados por el payaso (toreo cómico). Mi padre nos entrenaba haciéndonos ver sus películas de toreros de antes y nos explicaba sobre ellos. El payaso tiene dos hijos matadores y quieren ahora los novilleros que les entrene.
Tú veías tu historia de vida, ¿no te daba rabia ver a ponedores?
Claro que da rabia. Eso lo viví al principio de mi carrera cuando triunfé sin caballos en mi país y al año siguiente ponían a los ponedores. Debuto en Gijón con caballos y me parten la rodilla. Corté luego dos orejas en Morata y al año siguiente nada. Lo que me dolió es que mi mozo de espadas se fuera con otro que tenía 20 novilladas. Él tiene que buscar su vida pero me dijo que me volviera a mi país. Eso me marcó. Ese año toreé en Galapagar y otra en Francia pasando de dos a nueve al año siguiente, y el novillero de las veinte, casa fuerte, pasó de veinte a dos.
La vida.
Cuando la vida dio la vuelta me llamó para volver y le dije que no, hay que estar en las buenas y en las malas. Los principios marcan mucho, ¿qué hubieras pensado si te veo y no te saludo?
El torero nos habla de su Venezuela.
La afición venezolana es muy grande. Una persona paga por una entrada siete veces más de su sueldo de un mes, eso muestra afición. El día que toreé en San Cristóbal tuvo la mejor entrada de la feria.
Su sonrisa y lo hablado, quedará entre nosotros, deja claro su amor por su patria.
Te llega el percance, ¿en qué momento te enteras de la gravedad?
Cuando empecé a bajar aquí, había pasado un mes. Fui viendo lo que había: uno en silla de ruedas, otro en cama (yo también empecé así). Aquí aprendí la gravedad de mi percance y el no darme cuenta de ello en un principio me ha servido para evolucionar.
¿En qué te apoyas al verte solo en otro país y en la cama?
Lo más duro de mi vida, cuando más lloré fue en la UCI de Salamanca al ver que no podía mover más que la cabeza y poco, me tenían clavos para fijar la columna. Me apoyé en lo de siempre, en mi familia, es algo duro que va a pasar pero motivándome que todo esto lo hago por ellos.
¿No han podido venir?
Si pero les dije que yo quería darles el mismo abrazo que les di antes de venirme. Un abrazo normal, de pie, bien, no quería que me vieran en una silla.
Uno que es padre se pone en esa situación, !Qué duro!
Lo sé, pero sé que en Navidad tendrán su recompensa cuando vengan.
¿Te llegaron a decir que no te volverías a poner de pie?
A mí, no, a mi familia y a mi cuadrilla, sí. Les agradezco que no me lo dijeran ya que eso hizo que mi mente estuviera en volver a caminar. Veía que cuando iba al fisio no me movía, ahí me iba dando cuenta de la gravedad.
Ves que en ese momento se despierta el morbo del toreo por venir a verte hasta que llega un momento en el que te quedas solo aquí, ¿cómo lo llevas?
Siempre he estado solo. Sé que cuando todo vaya bien habrá mucha gente pero cuando se tuerzan nadie vendrá. Me ha llamado gente que no esperaba y lo agradezco pero sé que la cruz la llevaré yo. Me da igual que no estén porque los cuatro de siempre están.
¿Qué cuatro?
Mi banderillero Aguilar Granada, banderillero del maestro López Chaves. Él ha sido parte de mi motivación. Ángelica, mi pareja, ha sido mi motivación y siempre ha estado conmigo.
¿La tienes aquí?
Sí, trabaja en una clínica en Toledo y hemos pasado juntos un examen muy duro. Me daba masajes hasta cuando no sentía nada.
¿Quién más?
Mi familia desde la distancia siempre ha estado ahí y el maestro.
Me has citado cuatro. ¿El entorno del toreo es una mentira?
Yo me voy de hospital sabiendo que lo que me pasó es lo más duro de mi vida. Aún así estoy feliz porque aparte de esos cuatro conocí a dos más que me llevo conmigo hasta la tumba. Mi compañero de habitación, un abuelito de Murcia, que me motivó y un amigo de Aranda (se emociona).
¿El abuelito es taurino?
Sí (risas) y el policía de Arganda también se ha hecho.
Esto es muy grande.
Sí, desde luego que sí.
Pasamos de aquellas personas que no estuvieron cuando debieron y juntos decidimos que no merecen ni una línea.
¿Aquí se valora todo más?
Sí. Hay personas de todo tipo pero de 150 personas a lo mejor no me llevo bien, más bien no congeniamos, con uno porque no soy moneda de oro que le caiga bien a todos. No gano nada con amargar a mi amigo de al lado. En este sitio nadie quiere engañar a nadie, todos vamos a lo humano. Este hospital me ha marcado para siempre.
Este hospital nos anima a ser independientes, a encontrarnos con el mundo.
Hablamos de su día a día.
Mi lado derecho es lo que va más lento y ando en terapia de manos de 9 a 10 y luego al gimnasio salvo los días de piscina. Me ha ayudado a evolucionar el estar todo el día en el gimnasio frente a otros pacientes que están solo 40 minutos con el fisio. Soy quién más se quiere recuperar y si me dicen haz algo diez veces lo hago veinte.
Torero, te podría hacer la pregunta típica de si el torero ha recuperado a la persona pero después de estas horas tengo claro que no.
¿Por qué?, ¿pensarías que es la familia?
Por supuesto.
Mi motivación es que mi familia esté bien.
Mira. Tú ponte que no vuelves a torear. Un tío que se ha ganado la vida desde niño hasta arreglando motos será capaz de vivir sin el toro.
Claro. Ahora mismo mi motivación es volver a torear pero sé que si eso no pasa no me voy a volver loco. Aquí te enseñan a que la vida no tiene un solo camino. Aprendemos a valorar lo que es la vida. Solo con torear con una vaca en el campo estaría conforme tras haber venido de estar en la cama.
No puedo ser desagradecido y querer volver a lo bruto, a lo mismo que antes. Tendría que volver sin dar pena, en plenas condiciones.
¿Firmarías salir y dedicarte a otra cosa?
Por ahora no. Por ahora firmaría seguir luchando hasta que llegue el momento, que espero que no llegue, en el que vea que no puedo. El toro merece un respeto y lo que quiero es volver.
¿Piensas en por qué a mí?
Sí, pero también pienso que mejor que me pase a mí que no a mi hermano o a otro.
Se nos hiela el alma.
Un paciente vio que en mi silla tenía una cosita con un Cristo. Él me preguntó que si era creyente, le contesté que sí. Me dijo que si creía tanto en Dios porque estaba aquí. Cada cual tiene sus creencias pero él me decía que no quería que le pasara. Juro que daría lo que fuera por estar en una silla yo antes que los míos.
Hace tiempo que tenemos claro que Manolo Vanegas nos está dando una lección de vida, algo que nos rubrica un momento único. ¿Cuándo vuelves a coger la muleta?
El abuelito y yo siempre tuvimos buen flow. Tuvo unos días en los que no hablaba y saqué la muleta para darle una alegría. La llevaba mirando mucho tiempo pero no la quería agarrar por si me caía. Un día dejé de pensar en mí y agarrado a la pared la moví para darle esa alegría. Aquello me alimentó el alma.
Ese día la cogiste tú, ¿te jode cuándo te piden que la saques solo para una foto?
Bueno, yo respeto todo pero creo que no era momento. Ha habido mucho morbo, lo que alimenta el entorno del toreo. Si yo no fuera torero no vendrían a entrevistarme como el caso de mi amigo Enrique, no han venido a entrevistarlo.
Creo que lo más grande es tu historia humana y tu ejemplo de superación. Quiero que la gente vea que hay vida más allá del toreo. Quique, vendría en un momento.
Sí, desde luego.
¿Te crees el verte de pie?
No, la gente no sabe lo que he pasado pero agradezco ver que el esfuerzo tiene su recompensa. Jaime, sé que me moriré torero pero lo que me importa es recuperarme como persona. Eso lo he aprendido en esta vida.
¿Te molesta que vengan a verte solo para una foto?
Mucho. Ha venido gente que no voy a nombrar y que lo han hecho sin protagonismo. Los que han venido a hacerse la foto…
La conversación ha perdido cualquier estructura de entrevista, ¿para qué? Torero, te veo con cara y discurso de padre.
Me encantaría pero me veo joven (risas). Sé la historia que estoy viviendo pero todavía no me veo para ello porque me encantaría tener la vida más encarada para que a mi hijo no le faltara de nada.
Manolo, ¿firmarías torear una vaca a puerta cerrada con tus cuatro?
Ahora mismo como estoy, sí. No estoy para más (risas).
Al final saldrás hacia adelante, los toreros sois como sois.
(Risas).
El torear, ¿lo ves como un reto o como tu oficio?
Es un reto como recompensa interna a tanto sacrificio de superación. Mi familia está ahí pero me motiva volver una tarde, eso sí te lo firmo, en que pudiera decir que me retiro dignamente. Mi carrera quedó en un arranque pero me gustaría una tarde en la que, si me veo que no puedo, decir que hago este último esfuerzo.
¿Te da miedo pensar de qué vivir si no es del toro?
Por ahora no pero yo no tengo miedo a la vida. Mientras tenga dos manos y ganas de salir para adelante no tengo miedo a la vida. Si no es torero no me importaría volver a arreglar motos.
Tenemos titular.
Sí, pero es que es la verdad, a la vida no hay que temerla. En mi pueblo había un hombre que cargaba arena sin tener brazos y se amarró una cuerda al cuello. Aquí puede acabar el torero pero mi vida sigue. Sé que muchos que cuando dijera que soy mecánico y no torero ni me llamarían pero lo tengo asumido.
No suelo tener guiones pero hoy menos, torero. Creo que tu historia es la realidad del toreo.
Lo es, algunos viven en una nube. Las grandes figuras del toreo se hicieron en la lucha, superando sacrificios. Ahora mismo no hay figurones del toreo, creo, que sean de cuna. Te hablo de la época de Palomo y Cordobés que se hicieron grandes tras pasar hambre. Es difícil que venga gente con dinero pidiendo que le paguen un tentadero como si fuera escuela de tenis. Un añojo te puede dejar en una silla o una vaca matarte como al maestro Bienvenida. La realidad es la que es.
Sobrevives a esto no solo por el toro. Me hablas de coger la muleta por el abuelo, el abrazo a tus padres. No me dices pegar un natural.
No, claro, no te quiero engañar. Mi motivación es mi gente. Si la gente que me rodea está contenta, yo también. Torear me hace ilusión pero es quizás también para demostrar que sí se pudo.
Si vuelves al toro, allá tú, vas a saber quién está contigo de verdad. Eso no es fácil.
Será jodido pero todo me lo pondrá más fácil. Los que se fueron lo hicieron en el mejor momento, si quieren volver le haré como a mi mozo de espadas. Sé con quién cuento.
Te vas del toreo con un cartel hecho en tus duras. Sabes que tu percance, por morbo, te hace más apetecible.
Lo sé.
Me arrepiento y no la he hecho, ¿serías capaz de decir no a las plazas toreristas para irte a Vic si te ofrecen una corrida según tus posibilidades?
Yo me iría a Vic, sin dudarlo. No quiero decir que no a quién me respetó siempre. Las otras plazas lo mismo no saben ni quién era hasta antes del percance. Soy fiel a quién me ha dado su cariño.
Nos ha ganado, el propio torero nos indica la admiración con la que Óscar le ha mirado durante toda la entrevista. Es imposible no embobarse ante una fuerza como él. Por supuesto queda en sus manos que la entrevista salga, hace tiempo que es lo que menos importa. Él decide tirar hacia adelante pero ahora ya no lo hace solo.
Torero es hora de conocer a Quique si él quiere, nadie mejor para hablarnos de ti. A Manolo se le ilumina la cara, se nota que entre ellos dos hay una inmensa amistad. Se levanta para buscarle en la cafetería y el policía vuelve sonriendo. Nos da la mano sin preguntar, la mirada de Manolo nos ha hecho de la casa y simplemente escuchamos.
Quique es policía y quedó en la silla por un accidente de paramotor. En unos días va a ser abuelo.
El policía, tan grande de aspecto como bonachón, nos mira inundado de ilusión.
Mi hijo va a tener un niño este fin de semana porque a mi nuera se lo van a inducir, imagínate.
Sin rencor nos cuenta su accidente, sus inmensas ganas de vivir y su amistad con Manolo. Desde el primer día congeniaron y se nota. Ellos nos dan una lección. Es difícil no sentir cierta amargura cuando se pasan por estos trances.
No, está claro que lo que pasamos lo llevamos dentro pero no ganamos nada amargando al de al lado o resaltando solo las penas. La alegría es algo que debemos transmitir y que al compartirla nos llena, Jaime.
Se les ve felices, cargados de sueños que cumplen cada día. Quique no va a dejar de hacer deporte, levantamiento de nieto aparte, mientras Manolo le mira con una ternura bellísima. Ambos recuerdan a “el abuelo” que lucha en la UCI. Los dos hablan de lo bien que se come en Toledo y de sus largas tardes de piscina, de retos superados pero siempre en una cordialidad que durará para siempre.
Se acercan las nueve de la noche y nos marchamos. Manolo nos acompaña hasta el coche en una noche gélida tras pasar por un grupo de fumadores que le despiden entre sonrisas. Nos despedimos con su Francia en la mente y convencidos que pronto, muy pronto nos volveremos a ver.
De camino a Talavera nos damos cuenta lo egoístas que somos a la hora de buscar una foto o un titular y olvidar la condición humana de los toreros. Lo hacemos sabiendo que Manolo Vanegas nos ha dado una lección para siempre.